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«Gente buena paga una crisis de sinvergüenzas»

El escritor y pensador aboga por que la crisis es una oportunidad para los negocios. Las claves para ello las desvelará mañana en el Instituto de Estudios Cajasol

el 23 nov 2009 / 20:09 h.

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-La buena crisis, la buena vida... Tiene una visión muy positiva de la vida a pesar de los tiempos que corren...
-Creo que tenemos que intentar quedarnos con el lado bueno que tienen las cosas sin por ello ser ingenuo o poco crítico. Mis libros surgen en parte por lo cansado que me resulta ver tanta negatividad en el día a día. La crisis, si bien puede estar acompañada de dolor y sufrimiento, también nos obliga a hacer cosas positivas, como reinventarnos. No tiene por qué ser gratuita. Pero siempre hace más ruido la tala de un árbol que la plantación de cientos o una bomba que cientos de caricias. Al final, nos quedamos en los titulares. A mí me gusta poner el foco en los nuevos árboles y en las caricias.

-¿Cómo se explica que hay que afrontar la vida con optimismo a un parado de larga duración que sufre el azote de la coyuntura actual?
-No pretendo explicarlo ni venderle la moto a una persona que está pasando por un sufrimiento así, porque hacerlo sería indecente. Lo que hay que hacer es ayudar haciéndole cuestionarse cómo está actuando frente a su situación particular. Si está o no haciendo cursos de formación para encarar el futuro con más conocimientos, si está esperando sólo la respuesta del INEM o está intentando buscar salidas por sus propios medios... Estar parado no significa estar desocupado. Mi intención es provocar una reacción en quien me lee o escucha para que haga algo que mejore su situación actual.

-¿Cree entonces que de esta situación saldremos todos, de una manera u otra, reforzados?
-Depende de cómo se afronte. Es como si te separas de tu pareja: si acabas enfadado y de mala manera, pues seguramente luego tengas un mal concepto de los hombres o de las mujeres en general. La crisis es lo que tú hagas de ella, depende del esfuerzo que apliques para afrontarla. Puede ser buena si no se mira desde unos ojos victimistas.

-Usted suele tratar con directivos a los que da charlas de este tipo. ¿Se muestran como víctimas o todo lo contrario?
-En mi caso, el punto de vista está sesgado, ya que la gente que acude a mis charlas suele estar en línea con este discurso más optimista. Son personas convencidas de que éste es el momento de luchar y lo están haciendo.

-¿Qué papel juega entonces la psicología en todo esto?
-El gran reto actual de la sociedad es humanizar a la humanidad y a eso sólo llega a través de la psicología y de la filosofía.

-¿Para alguien como usted, que aconseja sobre ello, la crisis es una oportunidad?
-Siempre lo es, porque tengo mucha demanda tanto antes como ahora. Hay que hacer mucha pedagogía, es necesaria, porque el sufrimiento siempre está.

-¿Es de los que piensan que esta crisis es de confianza?
-No es económica, pero la denominaría más bien de conciencia. La confianza está o no está, no puede quedarse a medias. No se puede confiar al 50%. Somos la consecuencia de lo que hemos hecho en el pasado, de haber comprado cosas que no necesitábamos. Se ha tejido una gran mentira de la que muchos sinvergüenzas se han beneficiado y la gente buena y trabajadora lo ha pagado todo. A partir de ahora habrá que analizar mejor a quién poner al frente de las empresas y también en la política. Tendrán que ser personas decentes. Yo soy de los que piensan que los seres humanos se dividen no por el color de la piel o la ideología política, sino entre los que son decentes y los que no, y un tipo y otro se encuentran en todos los estratos de la sociedad en la que vivimos.

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