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Griñán: ''Blas Infante fue asesinado, no sentenciado''

Griñán zanjó ayer la polémica con quienes piden a la Junta que batalle por anular la sentencia de muerte de Blas Infante. El presidente defendió que "fue asesinado, no sentenciado" y que ya la Ley de Memoria recoge la "ilegitimidad" de toda condena de los fascistas. Los nacionalistas creen que ese "parapeto" oculta su "inmovilismo".
>>>De la reverencia a la señal de la cruz

el 16 sep 2009 / 07:00 h.

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(Vídeo: Manuel J. Fernández)

Griñán zanjó ayer la polémica con quienes piden a la Junta que batalle por anular la sentencia de muerte de Blas Infante. El presidente defendió que "fue asesinado, no sentenciado" y que ya la Ley de Memoria recoge la "ilegitimidad" de toda condena de los fascistas. Los nacionalistas creen que ese "parapeto" oculta su "inmovilismo".

El debate sobre la nulidad de la condena a muerte de Blas Infante, padre de la patria andaluza, se hizo presente ayer en el Parlamento, en el acto oficial con el que se recordaba el 73 aniversario de su fusilamiento, en la noche del 10 al 11 de agosto de 1936. Los nacionalistas (PA, CUT-BAI, SAT) han reclamado a la Junta de Andalucía que cumpla con el mandato que le dio el Parlamento en octubre de 2007 para que exija ante la Justicia que aquella sentencia desaparezca, sea nula, pues hace referencia a delitos que nunca existieron, como la defensa del andalucismo.

Todos los partidos aprobaron aquella proposición, a iniciativa de IU, que pedía al Gobierno andaluz que actuara "con la mayor urgencia posible". Pasados dos años no se ha dado un paso, pero el presidente de la Junta, José Antonio Griñán, explicó ayer que se debe a que el trámite ya no tiene razón de ser. "Infante, hay que decirlo claramente, fue asesinado, no sentenciado (...) En teoría no hay una sentencia, sino un crimen, ya que fue asesinado y después se creó una especie de tribunal de responsabilidades políticas" que, cuatro años después de su muerte, lo condenó a la pena capital. Su asesinato, se entiende, anula cualquier juicio perverso que viniera después.

Es más: Griñán recordó que el artículo 3 de la Ley de Memoria Histórica, aprobada dos meses después que la proposición de la Cámara andaluza, ya declara la "ilegitimidad" de estos tribunales, "así como todos los actos que dictaron para convalidar los atropellos y barbaridades que se hicieron durante la Guerra Civil (1936-1939) y la posterior dictadura. Deberán ser las familias, matizó, las que "persigan y obtengan del Ministerio de Justicia" una reparación mayor, si así lo desean. La Ley de Memoria, por tanto, eximiría a la Junta de pedir esta anulación, entiende Griñán.

Estas explicaciones no convencen a los andalucistas, que ven en sus palabras una "interpretación política y no jurídica" que evita "el efecto reparador de la nulidad", explica Pilar González, secretaria general. Eso entiende también el profesor Miguel Ángel Rodríguez Arias, investigador del Instituto de Derecho Penal Europeo e Internacional de la UCLM y autor de El caso de los niños perdidos del franquismo. El experto sostiene que la ley "sigue llamando derecho a aquellos asesinatos" y, por eso, una cincuentena de asociaciones de memoria han exigido al Gobierno que plantee la cuestión de la anulación. "Jurídicamente, hay cosas vigentes o nulas, y la sentencia de Infante no se ha anulado. La ilegitimidad sólo es un sucedáneo, porque no es una categoría jurídica. Eso quiere decir que su condena, como todas, está aún en vigor. Además, la norma declara ilegítimas las condenas "por vicios de forma y fondo", lo que es reconocer el asesinato como una resolución jurídica. La única forma de anular la condena es así, anulándola", concluye. Rodríguez Arias aboga por hacer cumplir la resolución 60/147 de Naciones Unidas, que exige la "nulidad" de los juicios en casos de crímenes de lesa humanidad.

La polémica sobre la sentencia no ensombreció el homenaje del Parlamento, en las Cinco Llagas. Hubo ofrenda floral ante el busto de Blas Infante -que estrenaba ubicación ante el Salón de Plenos-, discursos de sus biznietos, de su hija María de los Ángeles y de la presidenta de la Cámara, Fuensanta Coves. Hubo, además, un himno interpretado por la Banda Municipal de Cantillana y cantado por la inmensa minoría de los presentes.

Pero lo importante, más que el protocolo, fueron las palabras. A Infante se le reivindicó como un hombre de paz frente a violentos como los etarras que han cercado Mallorca. "No vengo a encender odios, que son pasiones de muerte", leía María, su biznieta. Su hija lo recordó defendiendo un ideal "desde el amor a la tierra y la conciencia de pueblo", pero también, "indudablemente, desde la paz".

Coves resaltó que hoy, 73 años después de su muerte, el padre de la patria andaluza "emite un mensaje de condena a la intolerancia, de rechazo a la violencia y, sobre todo, lanza un grito de libertad". Por eso el 10 de agosto es el día en que se celebra "la derrota" de los "enemigos de la libertad". "El peor infierno es la violencia inútil y criminal", culminó el presidente Griñán.

María de los Ángeles Infante se encargó de remarcar la vigencia del pensamiento de su padre, rescatando textos en los que ya advertía de que "la crisis actual [en 1921] antes que política y económica es de humanidad", en los que denostaba la "indignidad" de los poderosos "en el país del hambre". Aquella visión cercana al que menos tenía, al jornalero, se convirtió en un "dolor fecundo" y un "ansia de liberación" para el pueblo andaluz en unos años "de dura realidad". Infante, dijo su hija, tenía tan integrada la importancia de su labor que hasta asumía la muerte como consecuencia. "Si en la lucha nos sorprende la muerte, que tengamos la íntima satisfacción del deber cumplido". Fue 19 años antes de su asesinato.

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