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«Haremos del mundo un infierno si no logramos descender su población»

El punto de partida es claro: somos demasiados y el mundo no da más de sí. A partir de ahí, el periodista norteamericano Alan Weisman inició una investigación que le llevó a viajar a lugares con una intensa demografía, de Israel a Pakistán y la India.

el 13 abr 2014 / 22:00 h.

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El periodista AlanWeisman promociona estos días su nuevo libro, La cuenta atrás. / José Luis Montero El periodista AlanWeisman promociona estos días su nuevo libro, La cuenta atrás. / José Luis Montero Habla un castellano casi perfecto, fruto de su larga estancia en Latinoamérica, y conoce muy bien Andalucía. Aunque lo correcto sería decir que conoce bien prácticamente todo el mundo. Alan Weisman se convirtió sin quererlo en un autor de bestseller con su anterior libro, El mundo sin nosotros, un polémico experimento en el que imaginó la tierra sin el hombre. Ahora, en La cuenta atrás (Debate), continúa preocupado por el exceso demográfico del mundo, algo que ha comprobado visitando más de 20 países. De seguir su actual progresión, a finales de este siglo la Tierra será un espacio en que se hacinen 10.900 millones de individuos. No tiene aspecto de malo de película pero, según sus cuentas, sobran 5.000 millones de humanos. Lo que yo intento es determinar cuál es el equilibrio óptimo. He recorrido el mundo de punta a punta y le he visto la cara a su principal enemigo, que no es otro que la superpoblación. Yo quiero un mundo con nosotros, estoy enamorado de la especie homo sapiens, pero también deseo un mundo más humano para todos, en armonía, no en combate permanente con el resto de la naturaleza. Sin embargo, vías intervencionistas como la llevada a cabo en China con la política del hijo único resultan inadmisibles en las sociedades democráticas. Nadie quiere un gobierno que nos diga qué hacer en nuestros dormitorios. Y por instinto, por biología, nos resistimos a la idea de ser forzados a limitar lo que es natural. La política de un solo hijo en China ha logrado 400 millones menos de chinos. Pero es inadmisible, como lo fueron las vasectomías y esterilizaciones forzosas llevadas a cabo en otros tiempos en Perú e India. ¿Qué receta propone? La gente debe tomar conciencia por sí misma y no tener hijos o tener menos, un par como mucho. Por su propio interés. En culturas muy diferentes, pienso en México, Brasil, Singapur y hasta países musulmanes como Irán existen tasas de reemplazo; lo que significa que los padres tienen un promedio de dos hijos para reemplazarse a sí mismos. También dice que la educación femenina es el anticonceptivo más eficaz de todos. Lo es. Los altos niveles de educación de la mujer son la principal razón de que países tradicionalmente católicos como España o Italia muestren tasas bajas de natalidad. Si la educación y la anticoncepción femeninas estuvieran disponibles a nivel universal, habría mil millones menos de nosotros ya a mediados del siglo XXI. Si esto sucediera podríamos decir que estaríamos en el buen camino hacia la sostenibilidad, hacia un mundo mejor para todos. Y no habría intervenido en este proceso ningún gobierno totalitario. Su libro ha sido traducido a más de diez idiomas y su promoción está siendo de está siendo de una intensidad febril. ¿No se siente un poco como un predicador? No. Yo sólo he intentado responder a la pregunta sobre qué podemos hacer. Y he observado, verificado y he escuchado todos los argumentos posibles. No soy un predicador, soy un periodista, los que predican son los hechos que narro. Irrefutables. ¿Dónde ha sentido de manera más trágica la superpoblación? En muchos sitios, en demasiados. Pero desde luego Pakistán es un infierno. Sus calles están llenas de hombres en paro que nunca han tenido un trabajo. Eso convierte al país en un semillero ideal para el terrorismo. Este país tiene, junto con Níger, la tasa de fertilidad más alta del mundo. Gráficamente el drama se comprende rápido. En Pakistán, con una superficie muy similar a la del estado de Texas, conviven casi 200 millones de personas. Texas apenas roza los 26 millones de habitantes, en unos años Pakistán va a llegar a los 400 millones de personas, que es mucho más que toda la población junta de Estados Unidos. Leyendo su libro uno tiene la sensación de que somos una plaga para el planeta... Si minimizamos nuestra presencia en la Tierra hasta los 2.000 millones, que era la población antes de comenzar a alimentarnos gracias a la química, sería aceptable. Volveríamos a la armonía con la naturaleza, de lo contrario esta se encargará de destruirnos. Deberíamos hablar también del reparto de los recursos ¿no cree? De acuerdo, pero como usted bien sabe eso de compartir de manera equitativa nunca ha sucedido en toda la historia del ser humano. No podemos basarnos en utopías ni aguardar a que se eleve la conciencia de toda la raza humana. El mundo estará perdido entonces. ¿El primer mundo también debe tomar nota de sus consejos? Es que en Israel ya existe una tasa demográfica atroz, por su absurda competencia con Palestina. ¿Sabe por qué Israel tiene tanto interés en mantener sus asentamientos?Porque en esas tierras hay un acuiféro sustancial, y esa zona del mundo tiene un gran problema de acceso al agua. Pero, en general, el acceso universal a los anticonceptivos es la mejor medida. Costear el acceso universal a estos significaría poco más de 8.000 millones de dólares, la misma cifra que Estados Unidos gastaba ¡por mes! en las guerras de Irak y Afganistán. ¿Dónde quedó aquella teoría, enraizada en las ideas de Robert Malthus, de que el mundo se autorregula? ¿Prefiere que, en vez de manejar la situación de manera consciente, lo dejemos en manos de la naturaleza? Yo quiero evitar una hambruna total, quiero usar la tecnología barata que tenemos para volver a un nivel sostenible.Es posible. Y necesario, porque mientras usted y yo charlamos aquí cómodamente, millones de personas están muriendo de hambre. Antes que su libro ya existió –y existe– el Movimiento de Extinción Humana Voluntaria. ¿Buscó un punto intermedio? Su fundador, Les U. Knight, me dijo hace poco:«El ser humano ha sido una excelente idea durante un tiempo, pero ahora estamos destruyendo el mismo nido donde vivimos por nuestra presencia abrumadora». Pero insisto una y otra vez: quiero un mundo connosotros y decidí tomar cartas en el asunto y buscar algo entre lo que él dice y lo que experimenta la humanidad. ¿Hay esperanza? Es algo que podemos hacer y vamos a hacer. Cada vez hay más gente que se toma en serio esto, que quiere legar un mundo más armónico. Mejor.

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