Existen individuos que confunden el noble desempeño de la gestión prudente de los bienes con una ocupación menos noble y censurable: aprovecharse del conocimiento adquirido, como responsables públicos, para procurarse un lugar en el "reino de los justos". Actúan como aquellos fariseos que se sentían justos y por eso despreciaban a todos los demás. Convencidos de que el poderoso sólo les invitaría a ellos a compartir la riqueza, ansiaban una mayor tajada en el posible reparto. Esto, actualmente, se cubre de una aparente legitimidad adquirida por el desarrollo de una actividad tan poco discutida como es la de hacer negocios o favorecerlos, sea cual sea la manera en que éstos se han efectuado y sean cuales fueren las consecuencias que hayan ocasionado. Aristóteles en su libro Política refleja su preocupación por la confusión existente en el lenguaje. Imprecisión que tiene importantes efectos prácticos. Intentó poner cierto orden y estableció algunos criterios. Así, reflexionando sobre la naturaleza de las cosas, distinguió entre la economía (o????????) y la crematística. Existe -decía- el arte de proveerse de bienes y el de la administración doméstica, ambos están en el ámbito de la economía y son limitados por naturaleza. En cambio, existe un tipo de arte adquisitivo, denominado apropiadamente crematística, que rompe los límites de la riqueza y de la propiedad y que consiste básicamente en amontonar dinero, muy distinto a administrar la casa. Y al ser aquél un deseo sin límites, quienes se dedican al negocio desean también unos medios sin límites. Poderoso caballero es don Dinero.
Recientemente se ha anunciado la entrada del ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, en el Consejo Asesor Internacional del Banco de Santander. Además, el que fuera también ex ministro de Economía del gobierno de España, será asesor de esta entidad bancaria presidida por Emilio Botín y compartirá estos cargos con el de director general senior de banca de inversión del estadounidense Lazard. Las cantidades a percibir no son nada despreciables, del primero recibirá 200.000 euros al año, del segundo la cantidad será con seguridad más importante. Ésta es la suculenta presa que han concedido al soldado que se ha batido en el campo de batalla. Aquél que ha formado parte de la avanzadilla que abre el camino a las grandes oportunidades de negocio, en la que se dan cita insignes personajes muchos de ellos catapultados desde sus cargos públicos.
Este sistema del botín, o de despojos, tiene su antecedente en la expresión spoils systems que designa, en EEUU, el modo tradicional de considerar a los nuevos cargos administrativos del gobierno. Son el "botín de guerra", seguidores y ayudantes de campaña llamados a sustituir a los administrativos del gobierno saliente. En este relato, las tecnologías de la comunicación tendrán también su cuota de protagonismo. El e-mail es ahora el mecanismo de transmisión de acontecimientos. Y así, a través de un emilio pudo confirmarse que hay botín para Rato.
Antonio Cano Orellana es doctor en Economía
