Cultura

Historia de lo que pudo ser y no fue

Antes de comenzar el festival estábamos seguros de que íbamos a asistir al evento jondo de este verano, porque la Hacienda de Santa Ana es un marco de fantasía,

el 16 sep 2009 / 07:53 h.

Antes de comenzar el festival está- bamos seguros de que íbamos a asistir al evento jondo de este verano, porque la Hacienda de Santa Ana es un marco de fantasía, el escenario que se montó era estupendo y el sonido y las luces, de película. Palmas a compás. Por si no fuera bastante, entraron cerca de dos mil personas en tan mágico lugar de Tomares. Con la crisis que tenemos, es un auténtico milagro. Esto debería servir para quienes piensan que los festivales están muertos.

Llegamos a ver una cola de cien metros, de gente que no quería perderse el duelo entre dos grandes cantaores, Miguel de Tena y Miguel Poveda, quizá los más taquilleros del momento. El extremeño fue el encargado de abrir la noche, y el catalán de cerrarla. Son distintos, pero los dos llevan a miles de personas a los festivales. Son dos grandes copistas, pero también son dos grandes artistas del cante, cantaores espectaculares, de tirón comercial. Miguel de Tena se presentó con un gran guitarrista, el cordobés Antonio de Patrocinio hijo, y dos palmeros. Fue dispuesto a levantar al público y lo hizo con una excelente malagueña de El Mellizo, acabada con dos espectaculares fandangos abandolaos; después bordó los tangos extremeños, cumplió en su particular versión de Maria de la O, por bulerías, y acabó con el cuadro recordando por fandangos al Pichichi, a Canalejas de Puerto Real y al gran Manuel Vallejo. Posee muchos detractores, porque es gaché y tiene más pinta de barítono que de cantaor de flamenco. Pero ahora mismo, se diga lo que se diga, es el cantaor más espectacular de todos. Y quienes dicen que no sabe cantar, deberían ir al médico de las orejas.

El Cabrero sigue teniendo mucho tirón y le queda aún un chorro de voz, pero está algo desfasado. No sólo en esas letras tan malas que canta, sin ninguna calidad literaria y fuera de época. No nos referimos al precioso soneto de Borges que mete por bulerías, sino a esos fandangos de mal gusto de los que tanto abusa. Sonó muy bien por seguiriyas, pero emuló mal a Caracol en el Carcelero, carcelero. Menos mal que tiene como guitarrista al mejor de todos, Rafael Rodríguez. ¡Qué sonanta para cantar por derecho!

El festival iba de dulce hasta que llegó el baile. La Debla bailó maravillosamente, con un precioso vestido y una cara guapa de marearse. Disfrutamos con sus poses y hermosos paseos por el amplio escenario, y con esa manera de bailar que se está perdiendo irremediablemente. El problema es que alargó demasiado el baile. Encima, después del descanso vino el otro cuerpo de baile, el de Lola Jaramillo y su pareja, el espigado Jesús Herrera. Son jóvenes y guapos y no bailan mal, pero estuvieron más de una hora en el escenario y aquello no había quien lo aguantara. Menuda manera de cargarse un festival que había comenzado tan bien y que prometía tanto y tan bueno.

Los que organizan los festivales no aprenden de los errores. ¿Tan difícil es preparar un cartel de tres horas, como mucho? Al parecer, sí. Así que cuando salió la gaditana Mariana Cornejo, diciendo, encima, que le habían metido prisa, recogimos los bártulos y regresamos a casa decepcionados con el resultado final de un festival que lo tenía todo para enamorarnos. Y no nos referimos a los chicotes que nos pusieron toda la noche delante del escenario luciendo masa muscular de gimnasio.

Esta vez le ha tocado a Poveda. Fue el que cerró, y lo hizo cuando en el Aljarafe sólo se escuchaban los ladridos de los perros abandonados. Lo mejor, aparte de Miguel de Tena y La Debla, el homenaje a Cristóbal Vargas Suárez, el gitano más flamenco de Tomares. Su poema nos emocionó y nos puso a correr unas lágrimas por las mejillas. Cristóbal es una joya, un artista muy querido en Tomares por su arte y su humanidad.

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