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Historia de una cacería protagonizada por los de siempre

Pinchado el globo del supuesto atentado al patrimonio cultural de Sevilla con la reforma del Bar Laredo, quedamos a la espera de asistir a otro capítulo más protagonizado por los verdaderos vigilantes de la pureza y la integridad de nuestra ciudad.

el 15 sep 2009 / 07:51 h.

Pinchado el globo del supuesto atentado al patrimonio cultural de Sevilla con la reforma del Bar Laredo, quedamos a la espera de asistir a otro capítulo más protagonizado por los verdaderos vigilantes de la pureza y la integridad de nuestra ciudad.

Así que destrozada y aniquilada la fama y el buen nombre de una honesta y trabajadora familia de hosteleros, que se atrevió a cometer tan gravísimo atropello, será cuestión de disponernos a asistir a un nuevo episodio pilotado por nuestros conocidos guardianes de las esencias que se esfuerzan, desinteresadamente, por preservar el entorno en el que nos movemos, el que ellos y sólo ellos consideren necesario conservar aunque sea mediante el insulto, la descalificación pura y dura e, incluso, con llamamientos al boicot y al aniquilamiento público de todo aquel que caiga en sus garras.

Se mueven totalmente a sus anchas en busca de otra presa sin que les importe el daño que hacen no ya al patrimonio material, con sus planteamientos anclados en el conservadurismo más carca, sino a las personas que, recordemos, deben ser para todos, en definitiva, el principal bien a preservar en esta tierra, por encima de las demás cosas.

Un linchamiento que nadie ha hecho nada para evitar . Sencillamente, hemos asistido a un auténtico linchamiento con una escalada de acusaciones y descalificaciones propias de estudio en las facultades de periodismo, si es que en estos centros de sabiduría sobre las Ciencias de la Comunicación tienen tiempo para reparar en estos asuntos. Todo ha sido de verdadero manual. Se denunciaba con grandes alardes el inexistente desmontaje de lo que no era más que pura cochambre con la que, al parecer, nuestros próceres se sentían tan identificados.

Y como eso no era suficiente, la cuadratura del círculo, ya que en su afán fiscalizador atribuyeron, falsamente además, a sus víctimas ciertas afinidades ideológicas con los actuales gobernantes. Un signo más, decían, del "régimen" que tan denodadamente vienen combatiendo sin descanso. Así que lo mejor, lo más eficaz, era señalarlos cuestionando de raíz el buen hacer de esta gente en Sevilla desde hace décadas, negándoles así, la legitimidad social que se han ganado a pulso, producto, sólo y exclusivamente, de su sacrificio y esfuerzo.

Tardía reacción de las autoridades competentes . Lástima que los pronunciamientos a favor de las autoridades competentes hayan llegado tan tarde. A pesar de que se estaba respetando la legalidad, la administración pública podría haber tenido más diligencia, reaccionando con rapidez y claridad para dejar las cosas bien sentadas desde un principio.

Al final, todo ha encajado pero nadie debe olvidar, y menos los propios afectados, la crueldad que proyectan determinados debates en esta ciudad, discusiones ficticias promovidas por los que quieren acaparar para sí la ciudad. Poco importa que hayan tratado de acabar con unos esforzados industriales que arriesgan dinero de su bolsillo

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