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Historia del viaje pileño al mar

Unas 350 fotografías rememoran el éxodo del pueblo hasta Matalascañas.

el 01 mar 2010 / 19:51 h.

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Una de las 350 fotografías que componen la exposición y que describen el proceso del viaje.
Desde comienzos del siglo XIX, los pileños, ansiosos de mar, iniciaban una larga ruta. Partían de Pilas en carros de mulas, y por la carretera llegaban a Villamanrique. Cruzaban el Pinar de las Manchas, Hato Blanco y las Pajareras, hasta llegar a la Laguna de Santa Olalla, para ellos la Pará. Allí dejaban los carros y cruzaban a lomos de las bestias, cargadas de provisiones, las dunas. Entonces, el aroma del mar les anunciaba el fin.

El camino de la playa o de los baños, como se conoce a esta travesía, ha sido el eje central de la VIII Jornada de Historia de Pilas, un acontecimiento que se desarrolla cada año y que en esta ocasión presentó un recorrido fotográfico y documental de la relación entre los ciudadanos de Pilas y la playa de Matalascañas.

Las 350 fotografías presentadas en Pilas y Matalascañas, historia de un idilio, han generado conmoción entre los pileños. Los recuerdos, antes guardados en cajas de zapatos o antiguas latas de galletas, han provocado las lágrimas y risas de muchos que se descubren jugando en la orilla del mar con remotos trajes de baños: "¡Mira, acabo de encontrar a mi padre!", declara emocionada una pileña.

De ahí el éxito de la muestra, que en su primer fin de semana recibió más de 1.500 visitas: "La gente del pueblo colaboró prestándonos sus imágenes. Lo interesante es el culto que con esta iniciativa se hace a la fotografía, a la memoria histórica", comenta Francisco Barragán, técnico de la delegación de cultura del Consistorio y responsable de la exposición.

 De hecho, las fotografías han descubierto historias que eran desconocidas para la gente del pueblo: "Aquí hay uno al que le dicen El Pescaíto, y el otro día nos enteramos, viendo una foto, que el nombre le viene porque su madre se puso de parto un verano dentro del agua", comenta el promotor del proyecto.
Son muchas las historias que la exposición ha contado. De hecho, la foto más antigua data de 1911, mientras que la más actual, la última que el recorrido presentaba, es de 1982, que fue la fecha "del fin del idilio".

Durante esos años, los pileños y pileñas, al principio en carros y más tarde en los camiones y autobuses de las familias Moreno y Cuesta, peregrinaban durante más de un día para pasar, desde primeros de julio hasta finales de agosto, las vacaciones en la playa.

Antes de la llegada de los playeros, se construían las chozas. Eran túneles de paja obtenida de lo que daban los alrededores y construidas por los choceros. Los usuarios las arrendaban por tramos, separándolos con mantas, telas o cañas. Algunas se explotaron como fondas y ventas: "Había dos hoteles, uno se llamaba hotel Barracón", explica Barragán, que además cuenta que había varios bares y un cine, por supuesto, de verano.

La vida en los túneles recordaba a un pueblo de la época: con hornos de pan, pozos de agua dulce y vendedores y arrieros que traían productos para vendérselos a los veraneantes. Pasado el periodo estival, las chozas se desmantelaban, aunque se recuperaba la paja que se almacenaba en almiares hasta el próximo año.

Sólo unas cuantas permanecían, las llamadas chozas de agua, que estaban preparadas para que pescadores y coquineros de Pilas resistieran el invierno en Matalascañas.  Pilas y Matalascañas, historia de un idilio recogió el proceso de este éxodo al mar en dos salas. En la primera se describió el viaje y la vida en Matalascañas.

En ella se mostraron los medios que se empleaban para viajar (carros, motos, autobuses), las distintas etapas del viaje, el proceso de construcción de las chozas y la vida en ellas, el trabajo en la playa y el uso de los animales, la evolución de las prendas de baño y las formas de pasar el tiempo. La segunda sala mostró fotografías de la gente posando, un área más nostálgica que finaliza con instantáneas de 1981, cuando, por razones de protección medioambiental, se derribaron las chozas, ya construidas con madera, y se potenció la creación de la macro urbanización de la Torre de la Higuera, actual Matalascañas.

La exposición, que se celebró en la Casa de las Cultura, cerró sus puertas el pasado 28 de febrero, pero los pileños saben que  aún hay mucha historia por desempolvar. Tanto, que el Archivo Fotográfico, Filmográfico y Sonoro tiene previsto realizar  otras dos muestras: Paseando por Pilas y Pilas y el deporte. 

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