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Historia taurina del día de la Virgen

La festividad de Nuestra Señora de los Reyes ha estado tradicionalmente unida a la celebración de festejos taurinos de todos los kilates.

el 15 ago 2014 / 09:00 h.

El doctorado de Pepe Luis marcó la fecha del 15 de agosto en la historia del coso baratillero. / Archivo Rodríguez de la Vega El doctorado de Pepe Luis marcó la fecha del 15 de agosto en la historia del coso baratillero. / Archivo Rodríguez de la Vega

La historia no siempre es como se cuenta;ni siquiera como se recuerda. La fecha del 15 de agosto, mitificada en la memoria del aficionado, pertenece a un tiempo idealizado que debe mucho a ciertos acontecimientos como el doctorado de Pepe Luis, que marca a fuego los anales taurinos de una festividad en la que cualquier tiempo pasado sólo fue anterior. La reducción de la temporada hispalense a lomos de la crisis económica y las nuevas costumbres se llevaron por delante este evento que, con excepciones puntuales, siempre había ido renqueando. Si nos marcamos el plazo de un siglo para analizar su historia no encontramos ningún festejo mayor el día de la Virgen de los Reyes de 1914. Tampoco los hubo en las siguientes temporadas. Hay que escalar hasta 1919 para reseñar la primera novillada –nada de corrida de toros– en coincidencia con la festividad de la Virgen: Navarro de Brenes, Montañesito y Jumillano, que resultó herido. Al año siguiente –el de la muerte de Gallito– se celebró un espectáculo sin trascendencia que saca en esta historia el breve rastro de la efímera Monumental que cerraría sus puertas ese mismo año. Pero no hubo toros en la plaza de la Maestranza el 15 de agosto de 1920.

La Edad de Plata trae nuevos aires al viejo coso del Baratillo. En vísperas de la Virgen –el 14 de agosto de 1921– se celebra un mano a mano novilleril entre Pablo y Marcial Lalanda. Hay nuevas novilladas en 1922 y 1923 con carteles de escaso fuste pero en 1924 se produce el debut de Cagancho, que cautiva a Sevilla. El diestro gitano vuelve a torear en la misma fecha al año siguiente con mucha menos suerte. Pero la noticia de aquel día es el debut del infortunado Curro Puya, que para el tiempo con su capote prodigioso.

Hay que llegar a 1926 para encontrarnos con la primera corrida de toros: nada más y nada menos que El Gallo, Juan Belmonte y Sánchez Mejías. La anécdota luctuosa de esa jornada fue la muerte del célebre banderillero Blanquet, que cayó fulminado de un ataque al corazón después de torear. Las novilladas retornan –no hay nada en 1928– en 1927 y 1929, el año de la gran Exposición Iberoamericana, sin dejar demasiados recuerdos reseñables. En 1930 no hubo toros el 15 de agosto pero sí al día siguiente. Fue una novillada de noveles en el que resultó cogido mortalmente el novillero Francisco Losada por una res de Anastasio Martín que le arrancó la femoral. Los cuatro años siguientes pasan sin festejos mayores y sólo se recuperan en 1935, con una novillada picada que resulta triunfal para Pascual Márquez, que impacta en la Maestranza cortando una pata.

Sevilla llevaba casi un mes controlada por Queipo de Llano el 15 de agosto de 1936 y no hubo toros. Pero el clima bélico se hace patente en el festival patriótico organizado al año siguiente en vísperas del día de la Virgen. Chicuelo, el Niño de la Palma y Cagancho torean a beneficio de la II Bandera de Falange Española. La temporada de 1938 implica cierta vuelta a la normalidad. Pepe Luis Vázquez, que había debutado con picadores el 6 de junio anterior, alterna con Juanito Belmonte -el hijo natural del Pasmo de Triana- y un tal Luis Díez. Pepe Luis repite en 1939 pero la fecha del 15 de agosto quedaría indiscutiblemente unida a su nombre a partir de 1940. Pepe Bienvenida le cedió un ejemplar de Curro Chica en presencia de Gitanillo de Triana. Ya era matador de toros y acababa de cimentar la leyenda de una fecha que siempre anduvo a trompicones.

Las novilladas vuelven al 15 de agosto entre 1941 y 1945: en este lustro de transición se pueden reseñar los nombres de Rafael y Pepín Martín Vázquez, Pepe Dominguín, Antonio Bienvenida, El Choni o El Andaluz. Las corridas de toros retornan en un brevísimo trienio: la de 1946 reúne a los diestros Armillita, Gitanillo de Triana y un jovencísimo Luis Miguel Dominguín. El festejo, que estuvo precedido de la actuación del caballero rejoneador Pepe Anastasio, resultó apoteósico y fue organizado por la Asociación de la Prensa. También hay corrida de toros en 1947, esta vez organizada por el marqués de Contadero a beneficio del sanatorio de Jesús del Gran Poder. El rejoneador Joaquín Pareja Obregón precede a Gitanillo, Pepe Dominguín y Julio Pérez Vito. Se cierra este breve intervalo en 1948 con la alternativa del portugués Manolo Dos Santos de manos de Chicuelo y en presencia del Andaluz. Entre 1949 y 1959 se dibuja una larga década en la que sólo se celebran novilladas, eso sí con un listado de toreros que hoy producen envidia sana. Podemos anotar, entre otros, los nombres de Juanito Bienvenida, Manolo Carmona, Malaver, Juan Posada, Pablo Lozano o el de Manolo Vázquez. La lista se completa con otros toreros que alcanzarían nombradía futura en uno u otro escalafón como Pedrés, Jaime Ostos, Chicuelo II, Ruperto de los Reyes, Joaquín Bernardó, el mexicano Joselito Huerta, El Pío, El Trianero, Rafalito Chicuelo, Curro Puya... hasta llegar a los grandes Paco Camino, Diego Puerta, Mondeño y Curro Romero que debutan en esos años fundamentales que preparan la Edad de Platino del toreo.

El 15 de agosto de 1960 se despacha con una corrida de circunstancias –Murillo, Pacorro y González– a la que siguen sendas novilladas sin historia en los dos años siguientes pero El Cordobés, recién alternativado, llena la plaza hasta los topes el día de la Virgen de 1963. Vuelven las novilladas entre el 64 y el 67, arrojando nombres que siguen sonando en el aficionado:Hablamos de Susoni, Astola, El Pireo, Riverita, Capillé, Pedrín Benjumea, El Almendro, Manolo Cortés... El azteca Alfredo Leal alterna con Curro Romero en la original corrida hispano-mexicana de 1968. Al año siguiente José Luis Parada, que aún es novillero, se encierra con seis utreros de Guardiola. El cierre de la década también marca un nuevo cambio generacional:Marcelino, Galloso y Manzanares son los encargados de despachar la novillada de 1970. Dentro del tono gris de la década hay que marcar dos fechas fundamentales:la reaparición de Bienvenida en 1971, que repetiría en 1973 acompañado de Romero y Paula en una corrida de feliz recuerdo. Los nombres de Curro Durán, Pepe Luis Vázquez hijo o Pepe Luis Vargas son los más destacados de esta década que vuelve a imperar el formato de novillada.

Las corridas de toros llegan para quedarse a partir de 1982 aunque la papeleta de 1984 se salvó con una de rejones. Son festejos de medio tono en los que sorprende encontrar nombres como el de Manili, Juan Mora, Ortega Cano, José Antonio Campuzano o Roberto Domínguez. El novillero Manuel Caballero da cerrojazo a la década encerrándose en solitario. En 1991 participa un jovencísimo Enrique Ponce y en el 92, Pareja Obregón despacha seis toros en solitario. Son años de alternativas, como las de Cuqui de Utrera (1993), Manolo Corona (1994), Vicente Bejarano (1996) y Domingo Triana (1997). El festejo entra ya en una curva declinante en la que aún hay que anotar los trofeos logrados por El Cid en 2001 y 2002 antes de entrar en una década gris protagonizada por toreros de segunda fila.  El final de la historia tiene sabor agridulce:Pepe Moral, Nazaré y Oliva se la juegan de verdad en 2009 con un corridón de Martín Lorca. Luis Mariscal cae gravísimamente herido en 2010 y Nazaré rompe en gran torero en 2011 el mismo día que le echan un toro al corral a Agustín de Espartinas. Ésa fue la última, por ahora.

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