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Homenaje a Miguel Méndez Cuesta, 'inventor' del mortero de cal

Con 82 años, todavía sigue al pie de su empresa, Cumen, un referente en el revestimiento de edificios

el 26 sep 2009 / 19:02 h.

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Arquitectos de renombre, artistas, fotógrafos, empleados y hasta un centenar de profesionales del ramo, pero sobre todo amigos, se reunieron esta semana para rendir un emotivo homenaje a Miguel Méndez Cuesta, industrial y químico "metido a albañil", que a sus 82 años sigue al pie de su mayor empresa: la recuperación del estuco para el embellecimiento de la trama urbana de muchas localidades de España y de otros países, un oficio que el mismo define como "vestir edificios".

Venidos de todo el país, los invitados se reunieron en el hotel Los Seises, un marco que no fue elegido al azar, ya que parte de su estructura está labrada con mortero de cal, el estuco que Miguel ha trabajado durante más de medio siglo, redescubriendo las viejas técnicas artesanales para cubrir fachadas de edificios con cal y que han llevado a su empresa Cumen, ubicada en Dos Hermanas, a ser un referente de estos procedimientos a nivel internacional.

Con su trabajo, ha reinventado el arte del estuco en las construcciones, recuperando oficios como el de estucador y técnicas de arquitectura que se habían perdido hacía muchas décadas con la llegada del hormigón, además de generar muchos puestos de trabajo en la provincia de Sevilla, algunos de los cuales han servido "para exportar el empleo de la ciudad a muchos lugares de España y el extranjero", como señalaba Justo Mena, compañero de Miguel durante casi 20 años y que se reconoce casi como "un hijo" de él, ya que con su forma de ser y su trato "ha conseguido construir una familia a partir de sus trabajadores". El mismo Mena añadía que Miguel es "un empresario que ha generado mucho empleo, pero además ha conseguido algo muy difícil, crear vocación".

"Nos ha dado un sentido artístico a nuestro trabajo, logrando que luchemos por algo más que el sueldo creando un gremio que hoy día le está muy agradecido", comentaba, tras dar junto a sus amigos la fiesta sorpresa al homenajeado."Me engañaron. Yo pensaba que iba a un convite con unos empresarios y llego aquí y me veo rodeado de arquitectos, artistas y hombres con los que llevo trabajando 40 años", señalaba Miguel, que recibió como regalo un libro con imágenes de todos los edificios, restaurados o de nueva construcción, en los que ha trabajado en su dilatada carrera."Parece que los químicos no existimos en España, pero nuestra profesión está en todas partes, en un cuchillo, en un coche, en un armario... toda una riqueza que aquí se ha desperdiciado siempre", se lamentaba Miguel, que reconocía haberse "metido a albañil", profesión en la que descubrió la importancia de los recubrimientos, donde el estuco hace la labor de "vestir los edificios embelleciendo lo que todo el mundo puede ver desde la calle".

"He recuperado las técnicas y procedimientos de los romanos, trabajando con bases de cal para hacer estuco con el que se embellecen los recubrimientos de las construcciones", una fórmula que ha causado furor en la arquitectura moderna y que es usada desde hace más de 20 años en toda España, además de en diversos países europeos.

No es raro cruzarse con estucadores sevillanos trabajando en edificios de Holanda, por ejemplo. En todos sus años de experiencia, Miguel se siente orgulloso de haber revestido muchos edificios históricos de Sevilla "con los materiales que tenían cuando era la capital del mundo", un hecho que ha propiciado que miles de turistas se maravillen al contemplar obras de restauración como las del Alcázar, el Palacio arzobispal o la Iglesia del Salvador, entre otros, edificios cuyo colorido se ha conseguido con el arte milenario con el que trabaja su empresa. Antonio Barrionuevo, arquitecto y uno de los organizadores de la velada, comentaba sobre este empresario que es "un personaje infatigable, muy implicado en su trabajo, pero que ha pasado desapercibido por el público pese a todo lo que ha hecho por la ciudad de Sevilla y, sobre todo, por la gente que le rodea".

Y es cierto que su nombre no es muy conocido fuera del mundo de la construcción, aunque la asistencia de 110 personas, que se costearon de su propio bolsillo el desplazamiento y alojamiento para asistir al homenaje, da una idea de su personalidad y del esfuerzo que ha realizado durante 50 años al frente de su empresa.

Además, su labor se ha completado a base de luchar e implicarse en todos los proyectos. Como se escuchaba en las mesas del almuerzo, algunos de sus compañeros destacaban que siempre "se moja" en el trabajo, incluso ahora en una edad a la que muchos se abrían retirado. Miguel "viaja a cualquier obra". Uno de los comensales recordaba que "cuando no sé cómo enfrentarme a un edificio, o tonterías como elegir el color, Miguel es capaz de viajar a Gerona o al País Vasco al día siguiente para aconsejarme". Un ejemplo más de su dedicación.

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