Honor al patrón de la Sierra

Castilblanco de los Arroyos celebró este fin de semana la romería y procesión de San Benito que contó, como cada año, con la asistencia de miles de devotos de toda la provincia

El real de Castilblanco abarrotado de fieles y devotos llegados de diversos puntos de la provincia para ver la procesión de San Benito. Foto: F. J. Domínguez El real de Castilblanco abarrotado de fieles y devotos llegados de diversos puntos de la provincia para ver la procesión de San Benito. Foto: F. J. Domínguez En medio de la sierra hay una ermita chiquita de color blanco, como cantaba El Pali en sus memorables sevillanas. Pequeña de extensión pero inabarcable en devoción, la de las incontables personas que se dan cita este fin de semana. Castilblanco de los Arroyos celebra la romería en honor de su patrón, San Benito, cita que un año más congrega en el recinto sagrado a varios miles de peregrinos. El sábado concluyeron los caminos de la Hermandad Matriz y las tres filiales, con el anhelo de la pronta llegada del domingo. La presentación con los estandartes ante la ermita es el prólogo de la jornada grande de alabanza al santo benefactor. La misa temprana del domingo, oficiada por el director espiritual de la hermandad, Pablo Sánchez Andino, abre el día grande de San Benito. Es una jornada de nervios y de felicidad, de reencuentro con el milagroso santo para agradecerle todo un año de favores. Las guitarras y voces del coro de la hermandad de San Benito de Cantillana dan comienzo a la función de hermandades, celebrada a las 10.30 horas en la explanada delantera de la ermita, y oficiada por el sacerdote Carmelo María Santana. Cientos de velas al patrón encendidas como ofrenda al Patrón. Foto: F. J. D. Cientos de velas al patrón encendidas como ofrenda al Patrón. Foto: F. J. D. En la homilía desarrolla el papel del Santo como Padre, Patrón y Patriarca. La comunión general de todos los presentes da paso a una espera que se jalona de rezos, cantes con amigos y visitas continuas a la ermita, para agarrarse a las rejas del presbiterio y dedicar padrenuestros agradecidos al Patrón de la Sierra por su protección constante. Tiene el Santo ganada su fama de milagroso, por eso tantas personas se congregan aquí en esta celebración. Hay cola para comprar velas en las tiendas de recuerdos y artículos de la hermandad, y cola para encenderlas en los quemaderos junto a la capilla votiva, donde apenas queda espacio para depositar más cirios de gratitud. Cientos de curiosos leen los exvotos que cuelgan en las paredes del cuarto de los milagros, a la derecha de la ermita, y donde de forma furtiva un devoto ha dejado hoy un nuevo agradecimiento. Más allá, otra estancia agrupa trajes de comunión y de novia, prótesis ortopédicas, fotos y un sinfín de objetos, testimonios silenciosos de peticiones y ofrecimientos, promesas anónimas ante las que el Santo ha mediado. La devoción a San Benito trasciende fronteras. Miles de las personas que se congregan aquí han venido con las hermandades filiales, como José Manuel, que es el tercer año que hace el camino con la Hermandad de Cantillana. «Me mueve la devoción, y vengo a dar gracias y pedir salud». Al margen de las hermandades, muchas son las personas que a pie, en vehículos particulares o en autobuses expresamente fletados vienen a rendir honores al Padre de la Fe. San Benito, ya en la calle ante sus numerosos fieles. Foto: F. J. D. San Benito, ya en la calle ante sus numerosos fieles. Foto: F. J. D. De Guillena, Burguillos, Sevilla o incluso localidades tan alejadas como Utrera se congregan devotos. Uno de ellos, Ramón Cabeza, ha venido andando desde Alcalá del Río. Ha hecho el camino durante la noche. Es la primera vez que ha venido andando, y lo ha afrontado lleno de ilusión: «Mi petición para San Benito es casi la misma que la de todos los que hacemos el camino: salud, más salud y si sobra algo... ¡un poco de trabajo!». La jornada se desgrana entre fiesta y oración, y a las ocho de la tarde la pequeña campana de la ermita anuncia el momento. La Banda de Música Virgen de las Angustias de Sanlúcar la Mayor interpreta la marcha real, San Benito ya está en el porche de la ermita y se reencuentra de nuevo con su pueblo. Se suceden vivas emocionados al Patrón de la Sierra, y el reverendo Carmelo María Santana le dedica desde el púlpito un enfervorizado sermón. Las devotas sambeniteras mecen las andas, que este año han sido restauradas por el artista castilblanqueño Jesús Manuel Romero. Mientras se suceden las marchas, el Santo avanza por el Real de la Ermita precedido por los estandartes de Tocina-Los Rosales, Cantillana y Brenes. La procesión son apenas un centenar de metros, un recorrido ascendente hasta la cruz que corona el real, donde los estandartes se retiran y se emprende la procesión de vuelta. San Benito avanza dificultosamente entre el gentío emocionado que le dedica sin cesar alabanzas y le acerca a niños pequeños para que los bendiga con su mirada. Casi tres horas después, el paso vuelve a posarse en el porche de la ermita. Se produce uno de los momentos más esperado, la puja de bancos, una subasta para conseguir una manigueta y poder llevar al Santo al interior de la ermita. Eduardo Oliveros, colaborador de la Hermandad Matriz, va guiando la puja, en la que ya sí pueden participar hombres, y donde incluso familias completas ofrecen dinero por tener este honor. Todo es poco, muchas son las razones que mueven a los devotos a ofrecer hasta 2.000 euros. Como siempre, en la motivación de cada puja hay el cumplimiento de una promesa, el agradecimiento continuo. Al filo de la media noche concluye la celebración. San Benito de nuevo se encuentra en el presbiterio de su ermita y los devotos retoman el camino de vuelta. Una despedida que este año abre una corta espera, pues en octubre se celebrará el cincuentenario de la proclamación del Santo como Patrón de Europa.

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