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Hoteles y catering son los más reticentes a permitir a sus empleadas a vestir pantalones

¿Discriminación o imagen corporativa? Hasta ahora los tribunales han fallado a favor de las empresas que obligan a sus trabajadoras a llevar uniformes de falda. Pero más allá de obligaciones jurídicas, se impone la tendencia a ofrecer la posibilidad del pantalón.

el 15 sep 2009 / 20:45 h.

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¿Discriminación o imagen corporativa? Hasta ahora los tribunales han fallado a favor de las empresas que obligan a sus trabajadoras a llevar uniformes de falda. Pero más allá de obligaciones jurídicas, se impone la tendencia a ofrecer la posibilidad del pantalón. Hoteles y catering son aún los más reacios.

El tema vuelve a estar de plena actualidad después de que el Tribunal Superior de Justicia desestimara la denuncia presentada por CCOO contra las Clínicas Pascual de Cádiz por obligar a sus enfermeras y auxiliares de planta y consultas externas a llevar falda, delantal y cofia, frente a las trabajadoras de otros servicios y sin opción a elegir entre falda y pantalón. El conflicto llegó hasta el ámbito político, ya que la clínica está concertada con el SAS y desde la consejera de Igualdad al propio presidente andaluz Manuel Chaves se mostraron contrarios a la postura empresarial y se ofrecieron a mediar.

No ha sido el único varapalo judicial a las demandas de las trabajadoras en cuestión de vestimenta laboral. En 2001, el Supremo dictaminó que la imagen del trabajador pertenece a la empresa en horario laboral, contra un recurso presentado por el comité de empresa de las azafatas del AVE. Tres años después, con la llegada de una mujer a la cartera de Fomento, Magdalena Álvarez, lograron su objetivo.

Sin embargo, más allá de los tribunales, las empresas tienden cada vez más a ofertar la posibilidad de elegir a sus empleadas, según explica Luis Rodríguez, el delegado para Andalucía del grupo Joma's, responsable de los uniformes del Parlamento de Andalucía, el Hotel Vértice o los restaurantes del grupo Abades y las cadenas de supermercados Mercadona, Alcampo o Carrefour. No obstante, Rodríguez reconoce que algunos sectores son más tradicionales, fundamentalmente la hostelería y la restauración.

En el caso de los hoteles, mientras el personal de recepción suele poder elegir, en el equipo de limpieza -un sector muy feminizado- persiste el tradicional vestido con delantal. Lo mismo ocurre en los restaurantes y catering: en la cocina predomina el uniforme tipo pijama (de pantalón) pero entre las camareras, domina la falda o pichi.

En los supermercados, en los últimos años se ha impuesto el pantalón para todos los trabajadores. Rodríguez reconoce que las empresas públicas son las más concienciadas y suelen dar a elegir entre falda o pantalón porque saben que no hacerlo puede acarrear problemas de imagen pública.

Desde el sindicato UGT-Andalucía, el responsable del sector turístico, Rafael Navas, admite que en hoteles y catering predominan las faldas. El sector turístico emplea en Andalucía a unas 500.000 personas de las cuales 200.000 son mujeres, si bien éstas ocupan los puestos de menor cualificación como camareras de piso o gobernantas.

Navas reconoce que en la negociación de los convenios colectivos, los sindicatos aún tienen que pelear muchas veces por que la ropa de trabajo sea proporcionada por el empresario y no suponga un coste adicional para el empleado por lo que se suele fijar esta condición pero no se especifica el tipo de uniforme.

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