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Ikea reclama su suite real

Aceptar los términos tal cual reclama Ikea, es hacer una recalificación a la carta con un único beneficiario.

el 05 mar 2012 / 13:22 h.

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Interior de la tienda de muebles que la multinacional sueca tiene en Castilleja de la Cuesta.

Se acuerdan de Pretty woman? No me digan que no... porque no les creo. Las audiencias no mienten y pese a ser uno de los filmes más repetidos en la historia de la televisión, siempre se cuela entre los programas más vistos. Además pueden confesar sin miedo que les gusta, no es cine español que es lo que está mal visto. Pero voy al grano. En concreto quiero que rememoren el pasaje en el que el infalible y millonario empresario Edward Lewis (Richard Gere) le pide a la joven y guapa prostituta Vivian Ward (Julia Roberts) que se quede a pasar una noche más (sin pagar, claro) después de una semana de película (perdonen el chiste fácil). Ella le dice que no, que QUIERE MÁS (creo que no es por el dinero, que se refiere al amor verdadero). Y él, muy comprensivo, le responde que la entiende perfectamente porque él inventó ese concepto (creo que la SGAE no está de acuerdo). Bueno, esto es una película de Hollywood y no se le puede pedir más. Pero quería que recordaran esto porque esa relación me suena mucho a la que mantienen el Ayuntamiento de Sevilla e Ikea. Ahora me explico y espero que me entiendan.

El alcalde Zoido prometió a la multinacional del mueble barato -y a todo aquel empresario con un gran proyecto para Sevilla- el oro y el moro. Una terminología que traducida al mundo de los negocios significa una recalificación a la carta. O al menos eso es lo que ha interpretado Ikea. Les pongo en antecedentes. Horas antes de que comenzara el Congreso Nacional del PP, que al igual que el del PSOE se celebró en Sevilla, Zoido anunció que había "desbloqueado" el proyecto de la segunda tienda de Ikea después de meses en punto muerto. Según el protocolo que vendió el alcalde aquel 17 de febrero, la empresa sueca tendría a su disposición los 149.000 metros cuadrados que siempre había reclamado, pero a cambio tendría que adaptar su proyecto.

¿Cómo? La idea sería ubicar la parte no comercial (almacenes, oficinas...) en un edificio separado, en la parcela de 25.270 metros cuadrados de techo destinada ahora a uso terciario. En los 123.730 metros cuadrados para uso de gran superficie comercial (que es lo que permite el PGOU) iría la tienda de Ikea y el resto de los comercios. Además, el Ayuntamiento de Sevilla se compromete a agilizar y contratar las obras del tramo de tres kilómetros de la SE-35 -que conectaría San Nicolás Oeste con Emilio Lemos- necesarios para los accesos a la tienda. En total, 50 millones de euros. Sin necesidad de ser un experto economista ni un as en los negocios, parece un acuerdo bastante satisfactorio para la empresa. Pero no, Ikea quiere más. Y por eso digo que esta relación me recuerda a la Richard Gere y Julia Roberts en Pretty woman. Pero la compañía sueca, que al igual que nuestros políticos también sabe que estamos en una importantísima campaña electoral, no busca precisamente amor para toda la vida, quiere la alfombra roja y el hotel de cinco estrellas -el cambio del PGOU- que prometieron para los grandes proyectos de la ciudad (categoría, por cierto, en la que no debe entrar la torre Pelli). Pero por qué se preguntarán. La respuesta es fácil: es una empresa y como cualquiera quiere beneficios económicos. Y mientras más, mejor. Por otro lado, algo totalmente lícito.

Ikea lo que busca es 25.000 metros cuadrados más de edificabilidad lucrativa de lo que permite el Plan General, un terreno para revender a otros operadores comerciales con el objetivo de lograr que el coste de apertura de la tienda sea cero, tal y como ya ha hecho en Jerez. Aquí el problema no es de espacio, el que marca el PGOU para San Nicolás Oeste daría para hacer seis centros similares al de Castilleja de la Cuesta. Aquí lo que se dirime es si se altera el Plan Urbano para que una compañía (que no los sevillanos) obtenga más beneficios de los permitidos. No hace falta ser un avezado analista para darse cuenta que ese plan es un pelotazo para la empresa.

Hasta tal punto que la asociación de comerciantes de Sevilla (Aprocom) ya ha pedido la vez y reclama el mismo trato de favor. También lo sabe Ikea, que es consciente que está pescando en río revuelto. Ante la voracidad de esta crisis, insinuar que se puede perder una inversión es un drama. Nadie pone en duda que la apertura de esta segunda tienda supondría una importantísima inyección económica -360 millones de euros entre la multinacional y los promotores-, además de la creación de 7.000 puestos de trabajos entre directos e indirectos. Pero aceptar los términos tal cual reclama Ikea, es hacer una recalificación a la carta con un único beneficiario. Y les doy una pista, no son los sevillanos.

En Twitter @_atrujillo79

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