¿Quién teme al rojo? Esta pregunta, pintada en grandes caracteres en una litografía de Valerio Adami, podría resumir a la perfección el espíritu de la exposición que hoy abrirá sus puertas en la Sala Santa Inés. La muestra, patrocinada por la Fundación Cruzcampo, procede de la colección particular Martínez Guerricabeitia, actualmente depositada en la Universidad de Valencia.
El centenar de piezas seleccionadas para la ocasión, de las 483 que integran la colección en total, proponen un repaso –bastante imponente, sea dicho de paso– de lo que ha dado de sí el compromiso político y social –entendido en un amplio sentido– a lo largo de los últimos 40 años, los correspondientes al periodo democrático.
Sin atender “a criterios artísticos ni cronológicos”, en palabras del comisario, Francisco Sebastián, la muestra acoge propuestas muy diferentes que, no obstante, acaban ofreciendo un discurso homogéneo. Las dos primeras salas despliegan a los ojos del espectador un muestrario de históricos de la pintura española de la Transición, desde Rafael Canogar a Juan Genovés, pasando por Agustín Ibarrola, Juan Barjola, Equipo Crónica, Eduardo Arroyo, Monjalés o José Luis Verdes, con la presencia adicional, y nada disonante, de obras de Josep Renau, célebre muralista y cartelista de vanguardia, fechadas en los últimos años 70.
Junto a estos nombres se disponen obras de otros autores que, aunque más jóvenes, resultan imprescindibles para conocer el devenir posterior de la plástica española, con una importante representación andaluza. La lista es larga y en ella destacan nombres como los de Guillermo Pérez Villalta, Chema Cobo, Juan del Campo y Antoni Miró.
Tampoco falta una nutrida y exigente selección de la mejor obra gráfica del arte contemporáneo español, con artistas de la talla de Eugenio Chicano, Antonio Saura, Eduardo Chillida, Antonio Tàpies, José Caballero, Alberto Corazón, Rafael Alberti o José María Yturralde.
La colección Martínez Guerricabeitia seduce igualmente por la convivencia que brinda a las propuestas más jóvenes con estos indiscutibles consagrados. Así, figuran también en el catálogo obras de gente como Rogelio López Cuenca, Pedro G. Romero o Santiago Ydáñez. Finalmente, hay asimismo entre los escogidos algunos creadores internacionales, entre los que sobresalen Giangiacomo Spadari, Gérard Fromanger o Roy Lichtenstein.
“Puede considerarse arte de izquierdas”, reconoce el propio Sebastián, “pero creo que los valores en los que se fundan estas obras pueden ser muy fácilmente compartidos por todos. Todos trabajaban por un mundo mejor”, agrega el comisario.
En resumen, una formidable panorámica de la plástica de las últimas cuatro décadas que, según Cristóbal Suria, gerente de la Fundación Universidad de Valencia, “no se corresponde con una colección fácil, ni amable, sino con el lado más crítico y menos complaciente de nuestra realidad pictórica”.
El presidente de la Fundación Cruzcampo, Julio Cuesta Domínguez, definió ayer la exposición en rueda de prensa como “grito, protesta, compromiso con el arte y la vida artística y social de España”, y aseguró que la institución que encabeza “seguirá trabajando en este sentido”.
Por último, José Pedro Martínez García, hijo de Martínez Guerricabeitia, señaló que “para mi padre los objetos de su colección eran como hijos, y como tales era reticente a que salieran de casa. Si hubiera visto esto, tal vez habría cambiado de idea: la unidad de este entorno hace que la calidad de las obras se realce mucho más”, concluyó.
La muestra estará abierta hasta el 30 de diciembre y pueden solicitarse visitas guiadas en el teléfono 651 884 033.
