Toros

Javier Jiménez, un torero listo para tomar la alternativa

El joven novillero de Espartinas se despidió del escalafón menor. Más allá de las siete orejas y un rabo cortados brilló su enorme entrega.

el 19 oct 2013 / 22:44 h.

TAGS:

  • Ganado: Se lidió un novillo de Santa Ana, que saltó en primer lugar. Dos de Benjumea que hicieron segundo y quinto. El resto, incluido el sobrero que se regaló, fueron de Espartaco. Primero y séptimo fueron los que dieron más facilidades. El resto mostró complicaciones en distintos grados, especialmente el tercero.
  • Único espada: Javier Jiménez, de azul pavo y oro, oreja, oreja, ovación, dos orejas, ovación, oreja y dos orejas y rabo en el sobrero.
  • Incidencias: La plaza registró casi tres cuartos de entrada en tarde nublada, ventosa y muy desapacible.
  La labor de Javier Jiménez estuvo presidida por una gran entrega. En la imagen, pase de muleta con la derecha.  / J.M. Espino (Atese) La labor de Javier Jiménez estuvo presidida por una gran entrega. En la imagen, pase de muleta con la derecha. / J.M. Espino (Atese) La primera victoria fue la excelente entrada registrada en el coso de Tablantes en base a un público esencialmente familiar y juvenil que gozó de todas las facilidades para no dejarse un jornal en la taquilla. El resto fue cosa de Javier Jiménez, puesto, resuelto y más que preparado para afrontar una encerrona en la que los novillos no pusieron las cosas nada fáciles. Pero la veteranía es un grado y el rubio novillero de Espartinas enseñó que las cuatro temporadas que ha pasado en el escalafón menor han servido para convertirle en un torero recio, entregado y capaz, sí, pero también en un intérprete al que no le falta calidad e imaginación para solventar una papeleta tan difícil como la de ayer. No acompañó la climatología y el otoño se estrenó por fin en una tarde fresca que se calentó desde el primer lance de Javier Jiménez. El próximo matador estrenó el festejo endilgando tres o cuatro verónicas con sabor a un novillo, el primero, que tuvo nobleza en la muleta. Brilló el trazo limpio de los muletazos, dichos a media altura, en una faena variada que alcanzó sus mejores cotas en el toreo al natural. Jiménez aún se sacó alguna diablura de la chistera para abrochar este trasteo al que sólo faltó más y mejor tino con la espada. Mucho más correoso fue el segundo, un ejemplar de Benjumea que hizo cosas muy feas en el primer tercio. Poderoso, por bajo, Jiménez inició una faena templada y sedosa que tapó todos los defectos de su enemigo. Javier fue capaz de torear con milimétrico mimo para llevarlo cosido a la muleta volviendo a enseñar la importancia de su mano izquierda. Pero el joven aspirante a matador –la alternativa no se puede hacer esperar– enseñó su definitiva dimensión con el complejo y serio ejemplar de Espartaco que saltó en tercer lugar. Siempre por encima, se hizo dueño de la situación y se jugó el tipo de verdad y sin alaracas. El utrero pasaba enterándose, con violencia, y Javier Jiménez tragó tela marinera. Fue una faena muy para sí mismo, pero también para el reconocimiento de los profesionales que siguieron el hilo de su labor sabiendo que le estaba formando un lío de verdad. A partir de ahí todo fue coser y cantar. El cuarto fue otro toro por presencia y hechuras y el novillero volvió a ganar la partida gracias a su sentido del temple, esa arma secreta que permite potenciar las virtudes y limar las aristas de cualquier astado. El quinto, que derribó estrepitosamente a su picador, fue otro bicho al que supo hacer las cosas bien en una labor escenificada cerca de las tablas. Arreaba el viento, pero también arreó el novillero, definitivamente sobrado, para pasarse por la faja al precioso y complicado burraco que salió en sexto lugar. Aún quedaba mecha y regaló el sobrero, otro astado de Espartaco que le permitió expresarse a placer. El examen se pasó con sobresaliente.

  • 1