La atalaya de las marismas

El Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca invierte 172.000 euros del antiguo PER en rehabilitar el antiguo depósito del agua.

el 15 mar 2014 / 23:35 h.

En el último medio siglo, y exceptuando la torre de la parroquia de Santa María la Blanca, tal vez no haya otro edificio tan emblemático de Los Palacios, silueteado en medio de la llanura marismeña, que el del depósito del agua construido en 1970 para facilitar la presión cuando el agua potable llegaba desde el parque periurbano de La Corchuela. Con sus 27 metros de altura, la construcción servía para subir el agua a lo más alto y luego dejarla caer, y así conseguir la presión suficiente para transportarla a través de las tuberías por todo el pueblo y también por las pedanías. El depósito dejó de utilizarse hace años, pero la torre en sí, grande y hueca, quedó allí, en el corazón de la barriada del Pradillo, junto al muro de contención que rodea la localidad, como un cilindro descomunal y blanco, inútil pero de una belleza singular que desde la legislatura anterior pensaron en convertir en mirador. Entonces no se hizo, y ahora, «la situación económica no está como para invertir en el asunto», advierte el alcalde, Juan Manuel Valle (IP-IU), aunque en Urbanismo contemplaron la posibilidad –irrealizable, por motivos financieros– de acoplarle un ascensor y convertirla en un mirador de toda la marisma del Guadalquivir, pues la torre se sitúa precisamente al borde de la misma. «Desde lo alto de la torre se abren posibilidades de observación científica y turística», explica el regidor palaciego, quien pretende convertir el antiguo depósito, a largo plazo «y cuando se pueda», en «un punto estratégico dentro del plan integral de turismo de nuestro pueblo».  Buenas vistas. Dentro de la torre, sólo hay ahora una larguísima escalera de hierro que conduce arriba. Quienes han subido, como el concejal de Agricultura, Jesús Condán, aseguran que las vistas «son espectaculares». La mayoría de los palaciegos se contentan con mirarla desde abajo, ahora más espectacular y bella desde que el Ayuntamiento ha invertido un total de 172.000 euros del PER –dos tercios en mano de obra– en remozar la torre y su entorno, una parcela de algo más de 3.200 metros cuadrados que, desde la marcha de Emasesa –empresa de la que dependía– se encontraba en un estado de total abandono. El lugar se ha convertido ahora, incluso oficialmente, en la nueva Plaza del Agua, un nuevo espacio urbano recuperado para los vecinos de las barriadas colindantes e incluso para los futuros habitantes de las viviendas sociales en régimen de alquiler con opción a compra que actualmente se construyen . El proyecto, en el que predominan los colores blanco y azul, ha consistido en el pintado de la torre, así como de las pérgolas y de una nave que albergaba las válvulas y redes de agua potable tanto de Emasesa como de Aguas del Huesna y que actualmente se encuentra reservada para uso municipal aún por definir. La nueva Plaza del Agua, donde se han colocado bancos, se ha repoblado con nuevos árboles, césped y plantas ornamentales, y cuenta además con senderos de pavimento blando, a base de albero y cal.

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