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La biografía de Larrinoa y Valera, dos de los héroes de la Liga del 35

Los hijos de Larrinoa y Valera, dos de los integrantes del Betis que se proclamó campeón de Liga en 1935, rescatan los recuerdos de sus padres para El Correo.

el 28 abr 2010 / 20:09 h.

El presidente de los Béticos Veteranos deposita el ramo en el monumento.

El 28 de abril de 1935, Domingo de Feria y con Alejandro Lerroux tratando de curar la herida de la República por su implicación en las campañas de estraperlo, el Betis Balompié se proclamaba brillante campeón de Liga en El Sardinero, ante el Racing y con un ingente apoyo de aficionados. 

El conjunto blanquiverde -así era denominado por Mirón, cronista de El Correo en aquella época- se imponía al plantel cántabro con goles de Simón Lecue, Caballero y Unamuno, este en tres ocasiones (0-5).

Aunque no lograsen perforar la meta racinguista, Larrinoa y Guillermo Valera, -fallecidos-, fueron dos de los principales activos de aquel título. El Correo contactó ayer con los familiares de ambos para rescatar los recuerdos de sus padres sobre aquel glorioso capítulo de la entidad de La Palmera, entonces del Patronato.

Rufino Fernández Larrinoa, nacido el 11 de enero de 1909 en la vizcaína población de Arrigorriaga, fue uno de los emblemas del Betis de aquel mayúsculo éxito. Recaló en el club en el verano de 1933, cuando O'Connell, técnico del cuadro verdiblanco, fichó tras su periplo en el Racing.

Larrinoa, hombre de marcadas costumbres vascas y una exquisita educación según reza en los testimonios escritos de la hemeroteca de este periódico, se hospedó en una fonda de tradición bética. "Él vivió junto a mi madre en una casa en la que todo el mundo era bético", relata su vástago, Patxi Larrinoa, ahora residente en Galdácano.

"Mi padre me enseñó a ser bético", cuenta con lágrimas en los ojos. "No puedo. Es hablar del Betis y me emociono. Él fue tan feliz en Sevilla y en el club que nunca tuvo una mala palabra para nadie", recalca.

"Él se llevaba muy bien con todos los jugadores, pero, sobre todo, con Simón Lecue", asegura. Lecue era extremo izquierda y había nacido en Arrigorriaga, donde conoció a Larrinoa antes de que ambos coincidieran en la capital andaluza.

"Sé que mi padre dejó una gran huella allí, porque cada vez que íbamos para allá nos decían que era un pedazo de jugador", añade con la voz entrecortada.

"Me es difícil hablar de ello, pero sé que el peor momento llegará cuando vaya a la exposición", reconoce alguien que presenció el último reconocimiento a su padre en 2005.

Aquel año, y con motivo de la visita del Betis a San Mamés, los consejeros Ángel Martín, Rufino González y Gregorio Conejo depositaron un ramo de flores en la tumba de Larrinoa.

"Los taxistas del pueblo, que iban vestidos del Athletic, le dijeron que venían a perpetuar la memoria de un bético de pro", rescata de su memoria.

Otro de los míticos héroes de 1935 fue el sevillano José Valera Nocera, que nació en la ciudad hispalense el 26 de mayo del lejano 1916. Su hijo, Guillermo Valera, recuerda con total nitidez las imágenes que el malogrado jugador archivaba en su álbum de fotografías. "Vivía en Nervión y era más bético que nadie", asegura entre risas.

Curiosamente, Valera fue uno de los fichajes que trató de concretar en el verano de 1934 el entonces presidente del Sevilla, Ramón Sánchez Pizjuán, para reforzar al conjunto blanquirrojo. Sánchez Pizjuán era el abogado de confianza de Guillermo Valera, padre del jugador y empresario del sector de los suministros navales durante la República.

"Él lo fue todo en el Betis, pero nunca recibió un homenaje", dice con una mezcla de pena y sorpresa. "Vamos, él nunca lo pidió y no era amigo de que se lo dieran", explica su vástago. Aún así, un dato fue muy curioso en su vida.

"En los 60 él era el secretario técnico y, cuando fue a Valencia a traspasar a Ansola, el presidente del Valencia, Julio de Miguel, le dio un sobre con dinero, pero cuando no quiso cogerlo De Miguel le dijo que era honrado", arguye. "Meses después recibió la insignia de oro y brillantes del Valencia, pero la del Betis nunca la tuvo", apunta.

El Correo contactó con el hijo de Caballero, Guillermo Caballero, que se negó a realizar declaraciones y anticipó que la familia no asistirá a los actos "por motivos estrictamente personales".

La información más completa y detalles hasta ahora inéditos de la celebración, en las páginas de El Correo de Andalucía.

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