La bronca por la solvencia resucita la confrontación más dura con el Gobierno

Griñán retrata a un PP que "miente" para ganar el 25 de marzo y Arenas prevé una "herencia terrible" que "hipotecará" al próximo Ejecutivo andaluz

el 25 ene 2012 / 10:07 h.

Fue un debate intenso, duro, que giró sobre la solvencia de las cuentas públicas andaluzas y echó el cierre a una legislatura complicada en la que la crisis lo ha eclipsado todo. Las acusaciones del Gobierno de España y el Partido Popular encendiendo la luz de alarma y dando por hecho que Andalucía está en suspensión de pagos, ha abierto una brecha que era impensable hace una semana, al término del pacífico Consejo de Política Fiscal y Financiero que pactó recortes entre el Estado y las comunidades. Hay confrontación con mayúsculas, al más puro estilo de la que hubo con Aznar, y acaparó el último pleno del Parlamento antes de las elecciones. En medio Izquierda Unida. Diego Valderas dio a todos por igual y exigió que se aclare "quién miente" sobre la solvencia de Andalucía.


Los socialistas creen que el PP se ha equivocado con esta estrategia de acoso y derribo contra las cuentas andaluzas que arrancó con "la gran preocupación" de la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría. Piensan poner el foco en lo que el presidente José Antonio Griñán calificó ayer de "barbaridad que asusta" o "hecho insólito en la historia democrática de este país". Acusan al PP y al Gobierno de Mariano Rajoy de "mentir", así directamente, para ganar el 25 de marzo. Griñán lamentó ese ataque a Andalucía cuando hay comunidades como Valencia, gobernada desde hace décadas por los populares, que sí han acudido a pedir auxilio al Estado por una posible quiebra y se ha guardado "silencio" por lealtad y "porque debe ser así", dijo.


El líder del PP andaluz, Javier Arenas, dejó escrito en la víspera en su cuenta de Twitter una afirmación con pocas lecturas: "Quienes han llevado a la Junta de Andalucía a la suspensión de pagos a 2 meses de las elecciones no pueden presumir de rigor presupuestario". Extraña de un político que suele medir perfectamente sus palabras y que se mueve en el terreno de la insinucación más que en el de la acusación sin pruebas. Ayer evitó repetirlo. Interrogó reiteradamente a Griñán sobre el verdadero déficit autonómico y agitó la acusación de que los cajones de la Junta están repletos de facturas impagadas que hipotecarán al próximo Gobierno andaluz.


Griñán manejó dos datos: la deuda andaluza, dijo, asciende a 14.000 millones de euros y el déficit de 2011 rondará el 1,4%, incumpliendo los objetivos marcados pero con una desviación por debajo de la media. Arenas elevó la deuda de la comunidad a 25.000 millones de euros y repasó impagos de la Junta milmillonarios a empresas sanitarias, farmacéuticas o de obra pública. La Consejería de Hacienda ha colgado en su web la evolución de la deuda autonómica.


La Intervención General de Hacienda -máximos auditores de las cuentas públicas- ha ordenado dar por cerrado el ejercicio y posponer el pago de facturas pendientes. La Junta alega que se ha hecho igual en Madrid o Galicia. Solo admite demoras en el plazo medio de pago de la administración. Algo normal, dicen, en una crisis como ésta. "¿Le piden a la Junta que paguen al contado? Estamos haciéndolo a un año, como todos", dijo el presidente. El PP no entiende que esto sea un truco contable menor. Las facturas impagadas, sostienen, pueden elevar el déficit al 2,6%. El doble del que arroja el Banco de España para Andalucía.

El presidente andaluz buscó un cuerpo a cuerpo ideológico y no lo encontró. Interrogó a Arenas sobre su programa electoral, sus propuestas para Andalucía y sacó a relucir la subida de impuestos indiscriminada aprobada vía IRPF por el Gobierno de Rajoy. Fue duro, directo contra Arenas, a quien acusó de ser "un político demoscópico", del que no se sabe "qué piensa", que "no tiene escrúpulos ni ideología". "Un Gobierno responsable no espera hasta el 26 de marzo para tomar decisiones", señaló dando por hecho que Rajoy apretará con más recortes en cuanto pasen las andaluzas. A los suyos les encató, lo dieron por ganador y, sobre todo, ensanchó el espacio de juego de un Gobierno que se ha pasado buena parte de la legislatura acorralado en una esquina del cuadrilátero electoral.

Valderas (IU) lamentó que el PSOE prefiera que "gobierne la derecha a que crezca la izquierda" y aseguró que "el cambio no puede venir de la mano de los recortes del PP y la corrupción del Gürtel". Griñán, que dicen las encuestas que con suerte tendría que negociar con IU una coalición de gobierno, no les hizo ningún guiño: "Ustedes lo que quieren es que crezca IU para apoyar un gobierno de derechas, como hacen siempre", le espetó.Hubo choque frontal cuando Griñán llamó "vagos" a los diputados del PP. Arenas exigió disculpas aunque dudó que llegarán dada la "soberbia" del presidente. Y llegaron a rozar el ridículo ambos cuando se enzarzaron en una absurda guerra sobre los tuits que escriben o les escriben. Después de que Griñán se jactara de utilizar Twitter de forma personal, Arenas le dijo que llevaba 19 mensajes -escritos por su equipo- mientras ocupaba su escaño. Hasta hablaron de la edad. Arenas recordó que es 15 años más joven "y se nota", señaló.

El líder del PP retrató a Griñán como "el presidente más regresivo" en 30 años de autonomía. "El cambio que prometió en su investidura le duró media hora", señaló y le afeó su falta de diálogo. Tomó la iniciativa al defender una reforma de la financiación autonómica que es, dijo, lesiva para Andalucía y premia a Cataluña y Madrid. Se lo reivindicó a Rajoy e insistió en que Griñán se llevó instalado con Zapatero "ocho años en la más absoluta sumisión" y "en dos meses en la fiebre de la confrontación". Griñán se burló de sus "solemnidades" y extrañó que le dijera a Arenas que su intervención había sonado a discurso de investidura y que eso le daba "ternura". El líder del PP, que acaricia la mayoría absoluta como nunca antes, ironizó sobre si la noche electoral iba a resultarle tan tierno. En eso quedaron. Se verán en otro cara a cara posiblemente en la televisión y luego las urnas dirán quién hace el discurso de investidura.

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