Cofradías

La cara más humana de nuestras cofradías

Cuatro historias personales desde el palio de La Redención, la formación de Las Aguas, el paso de Las Penas y el cuerpo de paveros de El Museo.

el 17 abr 2011 / 19:10 h.

Lorenzo García. Fiscal del paso de palio de La Redención.
«Va a ser un día lleno de emociones para todos»

 

La primera vez que Lorenzo hizo la estación de penitencia no sabía ni andar. Se lo turnaban entre su madre y su padre porque todavía no había cumplido "un añito". Esta Semana Santa será igual de especial para el fiscal de palio de La Redención, que cumple 50 años como hermano, los mismos que lleva procesionando la Virgen que tanto venera.
"Para mí esta coincidencia es muy especial, muy importante. Además este año será el primero y el último en el que nuestra hermandad pasará por los Jardines de Murillo", señala Lorenzo en referencia al cambio de itinerario de la cofradía por el 50 aniversario de la salida de su Virgen. Además, será su estreno como fiscal de palio: "Este nombramiento ha sido una suerte para mí. Va a ser un lunes lleno de ilusión y emociones".

La historia de su familia está muy ligada a la de La Redención. "Mis padres vivían en la casa del sacristán de Santa María la Blanca, así que ambos están muy relacionados con la fundación de La Redención, aunque no pertenecieran nunca a la junta de gobierno", cuenta. También asegura que va a "llorar mucho" hoy, cuando pasen por los Jardines de Murillo. "Tenemos la fortuna de contar con hermanos que salieron la primera vez, y se solían reunir en estos jardines, como hacían mis padres. Por tanto el itinerario de este año está cargado de recuerdos para muchos de nosotros".

Una vida entera ligado a La Redención ha conseguido grabar muchos recuerdos en la mente de Lorenzo: "Aún me acuerdo cuando mis padres me dejaron hacer el recorrido entero por primera vez, tenía 7 años y hasta entonces mi madre me recogía en la Catedral". O como aquella vez que le explicaron las figuras de los pasos de su hermandad: "Me dijeron quién era Judas y le quise pegar con un martillo, pero eso fue hace mucho tiempo, yo era muy pequeño".

Tiene sobrada experiencia como fiscal de palio, pese a ser su primer año como tal en La Redención. "Ya he ejercido como fiscal del paso de San Fernando en el Corpus", narra. Como cada Lunes Santo, volverá a repetir su rutina habitual: "Por la mañana llego una hora antes para preparar la eucaristía, pues también soy promotor sacramental. Sobre todo me acuerdo mucho de mis padres antes, durante y después de salir".

Francisco Javier Bermúdez. Consiliario de formación de Las Aguas.
«La Virgen de Guadalupe pone los pelos de punta»

El primer acercamiento de Francisco con la Semana Santa sevillana se produjo en los años 60. Él provenía de su México natal y quedó impresionado con lo que vio en la ciudad. Ahora, tras 20 años de hermano, ya forma parte de la junta de gobierno de Las Aguas, la hermandad de la Virgen de Guadalupe, o como el la llama: "La patrona de México y emperatriz de toda Hispanoamérica".

"Éste es el primer año que formo parte de la junta de gobierno de la hermandad, y para mí resulta una novedad dentro de otra novedad, es decir, estoy descubriendo la Semana Santa por dentro, desde su organización", comenta Francisco, que tuvo clara desde siempre su afiliación a Las Aguas, pese a que su suegro fue hermano mayor de la Esperanza de Triana. "Estoy muy ligado a la Virgen de Guadalupe y cada vez que salgo con ella se me ponen los pelos de punta".

Desde su cargo de consiliario de formación está llevando a cabo un intento de que "la hermandad no se quede solamente en el ropaje, sino que también ahonde en el interior, en la fe". Francisco quiere conseguir también que su hermandad se vincule aún más con los mexicanos residentes en Sevilla: "Tenemos pensado que, en algún punto del itinerario, algunos compatriotas puedan tirar pétalos a la Virgen, es algo que estamos estudiando".

La vinculación entre Las Aguas y el pueblo de México impregna desde las reglas de la hermandad (la primera de ellas la vincula a la insigne Basílica de Guadalupe), hasta la música, ya que la marcha Rocío se basa en los compases mexicanos de la popular Peregrina. Es algo de sobra conocido por Francisco, que cuando cada Lunes Santo se reviste con su túnica se siente feliz. "Porque se viven horas de mucha riqueza interior, reflexionas y piensas, es toda una expresión de fe", razona.

Este maestro de música ya jubilado asegura que con los últimos preparativos siempre se pone "en tensión", sobre todo este año que ocupa un cargo de honor en la cofradía. "Mi labor consiste en asesorar al hermano mayor, sobre todo en temas de formación", pero cuenta que le gustaría mucho "componer algún día una marcha para la Virgen de Guadalupe, que tuviera un sello mexicano". Todo un ejemplo de que la Semana Santa despierta un interés universal.


Domingo y Francisco Pozo. Hermanos y priostes de Las Penas.
«Tengo que estar pendiente de que todo esté a punto»

Desde principios de los 90 lleva este sevillano de 37 años colaborando "en to lo que haga falta" dentro de su hermandad de Las Penas de San Vicente. Y es que, las funciones que un buen prioste desempeña "son múltiples, variadas y muy entretenidas", en su opinión. "Digamos, para resumir, que tengo que estar pendiente de que todo esté a punto", aclara. A lo largo del año, las actividades varían, y el trabajo se intensifica cuando se acerca la Semana Grande de Sevilla.Por este motivo, él y su hermano se encontraban especialmente atareados en los días previos a la Semana Santa. Comentan que su trabajo consiste en "el montaje del paso y los altares de culto". En esos días de tanto revuelo, el fervor se nota más a flor de piel. "Hay que añadir el cuidado de las imágenes y demás enseres de la casa de hermandad, así como la preparación del besamanos y el quinario. También hay que controlar la vestimenta de las imágenes, y, sobre todo, que la capilla esté lista para la multitud de visitantes que pasean por las iglesias". Domingo explica que este año, "la Virgen estrena palio gracias a la contribución de los hermanos. Está la cosa muy mal, no se debe tirar de las cuotas de la hermandad antes de tiempo". Domingo piensa que el día de la cofradía es más especial porque "todo el mundo lo espera", pero en realidad, este prioste entregado a su hermandad manifiesta: "Yo vivo mi labor los 365 días del año". Para él "no es un trauma que llueva", porque está "entregado todo el año". Cuando llega el día esperado, el de la procesión, sus funciones "se duplican". El prioste se convierte, además, en fiscal del paso. "Éste es el encargado de marcar al capataz y organizar el trayecto, el discurrir de la procesión", precisa.
Aunque el cargo de prioste de Las Penas está representado por tres personas, "detrás hay un gran equipo con 10 más, porque si no sería imposible llevarlo todo". Este arquitecto cofrade, que lleva más de 20 años desempeñando labores dentro de su hermandad, asegura que cuando más disfruta es "a partir del Viernes de Dolores, con el besamanos" de su Virgen". Domingo confiesa que le encanta "la devoción que se respira en las calles y se refleja en las miradas de alegría de los viandantes", cuando ven procesionar a su Cristo. "Así descubro yo que mi trabajo merece la pena", dice.

Encarnación Gómez Villanueva. Responsable del cuerpo de paveros de El Museo.
«La ilusión que ponen los niños es emocionante»

La figura del pavero en la Semana Santa resulta entrañable por la labor que les toca desempeñar: cuidar de los niños que procesionan junto al resto. El caso de El Museo es especial, pues cuenta con más 140 entre sus filas. Encarnación Gómez Villanueva, la responsable del cuerpo de paveros, lidia desde hace tres años con los más pequeños, para que estén seguros y no les pase nada."La experiencia de ser pavero es maravillosa porque observas la Semana Santa desde los nervios y la ilusión de los niños", asegura esta mujer, que cumple 32 años como hermana de la cofradía. "Me ofrecieron el puesto hace tres años y lo acepté. Considero que el sitio que ocupo, tan cerca de mi Virgen, es un privilegio". La seño, como llaman los pequeños a Encarnación, cuenta que los niños se portan bien y que les termina cogiendo mucho cariño. "Antes de salir meriendan, van al servicio, corretean, se hacen amigos entre ellos y se ponen nerviosos". En esta hermandad es tradición que los niños salgan al balcón de la plaza mientras lo hace la cofradía, pero como su número ha ido aumentando en los últimos años, ahora se reparten entre este balcón y el de la casa de hermandad. En El Museo hacen estación de penitencia menores desde 1 año, pero sus padres pueden estar tranquilos con la labor que desempeña esta hermana. "En estos tiempos que corren no podemos relajarnos en ningún momento para que no pase nada", comenta. Actualmente todos los menores de la cofradía portan una acreditación con su nombre, el de sus padres y sus teléfonos, "por si se pierden o alguien se los lleva". Eso sí, según esta pavera, nunca han tenido un "disgusto". Por algo hacen bien su trabajo.
El Lunes Santo del año pasado la lluvia sorprendió a esta hermandad en plena procesión. Ella recuerda cómo 80 niños aguantaron hasta el final. "Fue emocionante, los pequeños se portaron estupendamente pese a las condiciones meteorológicas, y sus padres estaban encantados", relata la responsable del cuerpo de paveros.

Cada Lunes Santo, se mezclan muchos sentimientos. Ella perdió a su marido, costalero del Cristo, hace seis años. "Me vienen muchos recuerdos, pero los niños me ayudan a hacer la estación", subraya Encarnación.

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