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Cultura

La Caridad reconstruye los Murillos robados por las tropas napoleónicas

Murillo fue el pintor más cotizado en los siglos XVIII y XIX, cuando las tropas napoleónicas del Mariscal Soult arrasaron Sevilla y amputaron una de sus patas patrimoniales: las obras de los genios del Barroco. La Caridad ha creado un taller para copiar los 4 murillos que le faltan desde entonces.

el 14 sep 2009 / 20:56 h.

Murillo fue el pintor más cotizado en los siglos XVIII y XIX, cuando las tropas napoleónicas del Mariscal Soult arrasaron Sevilla y amputaron una de sus patas patrimoniales: las obras de los genios del Barroco. Ante la imposibilidad de devolución, la hermandad de La Caridad ha creado un taller para copiar los 4 murillos que le faltan desde entonces.

En total fueron seis las pinturas encargadas en 1662 por don Miguel de Mañara a Murillo para la decoración iconográfica establecida por el más célebre hermano mayor de La Caridad en su templo. Seis escenas representativas de las obras de misericordia que debían cumplimentar los hermanos para lograr la salvación eterna.

"Esas pinturas funcionaban a modo de mensaje espiritual. Se trata de un discurso moral completo, el que establece Mañara como ampliación del ejercicio de la caridad". El que suscribe estas palabras es el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla Enrique Valdivieso, una de las voces más autorizadas en la ciudad en cuanto a pintura barroca, que asegura que estos Murillos "no significan nada por separado".

Poco le importó esto al Mariscal Soult, militar francés que capitaneó la entrada en Sevilla de las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia.

Soult fue el responsable del mayor expolio -"un saqueo bochornoso, una auténtica vergüenza", se indigna el profesor Valdivieso- ocurrido en Sevilla, con 999 obras de arte sacadas de la ciudad después de un minucioso inventario realizado en el Real Alcázar de la ciudad, que hizo las veces de almacén de las piezas.

Dentro de ese ingente volumen de obras de incalculable valor, se encontraban cuatro de esos seis Murillos de La Caridad, que desde ese momento han sido reivindicados por la hermandad infructuosamente. Y es que el periplo de las piezas las ha llevado -fueron vendidas en subastas legales a la muerte del mariscal- a diferentes museos del mundo, algunos de ellos, centros artísticos de primera categoría internacional.

Es el caso de La curación del paralítico, que se encuentra en la National Gallery de Londres; Abraham y los tres ángeles, en el Museo de Otawa; El regreso del hijo pródigo, que cruzó el charco y actualmente cuelga de las paredes de la National Gallery de Washington; y San Pedro liberado por el ángel, custodiado en el Ermitage de San Petersburgo.

El lugar de estos lienzos lo ocuparon durante años unos paisajes bíblicos atribuidos a un pintor desconocido actualmente, Miguel de Luna (un artista holandés que castellanizó su apellido, según teoría de Valdivieso) hasta que las gestiones de la Hermandad de la Caridad para conseguir devolver los lienzos originales -o al menos, recuperar el sentido iconográfico, que se había perdido con los paisajes de Luna-, les condujo a una pista esperanzadora.

Casualmente, pocos años antes del expolio, en 1804, el pintor sevillano Joaquín Cortés realizó unas copias de esos Murillos, para la pinacoteca que planeaba en Madrid Carlos IV, que actualmente pertenecen a Patrimonio Nacional y que, tras varios meses expuestos en La Caridad, han tenido que ser devueltos. "Se les ha intentado cambiar estas copias por el conjunto de Miguel de Luna, pero las negociaciones no han prosperado", explica el hermano mayor de La Caridad, Antonio Domínguez.

La solución, pues, pasa por copiar de nuevo los originales. Esta idea concebida al alimón por la hermandad y por el profesor Valdivieso, está siendo materializada estos días en uno de los talleres de la primera planta de la hermandad por un equipo formado por dos profesores de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, Gustavo Domínguez y Fernando García, y por el restaurador Juan Luis Coto, responsable del proyecto.

"La dificultad es inmensa", reconoce Coto, que muestra, sin embargo, algunos de los lienzos ya practicamente finalizados, de resultado asombroso. Y todo ello, sin haber viajado a los museos que custodian estas piezas, y guiados por una documentación estrictamente fotográfica. "Algunos de ellos están en un estado muy malo de conservación, en especial el del Ermitage", explica Fernando García, que asegura que esto les obliga "a una mayor interpretación de las pinturas". Un trabajo que ellos afrontan "como creadores, no como copistas".

Y es que, a pesar de que se hayan respetado las medidas originales -las copias de Cortés son más pequeñas- y se empleen las mismas técnicas que en el XVII, la intención es que "no parezca una falsificación". El resultado final, pues, "será como si los originales se hubieran limpiado; no vamos a utilizar pátinas de envejecimiento", explica esta vez el profesor Gustavo Domínguez.

Para estos artistas "continuadores de la tradición pictórica sevillana", según ellos mismos confiesan, el trabajo de reconstruir los cuatro Murillos robados se está convirtiendo "en un laboratorio continuo de experiencia, un trabajo colectivo que nos está enseñando la aplicación científica de la pintura", explica Fernando García.

Y es que ellos no se toman este trabajo "como una restauración", sino como "la creación de una obra en la que se muestra nuestra relación con la pintura sevillana". Es por eso que apenas les pesan las horas invertidas en este trabajo que debe estar listo en primavera y que tiene "una componente de disfrute personal muy importante".

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