Cultura

La Cartuja despide la fiesta con 'bits' electrónicos y furia punk

Y la nave va, como la película de Fellini. Este Territorios 2008 ha sacado adelante su heterogéneo cartel, ha hecho taquilla y ha demostrado que las fusiones, por más insospechadas que estas sean, pueden funcionar.

el 15 sep 2009 / 06:06 h.

Y la nave va, como la película de Fellini. Este Territorios 2008 ha sacado adelante su heterogéneo cartel, ha hecho taquilla y ha demostrado que las fusiones, por más insospechadas que estas sean, pueden funcionar. Así sucedió el sábado, con tres escenarios a los que se subieron, entre otros, los New York Dolls, el Sr.Chinarro y los hiératicos alemanes de Signal.

Tras la sesión del viernes, dedicada a los más impenitentes seguidores del rap sevillano, la de ayer, última jornada de Territorios, era quizás la más esperada de todas. Y es que, tras la primera gran noche en el Monasterio de la Cartuja, ésa que monopolizó la vocecita de Rufus Wainwright, había ganas de ver en un escenario a los canadienses Caribou, el mismo grupo que ha tenido el honor de abrir las puertas del Museo Reina Sofía de Madrid a la mezcolanza poppie. Pero tras su inocentona fachada y la música juguetona y evasiva, poco hay en estos chicos que no hayan desarrollado ya nombres como Yann Tiersen o las deliciosas Amiina.

Como recuerdo del buen directo de Mogwai en 2007, el festival volvió a apostar por ese cajón desastre que es el post-rock. Desde luego Yo La Tengo tiene mucho más del indie-rock de Sonic Youth que del industrial guitarreo de Sigur Ros -grupo por cierto que continúa inédito en Territorios-. Su directo fue clásico, bien musculado e incluso algo serio, tanto que, a veces, se olvidaron de su vena más descarriada para instalarse en los estándares del noise-pop. Tanta contención debió ser porque sus sucesores en escena, los New York Dolls, tenían de antemano el papel de malos de la función. Chicos duros, algo pasados de rimel, y con tanto cariño por los Sex Pistols como por los Rollings Stones. Por ahí, en algún surco del río encontraron su llanito, al que abonaron con una generosa dosis de furia cantarina y nostalgia con prospecto.

sonido maquinal. En la iglesia, marco más estético que funcional del certamen, se citaron dos nombres fuertes de la vanguardia light. Primero,Murcof apostó por un minimal planeante algo somnoliento con el que no se explicó muy bien su notable fama. Luego, los tres chicos de Signal jugaron a ser unos Kraftwerks de la era digital: ritmos puros, algo de ruido blanco y mucho click y glitch. A la cita faltó el simpático techno retro de Kavinsky, y en algún lado, cuentan que Sr.Chinarro contentó a los suyos. Para (casi) todos los gustos

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