Más allá de la atención social que despierta la presencia en España de una pareja de tanta atracción mediática como la formada por Nicolás Sarkozy y la cantante Carla Bruni, la visita del presidente de la República francesa constituye una noticia de primer orden para el país. Y no sólo por el hecho en sí mismo de la visita del máximo dignatario de una primera potencia mundial que además es vecina nuestra.
También por la certificación del trabajo conjunto desarrollado estos últimos años en materia antiterrorista y cuyos frutos se comprueban una y otra vez con las sucesivas caídas de comandos etarras en un territorio galo que ya no es santuario de nadie. Por fortuna se acabaron las posturas tibias y hasta en algunos casos complacientes con la banda terrorista que durante décadas han enturbiado las relaciones entre ambos países.
A diferencia de lo ocurrido en otros tiempos, el Gobierno de Francia está demostrando una firmeza que no admite equívocos y ha hecho suya la lucha contra el terror que ha empañado la historia de España en los últimos 40 años. Los etarras ya no se sienten a salvo con sólo pisar suelo vascofrancés y cada vez se esconden más al norte en busca de un refugio que nunca llega a ser lo suficientemente seguro. La declaración firmada ayer por Nicolás Sarkozy y José Luis Rodríguez Zapatero avala la política mantenida estos últimos años y la refuerza aún más.
El acuerdo supone la constitución de un comité de planificación y coordinación estratégica que reunirá cada seis meses a los máximos responsables de las fuerzas de seguridad de ambos estados para intensificar la lucha contra la banda terrorista. Además, España y Francia aprovecharán el trabajo conjunto realizado por los agentes de las dos naciones, y la eficacia de la fórmula de actuación, para extender esta coordinación a otras materias como la lucha contra el yihadismo, el narcotráfico, el blanqueo de dinero y la inmigración ilegal. Todos ellos problemas y conflictos que no saben de fronteras y que sólo pueden ser atajados si los países actúan de modo conjunto como ya hacen ahora países como España y Francia.
