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La complejidad del caso Fabiano

Renovar a Luis Fabiano, si se puede, sería una auténtica obra de orfebrería, porque la situación actual de su ficha es tan compleja, con intereses cruzados de tres partes, que se bloquea en varios puntos. Al Sevilla no le interesa vender al jugador...

el 14 sep 2009 / 23:03 h.

Renovar a Luis Fabiano, si se puede, sería una auténtica obra de orfebrería, porque la situación actual de su ficha es tan compleja, con intereses cruzados de tres partes, que se bloquea en varios puntos. Al Sevilla no le interesa vender al jugador, primero porque es el Pichichi y su jugador más en forma después de aguantar muchos meses en los que no rendía como se esperaba. Segundo porque sólo tiene el 35% de la ficha del jugador en caso de traspaso y por muy alta que fuera la venta, no recibiría una cantidad que compensara la pérdida de un jugador tan entonado. GSI, la empresa que posee el otro 65%, no tiene interés deportivo en la cuestión y entiende que el valor de su producto está en el punto más alto y que es hora de rentabilizar su parte de una vez, porque, como le pasa al Sevilla, sus derechos acaban en 2009, fecha en la que según el agente del jugador, todos los derechos serían de Luis Fabiano y negociaría con la carta de libertad en la mano.

Además, el Sevilla, porque tiene el 35% del jugador, es el equipo al que le saldría más barato comprarle a GSI su parte, porque encima tiene a su favor un derecho de tanteo igualando la mejor oferta recibida a partir de una cantidad que está especificada en el contrato. Pero el Sevilla no se atrevería a pagar una cifra importante, estaríamos hablando quizá de más de seis millones de euros, si Luis Fabiano no firma una ampliación de contrato, porque sería absurdo soltar tanto dinero para que quedara libre poco después. Además está el interés del jugador, que sabe que puede y debe firmar el contrato de su vida.

Y por último José Fuentes, su agente, que también gana más en un posible traspaso que en una renovación. Por todo esto, y por muchas cosas más, la operación es de las más complejas que ha tenido que afrontar el presidente del Sevilla en muchos años de gestión. Y eso que intervino en el fichaje de Maradona, y lo que fue más sonado, en la resolución de contrato del argentino, con mucho abogado de por medio y hasta informes de detectives con informaciones más o menos comprometidas que estuvieron sobre la mesa.

Manolo Castaño

Como todos los consejeros del Betis que siguen bajo el mandato de Lopera, a Manolo Castaño habría muchas cosas que echarle en cara, pero lo cortés no quita lo valiente, y la gestión que está llevando en la cantera del Betis está siendo generosa en el esfuerzo y en lo económico. Lo último, o ya lo penúltimo, es que el consejero y abogado ha tenido que poner de su bolsillo dinero para cierto material deportivo, unas bolsas, cuando en Jabugo, en la casa de Lopera, sobran montones de productos del primer equipo que no se consumen durante el año en curso. Sin el apoyo que se merece algo tan importante como los escalafones inferiores, Manolo Castaño sale al frente de muchas cosas sin que aparezcan en letras grandes, aunque todo se tiene que saber para entender mejor las cosas que pasan en el club verdiblanco y que algún día tendrán que acabar.

Paco Cuervas

Se nos ha ido un grande, probablemente la persona más importante en la historia del Sevilla Atlético. Paco Cuervas, tan suyo, tan directo, tan humano, era, será, una fuente inagotable del anecdotario del fútbol sevillano, porque lo conoció desde la base hasta la élite. De todas las frases que pudo decir en la vida, de todas las gestiones tan naturales que llevaba a cabo en el día a día de la cantera del Sevilla, me quedo con una que resumía su forma de hacer las cosas. En una ocasión nos explicó a los periodistas cómo llevaba para adelante las conversaciones con los jugadores cuando el problema era el dinero. A las claritas, les decía que si preferían cobrar ocho millones en un equipo cualquiera de Segunda B, pero tener que encerrarse en una iglesia para recibir el dinero, o si por contra se conformaban con cuatro millones firmados por el Sevilla y pagados en tiempo y forma. Así hacía las cosas el buen Paco.

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