El mercado laboral continúa siendo el gran damnificado a la vez que el más claro indicador de la crisis económica que padece el país. Según los datos del Ministerio de Trabajo, el paro ha aumentado en julio en 36.492 personas, más de la mitad de ellas (19.026) en Andalucía. La cifra total de desempleados se sitúa así en 2.426.916, la más alta desde hace diez años. Tras confirmarse el avance continuado del desempleo, el ministro de Economía, Pedro Solbes, ha tenido que admitir que los datos son malos, aunque, haciendo un esfuerzo inverosímil de optimismo, reitera que hay que mantener el objetivo de pleno empleo destacado entre las promesas electorales. La oposición, por su parte, ha lanzado duras críticas al Gobierno, afirmando que está reaccionando "con frivolidad e irresponsabilidad" frente a la gravedad de la crisis, según las declaraciones de Cristóbal Montoro, portavoz de Economía del PP en el Congreso de los Diputados. Montoro acusa al Gobierno de ocultar a los españoles la gravedad de la crisis porque estaban en juego las elecciones generales y añade que no ha sabido tomar decisiones efectivas para hacerle frente, poniendo en cuestión las declaraciones del ministro de Economía respecto a que "nadie sabía la profundidad de la crisis y que ha sido un fallo de todos". Como quiera que los datos están ahí y son ya una dramática realidad para miles de españoles, no sirven ahora de nada ni los intentos de escurrir el bulto por parte de los responsables económicos ni la maliciosa pretensión de los populares de convertir en arma política una coyuntura económica global de la que no podemos zafarnos y que sólo muy sesgadamente podría achacarse a negligencia o mala gestión de los socialistas. Lo que toca en estos momentos es arrimar el hombro y trabajar juntos para plantar cara a las vacas flacas, alentando una oposición constructiva en lugar de prodigar invectivas sin ideas.
