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La Dependencia tiene nombre de mujer

Los recortes del Gobierno central provocan que Andalucía afronte la Ley con 89 millones menos este año.

el 29 jul 2012 / 19:03 h.

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Andalucía tendrá este año 89 millones menos para la Ley de la Dependencia a causa de los recortes ejecutados por el Gobierno central. Un descenso que va a provocar que los dependientes vean reducidas sus prestaciones y que los cuidadores no profesionales sufran un recorte del 15% en su paga además de dejar de cotizar en la Seguridad Social, mientras que el empleo de muchos cuidadores profesionales se pondrá en peligro. De hecho, hoy lunes la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de la Consejería de Salud se reunirá con diferentes asociaciones para analizar cómo afectarán estos recortes en el día a día e intentar buscar soluciones que aminoren el impacto sobre los afectados.

Desde la aprobación de la Ley, en diciembre de 2006, Andalucía se ha caracterizado por su aplicación de forma "excepcional". Sólo en la comunidad, hay 196.295 personas beneficiarias, 296.816 prestaciones aprobadas y 111.881 cuidadoras reconocidas. Todos ellos verán cómo, a partir del 1 de agosto, sus derechos, reconocidos tras muchos años de lucha son mermados. Algo que nadie les ha comunicado y que, por tanto, no consiguen entender.

Rocío de los Reyes tiene parálisis cerebral desde que nació, hace 38 años. Una discapacidad del 98% que, sin embargo, no le ha impedido ser madre, escribir un libro, presentarse a las elecciones municipales del pasado año como vocal del Partido Familia y Vida o trabajar como administrativa en la Confederación Andaluza de Personas con Discapacidad Física y Orgánica. Tiene reconocido el grado más alto en la Ley de Dependencia y cobra en torno a 400 euros. No entiende los recortes. "Nos ha costado diez años conseguir el reconocimiento, y nos lo quitan en solo un mes. Es muy fácil recortar al ciudadano, en lugar de empezar a hacerlo desde arriba", se lamenta. En casa depende en todo momento de su marido, y en el trabajo, aparte de usar un licornio -un casco que le permite controlar las cosas gracias a la cabeza- Noemí es su mano derecha. La reducción le va a suponer un "esfuerzo importante". "Nos han puesto el caramelo en la boca para después quitárnoslo", se queja. Para ella es una Ley "fantástica que reconoce unos derechos que siempre han estado cercenados".

La misma situación viven los padres de Pelayo, de 13 años y autista. Su madre, Mariola Díaz, es su cuidadora no profesional, y aparte de recibir una paga de 500 euros, por el momento, cotiza a la Seguridad Social, "uno de los grandes logros de esta Ley porque dignificaba nuestra labor". Ella dejó su trabajo para poder criar a sus hijos, pero la enfermedad de Pelayo le impidió reincorporarse al mercado laboral. Hoy, dedicada por completo a la atención de su hijo menor, descarta que llegue ese día. "Recibir 75 euros menos es asumible, pero la suspensión de la cotización supondrá un varapalo enorme". Mariola entiende que, dada la situación actual, "hay que recortar a todos, "pero no que se empiece por los más desfavorecidos, porque se ceban siempre con los más débiles". El padre de Pelayo, Manuel Pérez, prefiere incluso que la deroguen, antes de hacer recortes. "La Ley es magnífica, porque te reconoce el derecho a ser atendido. Sin embargo ahora nos van a reconocer ese derecho, pero no nos lo van a prestar. Cualquier merma es una agresión y prefiero que la quiten directamente a que nos la reconozcan a medias" sentencia.

La rebaja en dependencia también afecta a los cuidadores profesionales. Pilar Orozco, auxiliar de ayuda a domicilio desde hace cuatro años, reconoce vivir con angustia el anuncio de las reducciones en el sector "ante la falta de estabilidad económica". De hecho, según adelantó la consejera de Salud andaluza, María Jesús Montero, los recortes del Gobierno en materia de Servicios Sociales y Dependencia hacen peligrar 7.000 puestos de trabajo de la atención a domicilio en la comunidad. Pero más allá de la merma en el sueldo que ella misma sufrirá, Pilar, que trabaja día a día con dependientes, rechaza los recortes en el sector. "La ayuda que reciben es insuficiente, no se les puede quitar nada". Defiende la Ley como una "justicia social y ahora no se puede dar marcha atrás". Pilar cuida una hora al día a Daniel, un dependiente con parálisis cerebral, al que aparte de ayudar en las labores más básicas, le "regala" algo fundamental: compañía. Para los cuidadores, profesionales o no, el desgaste físico y emocional es enorme: "Aunque lo intentemos, es imposible no involucrarte con la persona a la que atiendes. Somos una parte elemental en su día a día, y sabemos lo que necesitan en cada momento. No es justo rebajarles sus derechos acabando con un reconocimiento imprescindible para vivir y que, además, tardaron años en conseguir".

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