Toros

La dureza del toreo

Antonio Nazaré apura los plazos de recuperación para reaparecer en la corrida del Corpus de Sevilla. El diestro de Dos Hermanas resultó lesionado en el festejo de San Isidro que fue suspendido después de caer heridos los tres toreros.

el 07 jun 2014 / 21:12 h.

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El fisioterapeuta Kiki Carvajal está dirigiendo las sesiones de recuperación del matador nazareno, que comenzó la terapia a los dos días del percance. / P. Rodríguez de la Vega El fisioterapeuta Kiki Carvajal está dirigiendo las sesiones de recuperación del matador nazareno, que comenzó la terapia a los dos días del percance. / P. Rodríguez de la Vega Uno, dos y tres. Uno tras otro, los matadores fueron ingresando en la enfermería de la plaza de Las Ventas el pasado 20 de mayo. La corrida quedaba suspendida a la muerte del segundo toro de El Ventorrillo. El primero había destrozado la femoral de David Mora nada más salir del toril. Fue Nazaré el encargado de darle muerte, pero –corrido el turno– resultó cogido cuando instrumentaba un quite al segundo, que llegó a cornear dos veces al malagueño Jiménez Fortes. Ahí se acabó la tarde. Pasado el impacto mediático del suceso, que no tenía precedentes desde el lejano 1979, comenzaba el dolor secreto de esos tres toreros que demostraron –una vez más– que en una plaza de toros se puede morir de verdad. Nazaré no había derramado su sangre. El fuerte golpe recibido le rompió un ligamento y le impidió continuar la lidia pero la verdadera trascendencia de la lesión sólo se supo después. Al ser atendido en la enfermería comprendió que el empeño era un imposible. Un primer ingreso en la madrileña clínica Virgen del Mar fue seguido del viaje a Sevilla. Allí le esperaban su madre y su mujer. Pero no había tiempo que perder: antes de llegar a su casa en Dos Hermanas se puso en manos del fisio Kiki Carvajal, un especialista en recomponer futbolistas que tenía el reloj en contra para conseguir que Antonio se liara el capote de paseo en la tarde del Corpus sevillano. Los médicos le habían pronosticado un plazo de seis semanas para recuperar la forma de la rodilla lesionada. Pero sólo contaban con cuatro. Comenzaba la cuenta atrás. La dureza del proceso no doblega la voluntad del diestro. / P. Rodríguez de la Vega La dureza del proceso no doblega la voluntad del diestro. / P. Rodríguez de la Vega «Esta recuperación necesitaba una inmovilización de dos o tres semanas pero hemos partido de un punto distinto: no ha llegado a estar inmovilizado más allá de los dos días o el día y medio que ha estado en el hospital. No se debe hacer así, claro, pero no había más remedio que comenzar de esta manera», explica Kiki Carvajal mientras atiende a la suave carrera de Nazaré –progresivamente forzada– en la cinta. Antonio ya ha podido tomar los trastos de torear y a pesar de la dureza de los ejercicios de recuperación y los primeros momentos de zozobra, las sensaciones comienzan a ser buenas. En cualquier caso, el calendario sigue marcando los plazos con algunas prisas. Carvajal ha asumido el empeño con profesionalidad: «Es un reto que motiva. Yo siempre me he movido en el mundo del fútbol y esto es una lesión deportiva, más que torera. Se trata de una rotura parcial del ligamento colateral interno. Es una lesión que puede dejar mucho tiempo en el dique seco a un futbolista . Marcos Navas, hermano de Jesús, me recordaba hace unos días que él tuvo ese mismo problema y estuvo cinco meses sin jugar». La diferencia, precisa el facultativo, es que «un torero no tiene que darle con el interior del pie a un balón». Antonio, después de pasar la rabia inicial, sabía perfectamente en lo que se metía. En el toreo no hay tiempo para las lamentaciones. «Es una rehabilitación dura y dolorosa pero si quiero estar el día 19 no queda más remedio que afrontarla y aceptar las cosas como son. Ese día es el objetivo y en el toreo tenemos que contar con este tipo de circunstancias. Se ha convertido en un reto personal y tengo que demostrarme a mí mismo que puedo superarlo», explica el matador de Dos Hermanas reconociendo que las sesiones están resultando muy dolorosas. «Si quiero estar en Sevilla tengo que pasar este trance», precisa. El dolor y el esfuerzo van íntimamente unidos a la profesión de matador de toros pero, más allá del tópico, son hombres que acusan el sufrimiento con una resignación especial. «Lo de la pasta especial de los toreros es un tópico pero la ilusión de conseguir tus sueños y llegar a la meta hace que tu mente se prepare para el dolor y el sufrimiento. Es cuestión de mentalización», puntualiza Nazaré. El triple percance de Madrid supuso un tremendo revuelo mediático. El herido más grave, David Mora, se recupera ya en su domicilio toledano. Fortes pudo reaparecer en Córdoba y Antonio Nazaré ha fijado esa fecha del Corpus para poder enfundarse el vestido de torear. De alguna manera sirvió para revalorizar el riesgo cierto que corren los toreros. El propio Nazaré valora esas circunstancias señalando que «no es casual que los tres matadores pasen por la enfermería en la misma corrida de toros». A su juicio, puede servir para que la gente se dé cuenta de que «aquí se cae de verdad, nos jugamos la vida. Eso sí que no es un tópico», recalca el torero recordando que «ponerse delante de un toro es muy duro y complicado. Cuesta mucho trabajo y tu vida se pone en juego». El trabajo tenaz de fisioterapia y los momentos más bajos se quedan para los íntimos. «Nadie sabe lo que estoy pasando y el sufrimiento que estoy soportando para llegar al día 19 pero sí que es cierto que, en el toreo, una fractura ósea o una lesión de ligamentos son mucho más latosas. Necesitan una inmovilización previa pero nosotros hemos forzado la máquina desde el día uno», explica el torero, que tiene en casa una razón menuda para esforzarse a tope: «estoy intentando ser un ejemplo para mi hijo. Tiene que aprender que las cosas de la vida no son fáciles y para cumplir tus sueños necesitas hacer estos esfuerzos».

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