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La inauguración de la zona azul deja calles casi desiertas

En Pirotecnia la finalización de las clases universitarias deja calles vacías. En Bami solo se llenaron las más próximas al hospital

el 18 jun 2014 / 20:48 h.

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Un trabajador de AUSSA le explica a una usuario cómo funciona el parquímetro en la zona de Bami. / Pepo Herrera Un trabajador de AUSSA le explica a una usuario cómo funciona el parquímetro en la zona de Bami. / Pepo Herrera Como si fuera agosto, pero con rayas azules en la calzada y parquímetros en marcha. Así estaba ayer buena parte de Bami por la inauguración de la zona azul, sin coches aparcados. Hasta en la puerta del hospital Sagrado Corazón había bastante sitio libre para estacionar a media mañana. Un poco después, sobre las 13.00 horas, en la calle Rafael Salgado se veían dos coches aparcados en un lado del tramo desde la misma plaza hasta la siguiente intersección. Los clientes del bar El Cañizo estaban encantados al no tener ningún coche junto a sus veladores. «Una estampa única», decían. Solo las plazas de aparcamiento más próximas al hospital Virgen del Rocío estaban ocupadas. La nueva zona azul en Bami (1.767 plazas), Macarena (229), Pirotecnia (772) y Luis Montoto (786) se estrenó ayer con poca afluencia de usuarios, es decir, con un claro rechazo a tener que pagar por aparcar y con mucha desinformación. Tras las protestas ciudadanas y el sabotaje de parquímetros en Bami y Pirotecnia, la tranquilidad imperó en el día de ayer. A primera hora de la mañana la calle Bami era un desierto y a la hora de la salida de los niños del colegio imperaba la queja de los padres: «¿Por qué tenemos que pagar para recoger a nuestros hijos del cole?», se preguntaba una madre. Uno de los parquímetros vandalizados en Bami. / Pepo Herrera Uno de los parquímetros vandalizados en Bami. / Pepo Herrera En Rafael Salgado, un trabajador que se dedica a reparar ordenadores, sobre todo de entidades bancarias, aseguraba que al día gastaba 10 euros en zona azul «por toda la ciudad». «Aunque me lo paga la empresa, es una barbaridad», denunciaba. Rocío, vecina de Bami, estaba ayer «encantada» porque «la zona azul, por lo menos hoy, acabó con los gorrillas y con la saturación de coches». Eso sí, reconoció tener garaje. Sin embargo, para Luis la zona azul es «un atropello, un impuesto más, sobre todo para los que vamos al hospital». «Voy corriendo porque en dos horas me caduca el ticket, no me va a dar tiempo, ¿multarán hoy?», preguntaba esperanzado en que el primer día pasasen la mano. Un policía local afirmaba en la misma calle Rafael Salgado que un 85 por ciento de la zona azul de Bami estaba desocupada y que no se habían registrado incidentes. ¿Y los gorrillas? En otras zonas, «hasta que den las nueve de la noche», decía uno de ellos, que ayer se resistía a dejar el barrio. «Que me den un trabajo y dejo esto», aseguraba un joven que no quiso dar su nombre. Y es que había muchos menos, pero había. Sin embargo, la intención del gobierno local es acabar con los gorrillas. El delegado de Movilidad y Seguridad, Juan Bueno, aseguró ayer en declaraciones a Radio Sevilla que es «difícil» que se replanteen la zona azul, como pide la oposición, trabajadores, usuarios de hospitales, residentes y comerciantes, porque «en Bami nos consta que hay consenso vecinal». «Que puntualmente salgan grupos de personas que se sientan agraviadas es lógico, pero hemos hablado con comerciantes y trabajadores del Virgen del Rocío y lo seguiremos haciendo», indicó tras recordar que el gobierno anterior tenía un proyecto para implantar el doble de plazas de pago. Otro colectivo que está esperando una respuesta municipal son los trabajadores de Telefónica. Según la representante de UGT de Sevilla en Telecomunicaciones y empleada de esta compañía, han pedido una bonificación como la de los residentes (80 euros al año) porque hay más de 900 trabajadores afectados, al trabajar en las sedes de Luis Montoto, Jiménez Aranda y la Florida. «La zona azul no está justificada en esta zona de Nervión, no es razonable porque no es comercial», defiende. Ayer mismo, Nebli y Blanco White apenas tenían coches aparcados y en la puerta del registro civil de la Buhaira había sitios libres. Algo solo visto, si acaso, en domingos. Según los vecinos, allí aparcaban, sobre todo, trabajadores de empresas como Telefónica. En la calle Rafael Salgado, al igual que en muchas zonas de Pirotecnia y Nervión, la zona azul se quedó vacía. / J. B. En la calle Rafael Salgado, al igual que en muchas zonas de Pirotecnia y Nervión, la zona azul se quedó vacía. / J. B. También rechazaba la zona azul María José, trabajadora de la zona, que aparcará desde hoy «lejos, mucho más lejos para no pagar». Jose, de La Sureña, optará por la bici. «Pero no es bueno tener que coger la bici por obligación y los clientes no están nada contentos», apostilló. Y tampoco lo estaban vecinos de Nervión de las calles aledañas a la zona azul. «Ahora todo el mundo quiere aparcar aquí y ya estábamos saturados antes», dijo Carmen en su calle, Fernando Tirado. «En la calle Presidente Cárdenas hay cinco o seis parquímetros con pintura gris, por lo que no se pueden usar», explicaba un trabajador de GES (Gestión del Estacionamiento en Superficie) de la empresa AUSSA, que renovó con el Ayuntamiento la explotación de la zona azul en la ciudad. Este trabajador y su compañera se paseaban ayer tranquilamente, «informando solo», por las calles del entorno del centro comercial Viapol, donde no había ningún problema para aparcar, pagando, claro. «Se acabaron los problemas que había hasta ahora, eso sí, o pagas o nada. No hay derecho», indicaba una vecina. Dado que las clases universitarias han terminado, las calles de Pirotecnia también estaban desiertas ayer. Los pocos estudiantes que se veían estaban allí por exámenes. «Yo vengo de El Viso. Los horarios del autobús son malísimos, así que tengo que coger el coche, pero a partir de ahora, ¿dónde voy a aparcar? Yo no puedo salir de clase cada dos horas y no tengo ni trabajo ni dinero para pagar tanta zona azul. Esto es una forma de sacar dinero y de conseguir que aparquemos más lejos. Estamos indignados», defendía Sara, estudiante de Educación Infantil. José María Jiménez venía de Alcalá de Guadaíra para recoger a su hija tras un examen y su opinión era parecida: «Es un robo que nos hagan pagar por venir a la universidad». Para Daniel, estudiante de Derecho, es imposible que los alumnos puedan salir «cada dos por tres para pagar». «El horario de la universidad es de cinco horas por la mañana y cinco por la tarde. Es una medida recaudatoria. En septiembre no creo que haya manifestaciones porque hay exámenes, pero en octubre seguro que sí y yo estaré allí porque esto es un robo», denunció. Al tiempo, vecinos de Diego Martínez Barrios, frente a la Consejería de Fomento y Vivienda, reivindicaban no tener que pagar «por aparcar en la puerta de casa». «Así ha sido toda la vida. Somos familias humildes, vea nuestros bloques, no tenemos dinero –lamentaban– para zona azul. Que lo pongan en la zona de los ricos, pero no aquí». Y un vecina de Viapol, funcionaria de la consejería, se reía. «Ahora sí hay protestas, pero cuando la pusieron en mi calle nadie protestó. Pues ahí la tenéis», ironizó.

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