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La leyenda del periódico

Tenía trece años y residía en una aldea que para colmo llevaba el apellido del Caudillo. Los hombres estaban en Francia o en Alemania, el paro era tan agobiante como ahora y apenas existían prestaciones para soportarlo. Los niños de esa edad no íbamos a la escuela...

el 15 sep 2009 / 22:09 h.

Tenía trece años y residía en una aldea que para colmo llevaba el apellido del Caudillo. Los hombres estaban en Francia o en Alemania, el paro era tan agobiante como ahora y apenas existían prestaciones para soportarlo. Los niños de esa edad no íbamos a la escuela, salvo los días de lluvia porque no podía cogerse el algodón o la aceituna. En mi casa éramos privilegiados porque recibíamos el periódico, podíamos saber lo que acontecía en el mundo. En la aldea no había televisión, sólo el barbero disponía de aparato de radio. La causalidad quiso que estuviera acicalándome cuando la emisora interrumpió los discos dedicados para dar la noticia del asesinato del presidente Kennedy. El barbero continúo con sus tijeretazos sin darle importancia a lo sucedido, no realizó un mínimo comentario con quienes esperaban para pelarse. En cuanto acabó su intervención en mi cabeza, salí corriendo para informar del acontecimiento, fue la primera del periodista quería ser aquel niño.

Lo rememoro porque la portada de ayer de El Correo de Andalucía me inundó de nostalgia del pasado, quizás para asistir la razón de Tennesse William cuando afirma que hasta los sesenta años la vida de las personas cuenta y a partir de esa edad, descuenta. La fotografía de ayer reproduce la portada del periódico de aquella fecha con el titular a cinco columnas: Kennedy, asesinado. Poco después de mirarla un buen rato, cuando estuve viendo la muestra en la avenida de la Constitución, la nostalgia del pasado dio un giro de trescientos sesenta grados para emplazarme en la del futuro que emite esa exposición sobre los ciento diez años de historia del periódico, un record del que gozan pocos en el mundo. Existe la idea de que vivimos una época sin precedentes, que lo que ocurre es nuevo e irreversible, que el pasado no tiene nada que enseñarnos, excepto para saquearlo o para que Paine escriba las memorias de la hija de Franco. Una idea que se demuestra falsa con este acontecimiento de El Correo de Andalucía, porque muchos de los escenarios que disfrutamos no existirían sin la aportación de la propia y singular leyenda que nos presenta en estas fechas.

Periodista_daditrevi@hotmail.com

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