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La memoria con Cernuda

En Andalucía aún no celebramos fiestas literarias como la del 16 de junio en Dublín, la fecha que conmemora la jornada de Leopold Bloom narrada por James Joyce en su Ulises. Tenemos bastante con el entretenimiento que proporcionan los herederos de nuestros personajes legendarios...

el 15 sep 2009 / 17:34 h.

En Andalucía aún no celebramos fiestas literarias como la del 16 de junio en Dublín, la fecha que conmemora la jornada de Leopold Bloom narrada por James Joyce en su Ulises. Tenemos bastante con el entretenimiento que proporcionan los herederos de nuestros personajes legendarios, algunos de tan buenos ejemplos como los de Picasso; otros, por la interpretación que dan a los supuestos deseos de sus antepasados, y también, demasiados, los que sólo ven las rentas comerciales. En alguno de estos grupos encajan los de Federico García Lorca y Rafael Alberti, y precisamente para no entrar en una polémica que podría encausarme, releo en estos días al Joyce con el que tanta gloria y fama gana su ciudad de naturaleza. Estoy cercano a esas páginas finales en las que Molly Bloom afirma que le dio todo el placer que pudo y habla de Ronda, del barco perdido en Algeciras, de las castañuelas, de las jóvenes andaluzas y del moro guapísimo que la puso contra la pared. En Andalucía podríamos celebrar esta parte de la obra, aunque sin la motivación global dublinesa. En la fiesta, regalan cariño a su gloria nacional por el prestigio dado a las letras de su tierra y los beneficios para su economía. Sin embargo, no siempre fue así, Joyce fue un exiliado que está enterrado en Zurich igual que Luis Cernuda en Méjico. Dentro de unas fechas, el 5 de noviembre, se cumplirá un nuevo aniversario de la muerte de Cernuda, que de alguna manera sigue siendo un desterrado de Sevilla desde que ochenta años atrás, agotado mentalmente por el ambiente de su ciudad, la abandonó sin pasaje de vuelta. Pero le dedicó el mágico y fabuloso Ocnos. Quizás no es necesaria una fiesta para recuperar al que probablemente sea el mejor poeta del 27; quizás sea bastante con pasearse el 5 de noviembre por la calle Acetres, donde permanece su casa natal dedicada a una cristalería, pero el quizás más certero sería seguir la ruta irlandesa con Joyce.

Primero lo recuperaron para si mismo, que es lo que Sevilla se adeuda con Cernuda, y luego, recordándolo cada año, lo resituán en la universalidad que le corresponde. La que la poesía da al sevillano.

Periodista

daditrevi@hotmail.com

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