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La memoria viva de la metrópolis

Para ellos el concepto de metrópolis suena demasiado hueco, pero son los mejores testigos de cómo unos municipios aislados en torno a una gran ciudad se transforman con el tiempo en un área metropolitana.

el 15 sep 2009 / 04:34 h.

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Para ellos el concepto de metrópolis suena demasiado hueco, pero son los mejores testigos de cómo unos municipios aislados en torno a una gran ciudad se transforman con el tiempo en un área metropolitana. Los centenarios de la Gran Sevilla miran con pausada sorpresa las transformaciones en su entorno.

La vecina Ángeles Herrera Huerta, la abuela de Mairena del Alcor, nació el 2 de junio de 1907, por lo que dentro de poco cumplirá los 101 años. Llegó a trabajar en el campo a La Rinconada antes de la Guerra Civil y a Mairena del Alcor en 1961. Por el trato recibido y lo bien que se siente en este pueblo hace mucho que se considera una más.

Mujer de vida sencilla y poco amiga de la calle, no es tan conocida en el pueblo como pudiera pensarse debido a este rasgo de su carácter. De hecho, su difunto esposo hace ya más de 10 años, a duras penas conseguía sacarla con él de paseo. Ni el Ayuntamiento de Mairena del Alcor hace unos años consiguió sacarla de su vivienda en el barrio de El Cruce para homenajearla por su longevidad. Pese a ello, no puede concluirse ni de lejos que sea mujer huraña o que viva de espaldas a la realidad. No le son ajenos ni su entorno inmediato ni la realidad social, que sigue desde la televisión y la prensa, ya que goza del sentido de la vista en plenitud.

La encontramos asomada al balcón escrutando la calle al calor del sol brillante y primaveral de Los Alcores. Todavía conserva la suficiente autonomía para bastarse por sí misma. Incluso la cama se hace. De ella sorprenden su excelente salud y su buen humor, pues si algo le hace gracia, lo que ocurre con bastante frecuencia, jamás reprime una carcajada. Sobre el secreto de su excelente estado físico, manifiesta desconocerlo, aunque lo relaciona con la ausencia de gula y una dieta sana.

Tampoco le flaquea la ironía, inteligente arte en el que se explaya con su hijo menor con el que vive junto a su esposa e hijos. Por ser el más pequeño de seis hermanos, le hace un guiño de pique apelando a su fácil crianza. Luego, deja aflorar sus mejores y más sinceros sentimientos hacia él como declaración de amor materno: "Es el mejor mecánico del mundo, y nunca en mi vida me he separado de él ni voy a hacerlo".

Su memoria también es proverbial. Hija de un zapatero con una prole de 10 vástagos, todavía conserva en sus recuerdos el aroma del vino que se hacía en su serrano pueblo natal -Teba (Málaga)- de pequeños vendimiadores, donde incluso su padre elaboraba el propio. "Cada año 100 arrobas del de mejor calidad, que luego vendía a siete gordas el litro", evoca con nostalgia.

También rememora su paso por la escuela, a la que asistió al igual que sus hermanos. Donde, como era una alumna brillante, la maestra le encomendó "tareas de auxilio". Estuvo hasta los 15 años, y a pesar de su brillante trayectoria jamás llegó a plantearse cursar estudios superiores "por la mentalidad de entonces".

Luego, se empleó por dos años en una fábrica de medias de su pueblo, al que jamás volvió desde que marchó en los años 30 del siglo pasado para venir a trabajar junto a su marido a la Dehesa Nueva, finca cercana al actual Aeropuerto de San Pablo, en el término municipal de La Rinconada, desde donde recaló finalmente en Los Alcores. Todavía retiene en su retina las escenas de las numerosas mujeres que confeccionaban tan delicadas prendas en las máquinas, por lo que cobraban tres pesetas cada jornada si se hacían hasta 13 pares de medias.

De este modo, entre recuerdos como la pequeña Mairena del Alcor que conoció a su llegada, los viajes a Sevilla desde el entorno del aeropuerto en la furgoneta del correo, "sin atascos", o caminando para comprar en las nutridas tiendas del centro, entre otros muchos, funde en su película vital su ayer de Málaga y el de Sevilla de hoy. Son dos mundos que para esta centenaria no resultan particularmente distintos ni en sus gentes ni costumbres.

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