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La nueva cara de la Alameda se verá en marzo

Gerencia de Urbanismo y Movilidad han acordado solucionar los atascos ocasionales de tráfico de la Alameda habilitando el carril que usará en el futuro el tranvía. Se trata de una más de la batería de mejoras que se suceden en la nueva Alameda, que lucirá su mejor y saneada fisonomía en marzo. (Foto: Juanma Rodríguez).

el 14 sep 2009 / 22:01 h.

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F. Villegas / N. Jiménez

Gerencia de Urbanismo y Movilidad han acordado solucionar los atascos ocasionales de tráfico de la Alameda habilitando el carril que usará en el futuro el tranvía. Se trata de una más de la batería de mejoras que se suceden en la nueva Alameda, que lucirá su mejor y saneada fisonomía en marzo.

Que hay tapones eventuales de tráfico porque el carril de tráfico de la Alameda es estrecho y no permite, por la presencia de los bolardos a izquierda y derecha, maniobrar a los conductores, pues se estudian las alternativas y se diseña una solución. Que sobre la marcha se observa que los remates de los alcorques quedarían mejor en acero inoxidable aunque sean más caros, se asume el gasto; que en vez de agua potable las láminas de aguas que embellecerán el bulevar pueden utilizar agua reciclada, pues se reacciona y se cambia. Y así sucesivamente.

No por menos, la Alameda que se pergeña y que romperá de un plumazo con el cliché marginal que la ha acompañado desde hace décadas -y con razón- se está acicalando sin prisas pero sin pausa.

Y aunque cierto es que primero el alcalde (PSOE) y después su socio de gobierno Antonio Rodrigo Torrijos (IU) se aventuraron a pronosticar que el lugar se inauguraría en diciembre, precisamente tal día como el viernes (Torrijos dixit), ese vaivén de detallitos en cascada y el prurito de hacer una obra a la altura de espacio tan estratégico para el sector norte de la ciudad están provocando que el estreno alamedero se haga esperar hasta el mes de marzo, casi en vísperas del Domingo de Ramos.

Así lo refrenda el vicegerente de Urbanismo (IU), Gabriel Báez, partidario de "no correr porque si lo hacemos, podemos acabar haciendo una chapuza y una obra tan emblemática como ésa no está para que cometamos errores". "Tras dos años de trabajos, qué más le da a los vecinos y a Sevilla unos meses más", apostilla.

Y Torrijos le ha hecho caso. "Hemos aprobado en una ejecutiva la ampliación del plazo de obras que ejecuta Sando hasta final de febrero, y ahora mismo estamos al 95%", cuenta Báez, que como es aparejador de profesión sabe bien de lo que se habla.

Fuera colapsos. Y sensible a los problemas que se originan en el uso diario del carril habilitado para el tráfico rodado -léase Tussam y taxis, aunque si no hay vigilancia policial entra hasta el apuntador-, anuncia que ya se ha dado con la solución: si otro camión se avería en plena Alameda o un autobús no puede maniobrar y se queda encallado porque los bolardos fijos se lo impiden, se activará el carril de emergencia, que no es otro que el que se ha dejado para cuando el tranvía discurra por la zona. Y como esto no sucederá hasta dentro de unos años, mientras se colocarán bolardos retráctiles bordeando el referido carril, de modo que Tráfico, cuando detecte alguna contigencia o colapso, los baje y pueda ser usado de modo excepcional. Ambulancias y bomberos lo agradecerán.

Lo que queda. Así con todo, antes de que se coloquen podremos disfrutar de la Alameda tras su completa reurbanización, para cuya puesta a punto los operarios de Sando siguen trabajando. Y a ellos se deberán sumar en breve los que han de activar el transformador de electricidad -que nutrirá de suministro a cuantos conciertos o actividades al aire libre se planteen en esta ágora de 37.000 metros cuadrados-, los de Emasesa -para las acometidas de agua, sin las cuales no habrá lámina ornamental de agua-.

De paso, se están corrigiendo las zonas hundidas parcialmente por el peso excesivo de los tráilers que trasladaron las monumentales esculturas de Manolo Valdés; los dos quioscos centrales del bulevar -los únicos permitidos, veladores incluidos- estarán finalizados a fines de enero; las pérgolas que darán sombra y tendrán luz también se harán de rogar hasta el 15 de febrero porque el arquitecto del proyecto, Elías Torres, no ha quedado satisfecho hasta la tercera muestra -serán también de color albero desierto, como casi todo-; y el otro elemento clave de la nueva Alameda serán los bancos, que se diseminarán por las cabeceras norte y sur y el tronco del bulevar para solaz de paseantes.

"Se trata de piezas prefabricadas de hormigón coloreado en albero, es decir, antivandalismo", detalla Gabriel Báez, quien anuncia que de la reurbanización, cifrada en algo más de siete millones de euros -aparte el tanque de tormentas, cuya reforma ha costado 1,6 millones-, también se beneficiarán algunas calles adyacentes, que serán mejoradas.

La de la Alameda es el primer gran proyecto dedicido por los vecinos en un proceso participativo creado por la ex edil Paula Garvín (IU) hace unos años.

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