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La oleada de alumnos de FP en Magisterio cambiará el perfil del maestro

Los estudiantes de Formación Profesional copan más del 50% de plazas en algunas facultades de Educación

el 28 nov 2010 / 20:38 h.

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Alumnos en un patio de la Facultad de Educación de Sevilla.

Las carreras de Magisterio -convertidas ahora en el grado de Educación Infantil y el de Primaria- han sido las titulaciones de Humanidades más afectadas por la entrada masiva de alumnos procedentes de FP. No han sobrado plazas y, a pesar de que la nota de corte media para entrar ronda el 6,5, muchos han quedado fuera.

Los estudiantes con un título superior de Formación Profesional han disfrutado este año de un "acceso preferente" a la Universidad. En algunas carreras desplazaron a los aspirantes de Bachillerato cuya nota de acceso se vio resentida tras examinarse de Selectividad. En los títulos de Educación, en términos globales, el 35% de las plazas de Infantil han sido acaparadas por estudiantes de FP, el 19% en el grado de Primaria, y más del 50% en Educación Social (que permite dar clases en centros no reglados).

Pero los datos oscilan más por facultades: en algunas, como Huelva o Jaén, los alumnos de FP ocupan entre el 50 y el 60% de plazas, en Málaga, 535 provienen de Bachillerato y 207 de FP. En la Hispalense, se han creado cuatro grupos en Infantil y 10 en Primaria de 66 alumnos cada uno debido, en parte, a la "mayor presencia de técnicos de FP".

Las universidades andaluzas de Educación consultadas por este periódico coinciden en que "el nuevo perfil del estudiante está obligando a impartir clases de otra forma" y auguran que la oleada de graduados de FP que ha irrumpido este curso en Magisterio también "transformará el perfil de los futuros maestros". "Los alumnos de FP han llegado con una preparación práctica muy fuerte. Por una parte, son más adultos y maduros. Ellos acceden con 23 años de media y tienen más claro qué es la enseñanza, mientras los de Bachillerato aún tienen 17 ó 18 años.

Por otro, su formación previa es más práctica y no tan generalista", explica el decano de Educación en Huelva, Francisco José Morales. Estas conclusiones se abordaron hace sólo unos días en el Parlamento. La comisión de decanos de Educación fue convocada ante el grupo de trabajo que busca fórmulas para seleccionar a los mejores estudiantes y convertirlos en futuros profesores.

Hasta ahora, a estas aulas universitarias llegaban estudiantes de Bachillerato con una formación estrictamente teórica.Este curso las facultades de Educación estrenan el grado de Infantil y de Primaria. Las primeras promociones tienen "más del doble de alumnos técnicos de FP que otros años". Estos estudiantes, al realizar el ciclo formativo de Educación Infantil o de Primaria, ya han entrado en contacto con la docencia directa durante un periodo de prácticas en guarderías o en colegios. "Vienen con más vocación que los de Bachillerato, pero aún así la selección de los aspirantes a maestro es deficiente. La docencia es vocacional, no puede estar abierta a todos, debe haber una criba más exigente y especializada", propone Ángel Pérez, catedrático de Didáctica de Málaga. Pérez, que también ha sido convocado por el Parlamento, recuerda que en Finlandia, de cada 1.500 aspirantes a ser maestro se selecciona a 150.

Pero no todas las facultades han respondido igual a esta realidad. Huelva convalida a los de FP un año lectivo (60 créditos), repartido en los cuatro años de grado, porque reconoce la equivalencia que existe entre gran parte de las 2.000 horas del ciclo formativo de Educación Infantil y el currículum del grado universitario. En cambio, la facultad de Jaén considera "injusto" que los técnicos hayan entrado con preferencia sobre los bachilleres. "Por razones académicas y políticas", sostienen, han decidido no convalidarles nada a los de FP. La estructura de la diplomatura de Magisterio cambió con la adaptación al Plan de Bolonia: pasó de tres a cuatro años y se especializó más. Pero ahora serán los nuevos estudiantes los que transformen el perfil del futuro maestro. "Las exigencias de esos alumnos a sus profesores está siendo más rigurosa", explican desde la Hispalense. "Ellos ya han conducido un aula, saben tratar a un niño discapacitado y gestionar una clase con inmigrantes. La facultad les obligará a investigar y a profundizar, pero tanta teoría también les supone un frenazo en su formación docente. Veremos cuántos terminan", explican desde la de Granada. "Quizá estén peor preparados en formación básica, pero buscan clases más operativas. Son más participativos, pero al final la cultura universitaria los subsume", dice Guillermo Domínguez, decano de Ciencias Sociales de la UPO.

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