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La Plaza Nueva se viste de rojigualda

127 civiles juran bandera en un acto conjunto del Ayuntamiento hispalense y las Unidades de Ingenieros del Ejército de Tierra

el 30 may 2013 / 23:24 h.

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Mientras los trabajadores de Lipasam se afanaban por limpiar los restos de romero que aún quedaban esparcidos por el suelo de la plaza del Salvador tras la mañanera procesión del Corpus, un niño con traje de domingo, o más bien de festivo, paseaba con sus padres en el carrito agitando una bandera de España. A las 18.30 horas ver a pequeños y mayores portando una en las inmediaciones del Ayuntamiento no era algo raro. Y es que muchos se dirigían a la jura de bandera civil organizada entre el Consistorio y los ingenieros militares del Ejército de Tierra, que una hora más tarde se celebraría en la Plaza Nueva y que culminaría con un desfile militar para celebrar el día del patrón de ambos, San Fernando. La ciudad solo recuerda tal despliegue de banderas rojigualdas en los últimos años con alguna que otra victoria de la selección de fútbol. “¡Qué me gusta un desfile militar!”, hacía saber una joven a su madre al ver tanto uniforme en el frontal del Ayuntamiento. Al ser una jura de bandera civil, además de los militares, muchos familiares de los jurandos –127 en total, 48 de ellos mujeres– comenzaban a llenar las gradas colocadas para la ocasión, que abarrotaban al final unos 600 invitados que intentaban hacer frente al calor sofocante con abanicos. Ellos sí sabían lo que iba a pasar allí, pero no las múltiples personas que se apostaban junto a las vallas de protección para ver qué se cocía dentro de la plaza. “Niña, tú que estabas hablando con el militar ese... ¿Te ha contado de qué va esto”. Ni una ni dos veces preguntaron a esta periodista los curiosos qué estaba pasando, aunque no por ello abandonaban su sitio. Lo mismo era un desfile que una jura de bandera, que cualquier otra celebración que le hiciese pasar el rato. María del Carmen y María se habían enterado del acontecimiento por un amigo que iba a jurar bandera aunque al final se la habían retrasado a octubre. “Está bien que se hagan estas cosas de vez en cuando, sobre todo con este buen tiempo, porque a la gente le entretiene”, indicaban, mientras Juan Pedro y Felisa, turistas de Toledo, que defendían que la festividad religiosa y la militar, si el motivo era la celebración del patrón, eran “perfectamente compatibles”. “A mí me parece muy bien que se hagan estas cosas en una plaza pública que no está aprovechada. Al pasar he pensado que era un concierto o algo. Si lo llego a saber, juro bandera yo”, relataba Lola Franco, que se apiadaba de los “pobres” que estaban en las gradas soportando un sol de justicia. De hecho, una señora tuvo que ser atendida por el 112 antes de que comenzara el acto al sufrir una lipotimia, aunque ella era de las que estaban apostadas en las vallas. No todos estaban de acuerdo con el acto cívico militar. “Esto me recuerda a otros tiempos; da hasta un poco de grima y miedo”, contaba Carmen, que no entendía por qué este tipo de citas no se celebraban en los cuarteles. A las 19.30 horas comenzó la ceremonia, que estuvo presidida por el alcalde de la capital hispalense, Juan Ignacio Zoido, y el teniente general jefe de la Fuerza Terrestre, José Ignacio Medina Cebrián y que tenía como objetivo “simbolizar en torno a la figura de San Fernando III, cuya efigie preside la Plaza Nueva, la unión de la ciudad de Sevilla y de sus Fuerzas Armadas”, señaló en una nota el regimiento de Guerra Electrónica número 32, unidad participante del acto. La banda musical del cuartel general de la Fuerza Terrestre fue la encargada de abrir el acto. Después, el alcalde fue el primer civil en jurar bandera, al igual que hicieron el delegado de Empleo, Economía, Fiestas Mayores y Turismo, Gregorio Serrano, el presidente del Pleno del Ayuntamiendo de Sevilla, Javier Landa, el director de Área de Fiestas Mayores, Rafael Rivas, y el de Medio Ambiente, Joaquín Peña. De la oposición, el concejal socialista Miguel Bazaga también hizo lo propio. Entre las personalidades civiles que participaron en el acto–no en la jura– se encontraban Felisa Panadero, subdelegada del Gobierno en Sevilla, o Javier Benjumea, de la Real Maestranza de Caballería, entre otros. Tras la jura de bandera civil, en la que participaron muchos jóvenes, tuvo lugar la imposición de condecoraciones a personal del Arma de Ingenieros, con las que se reconocía el mérito militar o la intachable conducta, entre otras cuestiones. A ello le sucedió un acto de homenaje “a los que dieron su vida por España”, en el que se recordó de manera expresa a los tres suboficiales de Ingenieros de la Bandera de Zapadores de la Brigada de la Legión, fallecidos en acto de servicio el pasado 20 de mayo en Almería. Este fue el acto más emotivo de la ceremonia, en el que se entonó La muerte no es el final. El desfile militar, en el que participaron unas 140 personas, recorrió parte de la avenida de la Constitución y culminó en la fachada del Consistorio.

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