Los alrededores de las calles Luis Ortiz Muñoz, Orfebre Cayetano González y José Sebastián Bandarán, en las Tres Mil, estuvieron custodiados ayer por un fuerte despliegue policial para evitar enfrentamientos entre clanes de la zona -Los Casiano y los Caracoleños- con la familia de Mariano, el menor de 17 años tiroteado el domingo hacia las 13.30 horas cuando regresaba a su casa tras ayudar a sus padres en el mercadillo del barrio. El chico, perteneciente a una familia conocida como Los Salguero, recibió una bala perdida cuando circulaba en el asiento de atrás del todoterreno, en el que también se encontraban sus progenitores. El padre aminoró la velocidad al ver que había pelea y en ese intervalo sonó un disparo, que atravesó la cabeza del menor. El muchacho nada tuvo que ver en la polémica, confirman fuentes policiales, pero existe el temor de que alguno de sus allegados pida cuentas a los posibles culpables. De ahí que la Policía decidiese blindar el barrio. Sólo a la hora de la comida se redujo la vigilancia disuasoria. Lo cierto, confirman las mismas fuentes, es que en todo el día no se produjeron incidentes en las Tres Mil, entre ninguna de las familias implicadas, todas ellas gitanas. En Los Verdes, los bloques donde vive el herido, el drama se vive de puertas para adentro y nada indica que, sólo 24 horas antes, se había producido una tragedia.
Aún no se han producido detenciones, aunque las investigaciones son "intensas". Varios familiares de la víctima mostraron su "sorpresa" ante la falta de arrestos, "porque en el barrio todos saben lo que pasa y quién hace las cosas". Ayer, de nuevo, más de 200 allegados del chico se reunieron en las Urgencias de Traumatología del Hospital Virgen del Rocío, en cuya Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) sigue ingresado el menor. El último parte médico confirma su estado crítico.