Economía

La proliferación de riegos y sondeos amenazan el caudal ecológico del río

La proliferación del regadío y de los sondeos que detraen aguas subterráneas al Guadalquivir "dificultan el mantenimiento de los caudales ecológicos" en el río, con el consiguiente impacto medioambiental que conllevaría. Así consta en un documento interno del órgano regulador de la cuenca, la CHG.

el 15 sep 2009 / 10:45 h.

La proliferación del regadío y de los sondeos que detraen aguas subterráneas al Guadalquivir "dificultan el mantenimiento de los caudales ecológicos" en el río, con el consiguiente impacto medioambiental que conllevaría. Así consta en un documento interno del órgano regulador de la cuenca, la CHG.

No es río sino "tubería" este Guadalquivir cuyo cauce es apenas un frágil hilo de agua cuando ni llueve ni las compuertas de los pantanos están abiertas para los riegos. La expansión de la superficie de regadío, los sondeos, legales o clandestinos, y el acaparamiento de más escorrentías por parte de los tres y últimos embalses previstos en la cuenca -los cordobeses Arenoso y Breña II y el sevillano Melonares- "dificultan el mantenimiento de los caudales ecológicos". Léase, tramos que se secan, mortandad de peces, desastre ambiental.

Documento interno de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y firmado por el jefe de la Oficina de Planificación Hidrológica, Agustín Argüelles. Su advertencia ha tenido tal impacto que el presidente del regulador de la cuenca, Francisco Tapia, ha vetado -salvo contadas excepciones- las concesiones para nuevos riegos. Freno al regadío.

"Si esta demanda siguiera creciendo, podrían existir dificultades a medio plazo no sólo para suministrar los caudales concedidos, sino también para cumplir los objetivos medioambientales, que son un imperativo legal".

Sigan el siguiente recorrido de Perogrullo, pero vital para entender el comportamiento del río. Los manantiales y escorrentías (los regueros que causa la lluvia) nutren a los barrancos, éstos a los afluentes, unos van a los pantanos, otros desembocan en el tronco principal del Guadalquivir. Si ese fluir de la sangre lo entorpecemos con más embalses y sondeos, no sólo mengua la arteria principal, sino que los acuíferos chupan de ésta para reponerse.

Javier Serrano es el comisario de Aguas de la CHG. "Sí, ya somos incapaces de mantener los caudales ecológicos en invierno. Deja de llover y el río, de correr, al faltar las aguas subterráneas. El Guadalquivir se convierte así en una tubería", sentencia.

Vayamos a Alcalá del Río. Antes de que el río quede cortado por la última de las presas previa a su desembocadura en el mar -y la que obstaculiza la entrada de las mareas-, grandes bolsas de tierra flotaban hace unos días en medio del cauce, pese a que aún los pantanos están desembalsando para atender los riegos del arrozal de las marismas sevillanas. Sin estos aportes que manejan las manos del hombre -compuertas que abren y cierran- y sin aquellos proporcionados por la meteorología, un otoño seco supondría un enorme riesgo para el caudal ecológico.

En su línea argumental, Agustín Argüelles recuerda que "los aspectos medioambientales poseen ahora una importancia superior a la que tenían en la anterior Planificación Hidrológica del Guadalquivir. Como en su día dijera Juan Saura, director técnico de la CHG, "fuimos enterradores de peces, y eso la sociedad ya no lo toleraría", en referencia a cuando se soltaba agua en exceso y la fauna moría en los pantanos.

De hecho, en uno de los documentos que se encuentran sobre la mesa donde se redacta el nuevo Plan Hidrológico se señala que "resulta imprescindible que el regadío, como principal consumidor de recursos [hídricos], no siga tensionando el precario equilibrio de la cuenca, lo que obliga a plantearse su limitación [...]".

Sin ahorro global. Para Javier Serrano, las modernizaciones de los regadíos, cuyos planes financian el Gobierno central y la Junta de Andalucía, "han tenido un objetivo más agrario que medioambiental. No se han revisado los derechos [de concesión de aguas] y, al final, no se ha ahorrado ni una gota de agua, pues quien lo hacía por ejemplo en el girasol, la sobrante la destinaba a nuevas plantaciones de arboleda".

El nuevo Plan Hidrológico para el Guadalquivir, que regirá la gestión del río para los próximos años y ha de aprobarse en 2009, inició a finales de julio pasado la fase de exposición pública de sus primeros documentos. En ellos, se antepone el medio ambiente a los usos económicos, incluido el regadío.

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