Son más de un centenar las historias que marcan el módulo de respeto, el número 11 de la prisión situada en Morón de la Frontera. Sin embargo, todos han decidido una forma muy particular de pasar el tiempo en el centro: el compromiso de seguir unas normas similares a las existentes en la calle. Un ejemplo de ello es Antonio, un profesor que, "por circunstancias de la vida", se encuentra en prisión. No obstante, esto no ha sido un obstáculo para seguir ejerciendo de maestro también entre rejas.
La diversidad cultural le hizo recapacitar sobre las posibilidades de ayudar a otras personas que se encuentran en su misma situación personal. Entre sus compromisos diarios se encuentran la alfabetización y las clases de español para extranjeros. Pero sus lecciones van mezcladas "con otros ingredientes como son dosis de cariño y paciencia, unas cualidades extras porque las circunstancias de cada día y de cada persona son diferentes cada vez que das clases".
En este módulo, cada preso tiene que asumir varias reglas entre las que se encuentran "el cuidado de la higiene personal, no consumir drogas, limpieza del módulo y ocupación del tiempo libre, realizando tres actividades diarias", explica el educador Máximo Díaz. Como contrapunto también tienen sus beneficios con excursiones fuera de prisión, actividades culturales y la proyección de películas o conciertos "que en el caso del cine luego comentamos y en los conciertos ponemos a los compañeros en antecedentes porque suele ser música alternativa como Triana, Pink Floyd o Medina Azahara", comenta Antonio que también se encarga del calendario cultural.
Y en todo este proceso, La Puebla de Cazalla tiene un papel clave puesto que ha apadrinado este módulo penitenciario. Según explica José Vidal, director del centro, la función principal de instituciones penitenciarias es "reinsertar y rehabilitar a las personas en la sociedad y entendemos que si la sociedad no participa en este tipo de procesos nunca se llevará a buen puerto la reinserción. Para ello existe el apadrinamiento, un intercambio mutuo donde nos conocemos, ellos nos recomiendan actividades y nos ponen al día de las costumbres del pueblo".
Desde el Consistorio no lo dudaron y han correspondido como buen padrino. Latas de pintura, un ordenador y libros han sido algunos de los regalos con los que han bautizado sus compromisos. Para Concha Guerrero, edil de Participación Ciudadana, ha sido clave "el hecho de que ellos hayan asumido su reinserción".
Todos coinciden en la importancia de que la sociedad cumpla un papel clave para que estas personas puedan cumplir su sueño: vivir en libertad.
