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La realeza se lo monta en Triana

Por primera vez, una banda de cornetas y tambores interpretó ayer el himno nacional para inaugurar un bar en Triana. Con once ya abiertos, En C'ar Conde piensa hacer igual cada vez que se estrene una sucursal de sus montaditos dedicados a la realeza.

el 15 sep 2009 / 00:09 h.

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Por primera vez, una banda de cornetas y tambores interpretó ayer el himno nacional para inaugurar un bar en Triana. Con once ya abiertos, En C'ar Conde piensa hacer igual cada vez que se estrene una sucursal de sus montaditos dedicados a la realeza.

Con la calle cortada al tráfico previo permiso municipal, los 110 músicos de la agrupación musical Virgen de los Reyes, con sus tricornios, sus entorchados y todos sus perejiles, interpretaron anoche a todo trapo la Marcha Real para inaugurar en la Ronda de Triana el undécimo establecimiento de la cadena de montaditos En C'ar Conde, donde todo lo que se come tiene título nobiliario u ocupa puesto en la línea sucesoria de la Corona: Letizia, Urdangarín, Froilán, Duquesa de Alba, Carlos y Camilla... El creador de la idea y del negocio, José Manuel González, comentaba que a partir de ahora esto es lo que toca, y que se vayan preparando en Pino Montano, en Morón de la Frontera y en San José de la Rinconada, porque de aquí a nada piensa repetir allí el mismo solemne protocolo. Serán locales a los que ir, literalmente, de marcha.

A base de meterle cosas al pan y poner nombres originales y muy monárquicos a sus montaditos y revueltos (ahí queda el impagable Por qué no te callas: morcón, queso "y dos huevos españoles"), José Manuel González se ha convencido de que "invertir en diversión y en publicidad es la misma cosa", como contaba ayer, mientras esperaba que llegasen al nuevo local los empresarios invitados, los políticos y el público en general. Esta reciente cadena llevaba dos o tres años gozando de un cierto éxito, hasta que la escena de Chávez y el Rey en la última cumbre iberoamericana le dio una popularidad hasta entonces insospechada. De ahí las inminentes aperturas citadas y, en los meses siguientes, también las de Mairena del Aljarafe, Coria del Río y Los Bermejales, pasos previos al desembarco en Madrid y Barcelona. Eso se llama irse con la música a otra parte, pero en plan bien.

"Pero nadie conquista Sevilla si no está en las dos orillas", decía ayer el dueño, valorando especialmente el desembarco en Triana. Tanta importancia le dio al asunto que allí acabó juntándose lo que se viene denominando un porrón de gente, generalmente dispuesta a no dejar sin cumplimentar una gentil invitación a libaciones y a catas de condumio, como era el caso.

Lo peor de En C'ar Conde es que hay que contratar a un sherpa para subirse a la silla. Lo mejor, el trato, la cerveza helada y la carta, mientras no se ponga borrosa.

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