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La Reina inaugura en Salteras el primer centro para sordociegos de España

Manos que hablan, manos que tocan, manos que abrazan, manos que aplauden, manos que sienten... Cuando faltan los sentidos de la vista y el oído, las manos lo son todo. Y la Reina Sofía tuvo ayer la oportunidad de comprobarlo... y de tocarlo.

el 26 oct 2010 / 16:57 h.

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Foto: Paco Cazalla
A las cuatro de la tarde, Doña Sofía llegaba al centro Santa Ángela de la Cruz, en Salteras, el primero en España destinado a jóvenes y adultos con sordoceguera, donde le esperaban el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, la consejera de Igualdad y Bienestar Social, Micaela Navarro, el delegado del Gobierno en Andalucía, Luis García Garrido, y el alcalde de Salteras, Antonio Valverde, entre otras personalidades, junto a la directora del centro y presidenta de la Asociación Española de Padres de Sordociegos (Apascide).


Tras una breve pausa para descubrir el azulejo que recordaba su presencia, pasó al interior para visitar los distintos talleres y conocer a cada uno de los alumnos y sus mediadores de comunicación -uno por alumno-, además de los voluntarios que habitualmente acuden al centro, abierto en septiembre, siempre que tienen un hueco libre.

En cada taller, la Reina se detuvo con los alumnos, cogiéndoles las manos y dejándoles acariciarla, tanto en sus manos como en su cara. Las manos es lo que les une al mundo y a través de ellas, guiadas por cada uno de sus mediadores, sabían que la Reina había llegado y le daban las gracias y aplaudían, manos en alto, alegres por la visita.

Todos los profesionales que trabajan en el centro, en total 40, entre dirección, mediadores y personal de servicio, tienen que conocer la lengua de signos. Aunque lo fundamental, sobre todo en los que tienen contacto directo con ellos, es la vocación. También la sensibilidad. Para lograr un pequeño paso, el esfuerzo es arduo, pero muy gratificante.

José Luis, de 28 años, le leyó en sistema Braille a Doña Sofía la redacción que le había dedicado, y que ella se llevó: "Buenas tardes Majestad. He tenido mucha suerte por ser elegido para hacer esta redacción...". Al acabar el acto y rodeado de periodistas que alababan su templanza aseguraba que "es simpática".

Quizás donde más se note el trabajo tan importante que se hace con estas personas, todas mayores de 16 años, es en la sala de los sentidos. Allí, como explica María del Mar García, médico y voluntaria del centro -es hija de Dolores Romero, la directora, y su hermana Inés es una de las alumnas, "el motor" de este gran sueño, como reconocía su madre-, "se trabaja en estimular cada sentido, el resto de vista y oído que tienen, con música muy alta y luces led; pero también el tacto, con elementos que vibran al compás de la música, como una tarima o la caja. Y el olfato, con aromaterapia, velas...".

Nada más entrar la Reina y comprobar cómo cada monitor estaba trabajando con cada chico, cómo les miman a la vez que les enseñan y les estimulan en sus dificultades de comunicación, aseguró: "Nunca he visto nada así".

Y trabajo ha costado, afirmaba Rosario Cruces. Su hermana Macarena, alumna del centro, fue la encargada de entregar el ramo de flores a la Reina a su llegada: "han sido muchos años y nadie nos creía". En el mes que lleva abierto, Macarena "ha mejorado en comunicación, en comportamiento, está más sociable y ha aprendido a aceptar a los otros", destaca.

"Lo más llamativo es que llevan muy pocos días y no echan en falta a sus familias", afirmaba Dolores Romero tras despedir a la Reina, para asegurar que "es un sueño hecho realidad". La presidenta reconocía que ha sido "mucho trabajo, esfuerzo y riesgo, pero trabajamos por una causa justa. Son nuestros hijos".


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