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La 'resurrección' del cauce del Guadaíra

Tan acostumbrados estamos a la imagen de un río surcado por aguas contaminadas de sosa cáustica que ahora hasta sorprende ver las imágenes actuales del cauce vivo del Guadaíra. Este río de origen gaditano y 130 kilómetros de extensión constituye uno de los espacios...

el 16 sep 2009 / 02:14 h.

Tan acostumbrados estamos a la imagen de un río surcado por aguas contaminadas de sosa cáustica que ahora hasta sorprende ver las imágenes actuales del cauce vivo del Guadaíra. Este río de origen gaditano y 130 kilómetros de extensión constituye uno de los espacios más vejados y heridos del patrimonio natural de la provincia de Sevilla. Pero su intrahistoria de contaminación y mortandades masivas de peces parece haber llegado a su fin. Especies como los barbos, las anguilas o las carpas han vuelto al cauce vivo del río gracias a la labor de recuperación medioambiental de este ecosistema y, sobre todo, a consecuencia de la lucha contra los vertidos ilegales de desechos del aderezo de aceitunas que habían arrasado con la vida natural. En los últimos cinco años, los índices negativos propiciados por estos vertidos industriales han caído en un 60%, lo que demuestra, con números sobre la mesa, que las actuaciones emprendidas por la Administración, en las que se mezclaba una legislación cada vez más restrictiva con la imposición de sanciones muy elevadas a las empresas que contaminaban, han terminado por surtir efecto. Hay una mayor concienciación de las compañías y también hay más medios para mitigar el daño que producen industrias tan importantes para municipios como Morón o Arahal como ésta del aderezo de la aceituna (concentra el 25% de la facturación mundial con una producción anual de 325 millones de kilos). El uso conjunto de depuradoras y balsas de almacenamiento ha permitido una mejora tan considerable que el Guadaíra ya no es considerado, para verguenza de tantos, el río más contaminado de Europa. Y en esto, por cierto, ha tenido mucho que ver la movilización de los ciudadanos a través de plataformas y colectivos que han llevado a primera línea de la escena pública la necesidad de parar una degradación tan mortífera como la que soportaba el Guadaíra. Aún queda mucho por hacer, pero los sevillanos pueden ya disfrutar de un río que se había convertido en la víctima propiciatoria de un crecimiento muy poco respetuoso como la sostenibilidad.

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