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La retaguardia echa el cerrojo

El Betis no lograba dejar la puerta propia a cero, en torneo de Liga, desde el pasado 16 de marzo en un Elche-Betis, en el Martínez Valero (0-0).

el 30 sep 2014 / 10:37 h.

betis sesion trabajo2 300814 - rbb_opt El central Perquis, durante una sesión de trabajo del Betis. Foto: Real Betis. Que el Betis volviera a dejar la portería a cero en competición doméstica era una situación que se estaba demorando demasiado en darse. Una enorme rémora, teniendo el inminente objetivo de recuperar la categoría perdida. Por lo que se antoja imprescindible empezar a recuperar ese hábito. Prioritario. Tal ha llegado a ser la sangría que, en los primeros partidos de Liga, fue el segundo equipo más goleado de Segunda, incluso. Sólo superado por el colista, por aquel entonces el Sabadell. Un hándicap que debía y debe seguir trabajando para que desaparezca, si no quiere jugar, con el paso de las jornadas, con fuego real que haga peligrar el ascenso. El pasado domingo,  el conjunto verdiblanco logró echar el cierre a su portería después de quince partidos ligueros entre Primera y Segunda División. Cabe recordar que, en la presente edición de la Copa del Rey –frente al Llagostera–, los pupilos de Velázquez ya lograron mantener su portería a cero con Dani Giménez entre palos. Se da la circunstancia que la última vez que dejó la portería libre de goles en contra fue el pasado 16 de marzo cuando visitó el Martínez Valero en un duelo, ante el Elche, que finalizó en tablas (0-0). Una semana antes, también logró hacerlo, en el Villamarín, frente al Espanyol (2-0). Partido, además, que sirvió de debut de Adán y N’Diaye como verdiblancos. La temporada pasada, el Betis sólo dejó de encajar en ocho encuentros de ligueros. Curiosamente, de los doce duelos de Europa League en los que intervino, en hasta siete finalizó sin recibir un tanto del rival. En Copa del_Rey, en cambio, de los cuatro partidos que disputó encajó cinco goles y solamente echó la persiana en uno de ellos ante el Athletic Club en el Villamarín (1-0). Frente al Mirandés, no es que la señalada retaguardia verdiblanca tuviera un partido plácido. Sí cabe decir que estuvieron menos exigidos por la limitada calidad del oponente y al final –con el resultado a favor– la fe del equipo de Anduva se fue  esfumando. Sin embargo, con el resultado igualado, los primeros en inquietar fueron los hombres de Carlos Terrazas. De hecho, no sería descabellado decir que si el Betis no encajó, fue casi un milagro. Pocas ocasiones más claras que la que tuvo en sus botas Barahona en el minuto siete de partido. Esto, después de otro fallo en cadena de la defensa. En la segunda mitad, los acercamientos fueron mayores porque, como viene siendo costumbre, el Betis confunde el repliegue con la concesión de terreno. La mayoría de disparos, cabe resaltar, desde larga distancia y sin maliciosa intención. Portería. El trabajo que tuvo lo solventó con creces, aunque, en la primera mitad, revivió viejos fantasmas en alguna salida por alto. El regalo de Barahona murió en sus guantes. Defensa.  En la dinámica habitual. Voluntariosa pero torpe, inquieta, con excesiva tendencia al balón largo y con lagunas tanto en los flancos como en el eje. En la primera mitad, el carril de Molinero fue el foco de los ataques del Mirandés. En la segunda parte, aprovecharon también la endeblez de Casado para penetrar a un área donde esperaban Perquis y Figueras. El franco-polaco, con alma de tipo contundente, salvó la papeleta con buenas correcciones ante las subidas de Molinero. Su hándicap, las imprecisiones. Figueras, aseado, flaqueó en los despejes: mansos y al centro. Centro del campo.  La presencia de N’Diaye mejoró las prestaciones ofrecidas por Xavi Torres en Girona. El franco-senegalés demostró estar lejos de su mejor estado físico pero, aun así, su despliegue fue tal que, con poco, reforzó la solidez en el pasillo central como mediocentro puro. Matilla, sin embargo, parece que no logra encadenar dos encuentros seguidos a buen nivel. Se echó en falta más posesión y rigor con el balón en los pies. El juego bético sigue echado a la suerte del contragolpe, el balón largo o la rápida recuperación en campo propio. Delantera. Y que la cace Rubén, claro. Así nació el primer tanto, en una pérdida absurda del Mirandés que Rennella recepcionó para entregar con rapidez y sutileza a la carrera del canario. Además de los goles de Rubén Castro, la otra buena noticia de la punta de ataque fue el delantero franco-italiano. Rennella se ganó al respetable y sigue pidiendo protagonismo aun sin ver portería. Seguramente, su trabajo oscuro, de movilidad y desgaste jugando de espaldas al arco rival, le impida estar en esas. A Molina le ha salido un duro competidor en el once y a Rubén, otro amigo para asociarse en ataque.

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