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La serenidad de lo inevitable

el 15 sep 2009 / 02:02 h.

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"El año que viene será". Era la frase más repetida ayer en San Bernardo, y en el resto de cofradías de este Miércoles Santo que ha aguado tantas ilusiones. Pero no fue una situación traumática, era lo esperado. No había más que mirar por la puerta lateral, por la que sale la cofradía, para ver cómo una continua lluvia, entonces fina, no cesaba en ningún momento y los que entraban al templo lo hacían cerrando el paraguas.

Las fotos se repetían dentro delante de los pasos, los niños nazarenos y también el escuadrón de artillería que iba a escoltarlos. Están perfectos, resplandecen en la cabecera del templo con las candelerías perfectamente encendidas por los Santizo. También llama la atención el exorno floral: claveles rojos, entreveraos con lirios morados en el del Cristo de la Salud y claveles blancos trufados con ramitos de azahar para la Virgen del Refugio. Bellos y perfumados.

Esperanza. En todo momento, no hay tristezas, sí tranquilidad, templanza, conformidad, al menos una hora antes. Cuando ya fue oficial, las caras cambiaron algo, pero en una minoría de hermanos y hermanas que aún conservaban la esperanza de salir a la calle con sus titulares. Ya lo había advertido el hermano mayor, Antonio Rodríguez Hidalgo, al señalar que desde meteorología le habían anunciado un riesgo de lluvia durante todo el día del 80%.

Frente a la puerta de salida no había casi nadie. Apenas una fila de personas con sus paraguas abiertos mirando más al cielo que al interior. Desde dentro una hermana muy joven llora, pero está sola. El resto comenta, charla, saluda a los viejos amigos, hasta que, de vez en cuando, se vuelve a hacer el silencio.

Más alejada de la puerta, Maite y su hijo Iván, ambos vestidos de nazarenos esperan la decisión del cabildo que está a punto de reunirse. "Y si no van a salir, ¿por qué no nos vamos?", pregunta el pequeño, de cuatro años y medio a Maite. "Además no sé si podría aguantar mucho porque estoy embarazada, pero siempre hay ilusión".

Cinco minutos antes de la hora, el hermano mayor anuncia una decisión "drástica y dolorosa. Se impone la cordura, no valen las razones del corazón". La respuesta de los hermanos fueron palmas y lágrimas. "El año que viene será".

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