Cultura

Descifrando a los íberos

Una muestra en la Plaza de San Francisco recrea las casas, tumbas y vida de este pueblo cuya escritura sigue sin interpretarse.

el 18 sep 2013 / 16:30 h.

El alcalde, Juan Ignacio Zoido, junto al secretario general de la Fundación La Caixa, Lluis Reverte. El alcalde, Juan Ignacio Zoido, junto al secretario general de la Fundación La Caixa, Lluis Reverte. El sueño de todo arqueólogo es encontrar la piedra Rosetta que permita interpretar la escritura de los íberos, ese pueblo a caballo entre la prehistoria y la historia al que debe su nombre la Península Ibérica donde vivieron (salvo en el norte celta) desde el siglo VIa.C hasta que el Imperio romano acabó con ellos entre los siglos II y I a.C. Aunque hoy son estudiados como una única civilización, lo cierto es que nunca funcionaron como tal ni formaron un Estado, pese a compartir rasgos culturales. Se organizaban en pequeños reinos que aglutinaban a varios poblados (oppidum) bajo el dominio de un príncipe. La guerra fue su gran actividad, entre ellos mismos o como mercenarios tanto del bando de los cartagineses como de los romanos en las guerras púnicas. Conocían ya la rueda, el torno para moldear la cerámica y el arado para cultivar la tierra (sobre todo cereales y legumbres). Y desarrollaron industrias como el trabajo con esparto y la producción de aceite, una de sus principales exportaciones. La Caixa y la Fundación Cajasol invitan a conocer Nuestra civilización antes de Roma a través de una exposición –la primera que organizan conjuntamente– que puede verse, gratis, en la Plaza de San Francisco hasta el 30 de octubre. Hasta nuestros días han llegado pocos templos y palacios ya que muchos fueron quemados por los romanos, pero sí tumbas y santuarios o monumentos funerarios. En una carpa como la que hace un año recreaba una villa romana y sus domus, la muestra exhibe reproducciones a escala real de dos de las esculturas más conocidas, la Dama de Elche y la Bicha de Bazalote y permite acceder a una reconstrucción de la tumba de la Dama de Baza; conocer qué comían, los tipos de ánforas que usaban para conservar los productos, los tornos donde las fabricaban o los telares donde tejían y trabajaban el esparto, su moneda y su sociedad estratificada, con el príncipe en la cúspide, seguido de guerreros y sacerdotisas, industriales y en la base los agricultores. Descifrar la escritura hallada en lápidas y placas que se intuyen eran registros comerciales es la gran tarea pendiente y lo que impide conocer, más allá de las crónicas romanas, el olimpo de sus dioses o sus avatares históricos. Hay dos tipos:la turdetana –más antigua y que se leía de derecha a izquierda– y la levantina u oriental, evolución de ésta. “Sobre la escritura desde los años 20 del siglo pasado no hemos avanzado mucho y hasta que encontremos un escrito en varias lenguas no tendremos nada. Hay teorías pero no conocemos la semántica. Solo hemos podido reconstruir un alfabeto”, admite el comisario de la muestra, el arquéologo Luis Batista. En España hay unos 400 yacimientos íberos, explica, con grandes diferencias entre los poblados del sur, mucho más grandes y con un sistema político basado en el poder aristocrático del príncipe, y los del norte, con un sistema más democrático en el que existía un Consejo de Guerra que podía tomar decisiones, además de que el pueblo tenía acceso a las armas para luchar como mercenarios. En Sevilla, los íberos se asentaron de forma temprana y tuvieron más influencia tartésica que fenicia. Uno de los principales yacimientos se encuentra en Osuna (la antigua Urso, donde se halló el famoso relieve de un toro). Aunque en Andalucía, los principales restos íberos están en Jaén. Entre el siglo V y IV a.C. hubo una inflexión. Las crónicas romanas hablan de “revueltas sociales” y las tumbas empezaron a decorarse por dentro y no por fuera por los saqueos. Roma comenzó la dominación en el 218 por Ampurias y terminó en torno al siglo I a.C. Les resultó fácil porque “nunca formaron un ejército unitario contra el Imperio” debido a esa falta de conciencia de conjunto. La exposición, con visitas guiadas a las 19.00 horas (los fines de semana también a las 12.00), es la número 35 de La Caixa en Sevilla, la primera con la Fundación Cajasol. Los responsables de ambas –Luis Reverter y Luis Miguel Pons– se comprometieron ante el alcalde, Juan Ignacio Zoido, a seguir colaborando en actividades.  

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