Cofradías

La voz que hizo al silencio

Recaredo se queda callada ante el paso del Cristo de la Fundación.
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el 01 abr 2010 / 17:31 h.

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Nunca la Ronda estuvo callada de esa manera un jueves a las tres de la tarde. El sol arriba, los bares abiertos, operación salida -y llegada- y en la calle Recaredo se hizo el silencio a las tres de la tarde. Es Jueves Santo. La emoción contenida y la voz de una saetera, Pili del Castillo, hicieron el resto: los espacios en blanco en la letra de su saeta eran el sonido de la Semana Santa a las puertas de la capilla de los Negritos.

Ni los sonidos de las cámaras disparando sus fotografías, ni los móviles, ni los niños llamando la atención de sus padres ni los padres llamado la atención a los hijos. Ninguno de esos ruidos pudieron con el recogimiento. La piel de gallina y los vellos de punta llegaron cuando el Cristo de la Fundación, con un exorno floral de belleza inconmensurable hecho con tulipanes de un rojo intensísimo y a punto de estallar con el calor del mediodía, puso la primera trabajadera sobre la acera. El Cristo ya fallecido inauguraba el Jueves Santo.

A lo lejos, donde la bulla no interfería en sus pensamientos, un hombre serio no se perdía un detalle. Con gafas de sol y de inmaculado traje negro, Gabriel, que no es sevillano, reconoce que llora cuando ve a este Cristo. Desde un pueblo de Castilla vino de niño al barrio de la Puerta de la Carne y cada Jueves Santo tiene la misma rutina: salir de su casa y colocarse discretamente en la esquina de la plaza Carmen Benítez, frente a la iglesia de San Roque, para ver la única procesión que ve en toda la Semana Santa. El único Cristo al que tiene devoción. Porque para él la Semana Santa es el momento de estar frente al Señor y recordar a sus padres, su infancia, su juventud y agradecer también el paso del tiempo y pedir por el porvenir. "Yo siento que se me pongan los vellos de punta cuando suena una marcha o cuando alguien canta una saeta: yo me emociono cuando la voz de quien la canta consigue que todo el mundo se dé cuenta de los sentimientos que hay detrás de una imagen". Él es cofrade, aunque su presencia entre cofradías no llegue a una hora al año.

En Recaredo también hay muchas jóvenes de mantilla ya desde la primera cofradía del Jueves, familias en la puerta de la capilla desde antes de las 13.00 horas que esperan a que la Virgen de los Ángeles salga escasa media hora después del Crucificado. Cuando el palio -de los más especiales de la Semana Santa y también con un curioso exorno de rosas y tulipanes rizados blancos- llega a las puertas de su iglesia suena una Salve a cuenta de la banda de las Nieves de Olivares. Después una nueva saeta y más silencio sólo roto por los aplausos, que son también la forma de espantar un poco al sentimiento y a la emoción para no dejar paso al llanto.

Los vecinos de la Puerta de la Carne sienten a la hermandad como suya, como una más en la vida del barrio. Hay saludos, recuerdos y anécdotas de años pasados que se comentan en cada corrillo. Para los de fuera, para los sevillanos que se acercan cada una Semana Santa tras otra o los que llegaron ayer por primera vez a ver esta salida, los Negritos es la hermandad austera que vive en el Centro y que hace que la voz se calle con su silencio.

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