La paz aún está lejos en Oriente Próximo y, sobre todo, después de que el Ejército israelí matara a 12 palestinos, entre ellos un alto dirigente de la Yihad Islámica, en Gaza. Los ataques aéreos israelíes son la respuesta más sangrienta desde hace meses al lanzamiento de misiles artesanales desde la franja. La Yihad ya habla de venganza y avisa de una "oleada" de atentados.
La escalada militar fue ordenada por el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, con la aprobación del Gabinete de Gobierno israelí, que se encuentra sometido a fuertes presiones de la opinión pública para que invada la franja de Gaza e impida los constantes ataques palestinos.
El Gobierno y las autoridades militares coinciden, de momento, en no emprender una operación masiva de graves consecuencias. El Ejército israelí se retiró de Gaza en 2005, después de una ocupación de 38 años y de desmantelar 21 asentamientos.
Antes de los entierros multitudinarios de nueve de los muertos de la Yihad Islámica, ésta afirmó que "el asesinato del comandante general, Majed el-Harazin, abrirá la puerta a una ola de operaciones de martirio", en alusión a posibles ataques suicidas en centros urbanos de Israel.
A estos nueve milicianos se unió el fallecimiento de dos oficiales de la policía naval de la fuerza ejecutiva de Hamas, que desempeña funciones de seguridad al servicio del depuesto primer ministro Ismail Haniye, líder de Hamas en Gaza, donde gobierna de acto desde la captura del control en esta zona en junio pasado. Además, en Cisjordania, una fuerza israelí de elite, mató en un choque armado al comandante de la Yihad en el norte de ese territorio ocupado por el Ejército, Tarek Abu Ali.
"La sangre de nuestros camaradas será el combustible de los cohetes que sembrarán muerte y destrucción entre los sionistas", dijo un portavoz de la Yihad, Amu Hamza, ante la multitud que acudió al hospital donde se hallaban los cadáveres.
La primera reacción de los combatientes de la Yihad fue el disparo de diez Al Kasam contra el cruce fronterizo de Karen Shalom, a cargo del Ejército, y localidades israelíes, sin que se produjeran víctimas.
La ofensiva militar israelí se produce un día antes de comenzar la festividad musulmana de Eid al-Adha y tiene como objetivo, según las autoridades castrenses, impedir los ataques diarios de los milicianos contra la población civil en el sur del país y residentes en 38 localidades vecinas de este territorio palestino.
Al otro lado de la frontera, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, condenó los ataques, que calificó de "salvajes y bárbaros". Al mismo tiempo, arremetió contra los disparos de cohetes desde la franja de Gaza contra territorio israelí, que consideró una práctica "absurda", que debe "acabar".
Crítica iraní. Por su parte, Irán condenó los ataques y señaló que "los crímenes del régimen sionista [Israel], que convierten en mártires a combatientes palestinos y a civiles indefensos, son la prueba de las intenciones del régimen", según el portavoz del ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Mohamad Ali Hoseini, que criticó una vez más la conferencia de paz para Oriente Próximo celebrada en noviembre en Annapolis (EEUU).
