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Las chabolas buscan hueco entre las vallas del paseo del río

En las zonas libres hay asentamientos que llevan años y en las cercadas tiendas sueltas

el 19 oct 2012 / 20:02 h.

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Junto al Puente del Alamillo se concentra el mayor asentamiento
El entorno de la biblioteca fantasma Felipe González, el parque infantil junto a ésta, el perímetro del antiguo centro de acogida y la parcela más cercana a la pasarela peatonal de la Cartuja. Hasta cuatro tramos del paseo Juan Carlos I junto al río, frecuentado por corredores, ciclistas y paseantes locales y foráneos, están vallados -la última zona cercada es la del centro de acogida- con un mismo objetivo: evitar los asentamientos chabolistas contra los que claman los vecinos y negocios de la zona, fundamentalmente los clubes de remo y piragüismo. Pero pese a contar cada vez con menos espacio, las tiendas de campaña siguen formando parte del paisaje, concentradas sobre todo en la bajada más cercana al puente del Alamillo y tras el club de remo Ciudad de Sevilla e incluso algunas aisladas en zonas valladas.

Sergio Paredes, responsable del club de remo Ciudad de Sevilla, lleva más de tres años denunciando al Ayuntamiento los problemas que le ocasiona el asentamiento rumano ubicado tras sus instalaciones. El club pidió sin éxito vallar la zona, como está la vecina biblioteca, pero el Consistorio le denegó el permiso por ser "zona verde". Tampoco ha obtenido respuesta a su proyecto para ampliar las instalaciones ocupando la parcela que los chabolistas "usan para hacer sus necesidades". "La Policía Local pasa de vez en cuando, recogen sus cosas y cuando se va las vuelven a montar. Siempre se quedan uno o dos de guardia por si vienen mientras el resto se va a recoger chatarra y por la tarde cuando vuelven todos se duchan en la fuente [Paredes constató ayer mismo con sorpresa que la habían quitado] y hacen de todo. Estás en el gimnasio y ves a un tío con el culo fuera", relata. El club ha instalado incluso un desagüe en la parte trasera para evacuar las aguas fecales y evitar que entren al interior.

 

Efectivos de Lipasam pasan frecuentemente por la zona baldeando y retirando colchones y enseres. También patrulla la Policía Local. Pero las escasas pertenencias de los chabolistas son tan fáciles de desmontar como de volver a instalar.

Junto al puente del Alamillo lleva cuatro años Domingo, exdrogadicto en rehabilitación, que constata la continua presencia policial y reconoce que "esto no es sitio para acampar pero ¿qué hacemos?, ¿a dónde vamos?" Es la otra cara del problema. La ayuda para expresidiarios de apenas 400 euros que recibe no le da para pagar un alquiler. "El problema es la fianza, que te piden un mes por adelantado, más fianza... total mil euros. ¿Tú crees que a mí me gusta estar aquí?, fíjate ayer [por el jueves] con la que cayó cómo estaba esto", dice. Eso sí, reconoce que la convivencia actual con las alrededor de 15 o 20 personas fijas que comparten este espacio, la mayoría nacionales, es ahora mucho más tranquila que hasta hace poco cuando se concentraban en la zona inmigrantes, sobre todo rumanos. "Esos sí que no quieren nada, solo había broncas, borracheras, y lo dejaban todo hecho un asco. Nosotros lo mantenemos más o menos recogido", explica. A lo largo del paseo, no obstante, sí hay chabolas habitadas por inmigrantes rumanos y subsaharianos.

Junto a él, su compañero Jose, extrabajador de Lipasam, se afana en orientar la conversación hacia los culpables -desde Rajoy a jueces y fiscales- de que gente como él acaben en esta situación, provocada en su caso por "problemas familiares" que le llevaron a una separación en la que "la mujer que tiene más derecho que nadie" se quedó el piso y por una baja laboral que mermó gravemente sus recursos económicos.

Son los dos focos principales pero a lo largo del paseo pueden verse tiendas dispersas o simples colchones recogidos en torno a los árboles por el día. Las vallas, la solución municipal para reducir los asentamientos, restringen la presencia de chabolistas pero hay quien incluso es capaz de burlarlas, como los pocos habitantes del espacio cercado junto a la pasarela.


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