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«Las coronaciones no deben proliferar para no trivializarlas»

El Arzobispo de Sevilla desgrana cuáles serán sus líneas de actuación una vez que suceda al cardenal Amigo Vallejo. "Creo que tanto las coronaciones como las salidas extraordinarias no deben proliferar en exceso, porque entonces se las trivializa. Sin embargo, reconozco que las coronaciones son estimables si existe un proyecto pastoral y evangelizador consistente, que ayude a dinamizar la vida cristiana y el compromiso apostólico de las parroquias o hermandades que las solicitan".

el 15 sep 2009 / 20:50 h.

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-Cuando, según sus propias palabras, ya esperaba una retirada plácida en la Diócesis de Córdoba, la Providencia le llama para más altas empresas. ¿Ha sido una sorpresa, se lo esperaba?

-Es cierto que yo estaba muy contento en Córdoba, una Diócesis que hace poco más de cinco años me recibió con los brazos abiertos y donde me he sentido muy bien acogido y querido. Córdoba es una Diócesis de profundas raíces cristianas, con un clero magnífico, un seminario floreciente y muchos laicos muy comprometidos con la Iglesia.

-¿63 años es una buena edad para aterrizar en una Diócesis como Sevilla, o le hubiera gustado que el nombramiento le hubiera alcanzado con otra edad?

-Es la mejor edad porque lo ha dispuesto la Providencia de Dios, que nunca se equivoca. En cuanto a si me hubiera gustado que mi nombramiento se hubiera producido en otro momento de mi vida, me remito a mi respuesta anterior. Nunca aspiré a ser arzobispo de Sevilla, pero acepto el nombramiento con espíritu de fe y con el mejor deseo de servir a la Iglesia.

-A 140 kilómetros de distancia, ¿qué idea tiene de la Diócesis en la que va a aterrizar, aparentemente tan grande y tan compleja? Supongo que desde fuera la Diócesis de Sevilla se verá como algo excepcional.

-Efectivamente, Sevilla es una gran Diócesis, con una historia brillantísima, una aportación sobresaliente a la historia religiosa de España y un catálogo envidiable de santos y grandes personajes. Me impresiona su tamaño, cerca de dos millones de habitantes. Me habla de una Diócesis compleja y yo le pregunto: ¿y cuál no lo es? Todas, incluso las más pequeñas, tienen su complejidad y más en el momento histórico que nos ha tocado vivir. No obstante, yo confío en la ayuda de Dios, que siempre me ha acompañado en mi ministerio episcopal, y en la colaboración de los sacerdotes, consagrados y laicos que me harán fácil mi inmersión en Sevilla.

-El cardenal Amigo habla de usted verdaderas maravillas sobre su calidad episcopal, sacerdotal y humana.

-Agradezco al señor cardenal sus juicios benévolos sobre mí, que se deben más a su magnanimidad que a mis méritos. Con él siempre he tenido una excelente relación. Lo conocí en el verano de 1993, en que tuve el honor de enseñarle la Catedral y el museo diocesano de mi ciudad natal, Sigüenza, unos meses antes de incorporarme a la Conferencia Episcopal como vicesecretario general.

-¿Le ha ofrecido ya algún consejo el cardenal? ¿Cómo fue la primera conversación entre ambos?

-Tuvo lugar en Sevilla el 3 de noviembre, cinco días después de recibir la comunicación de la Santa Sede y nueve días antes de hacerse público el nombramiento. Fue cordialísima. Me describió brevemente la archidiócesis a la que voy a servir, me animó, me dijo que no tuviera miedo y que en Sevilla hay un extraordinario humus cristiano. En este sentido, me da mucha seguridad iniciar mi ministerio de su mano, como discípulo que tiene muchas cosas que aprender de un pastor tan experimentado.

-A Carlos Amigo siempre se le ha tenido por un cardenal progresista. ¿Seguirá esa misma línea?

-Yo continuaré la tarea de edificación de la Iglesia iniciada hace casi veintisiete años por el señor cardenal, que no es otra que anunciar a Jesucristo y procurar contribuir a la renovación de la vida interior y del compromiso apostólico de las comunidades cristianas de la archidiócesis. Por lo demás, las etiquetas son siempre subjetivas y no les concedo más valor.

-En Sevilla se han desatado toda clase de suposiciones. ¿Se siente más cercano del núcleo más conservador de la Conferencia Episcopal o, digámoslo así, al ala moderada?

-Los calificativos de conservador o progresista son más propios de la vida política que de la vida de la Iglesia. En la Conferencia Episcopal Española existe una gran unidad, comunión y afecto colegial y nuestros diálogos son enormemente serenos y respetuosos. Las diferencias son mínimas y casi siempre de matiz.

-¿Deben los obispos meterse en política?

-Rotundamente no. Como afirma el Concilio Vaticano II, la misión que Cristo confió a su Iglesia no es de orden político, económico o social, sino de orden religioso. Sin embargo, sí es misión de la Iglesia emitir un juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien común de todos. Pero eso no es entrar en política.

-¿Le impone dirigir una Diócesis donde las cofradías tienen tanto peso en la sociedad?

-Hay cosas que me imponen más, por ejemplo, el abandono de la fe o de la práctica religiosa de tantas personas en los últimos años. Los cofrades sevillanos, por el contrario, son hermanos míos en la fe, que aman a Jesucristo y a la Iglesia. Tenemos, pues, un vínculo fundamental, que nos ayudará a entendernos y a caminar juntos. Por otra parte, como me decía el presidente de la Agrupación de Cofradías de Córdoba en mi despedida, en la Diócesis que dejo he realizado un intenso noviciado, recibiendo en mi despacho a incontables juntas de gobierno y presidiendo numerosos actos de culto de las hermandades. Me acerco pues a estas instituciones sin prejuicios, con la manos abiertas y el mejor deseo de servirles y de aprovechar todo el caudal de evangelización y de vida cristiana que encierran.

-¿Qué conoce acerca de las cofradías sevillanas, sobre sus imágenes más veneradas o sobre su labor caritativa?

-Por desgracia, mi conocimiento al detalle es escaso. Tiempo habrá de conocerlas. Sé de su importancia extraordinaria en la pastoral diocesana y también de su importante labor social. Estoy seguro de que procuran también la formación y el incremento de la vida cristiana y el vigor apostólico de sus miembros.

-¿Es amigo de las coronaciones canónicas? ¿Y de las salidas extraordinarias de imágenes?

-En mis cinco años largos en Córdoba, he coronado dos imágenes de la Virgen y, si Dios quiere, en el próximo mes de mayo coronaré la de María Auxiliadora y hay otras dos previstas para 2010 que hará mi sucesor. Creo que tanto las coronaciones como las salidas extraordinarias no deben proliferar en exceso, porque entonces se las trivializa. Sin embargo, reconozco que las coronaciones son estimables si existe un proyecto pastoral y evangelizador consistente, que ayude a dinamizar la vida cristiana y el compromiso apostólico de las parroquias o hermandades que las solicitan, si los gastos son moderados y austeros y existe un proyecto social sólido que quede como hito de la coronación.

-En Sevilla son numerosas las hermandades de nueva creación que aguardan un hueco en la nómina de la Semana Santa. ¿En Córdoba no ha tenido que enfrentarse a este problema?

-En Córdoba hemos dedicado una sesión monográfica del Consejo del Presbiterio a este tema y al de las coronaciones y salidas extraordinarias, con criterios restrictivos. No obstante, hemos dejado una puerta abierta a aquellos casos en los que existe un demostrado interés pastoral.

-Ha asegurado que en Córdoba ha vivido los años más gozosos de su ministerio, pero supongo que también ha tenido que enfrentarse a alguna que otra dificultad. ¿Cuál ha sido la situación más difícil?

-La respuesta se inscribe a la discreción con que yo debo ejercer mi servicio pastoral. Permítame, pues, que no responda a esta pregunta.

-¿Cómo valoraría el momento actual de la Iglesia en España? ¿Y en Andalucía?

-Complicado y difícil como consecuencia de la secularización. Pero no era muy distinta la situación con que se encontraron los primeros evangelizadores en los comienzos del cristianismo. Por la misma razón, el momento es también apasionante, si somos capaces de reavivar el dinamismo apostólico de los orígenes, algo que a mi juicio es la primera prioridad de la Iglesia en esta hora. Con respecto a Andalucía, pienso que la secularización es menos intensa que en otras latitudes, un efecto benéfico, sin duda, de la religiosidad o piedad popular.

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