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Las grandes ciudades concentran a los inmigrantes en un solo barrio

En El Puche (Almería), dos imanes compiten por atraer fieles a sus mezquitas, en Cartuja (Granada) se celebra la fiesta del cordero y en Palma-Palmilla (Málaga) el negocio más común es un locutorio. Son barrios que concentran el 30% de los inmigrantes empadronados en la ciudad. Foto: Antonio Acedo

el 15 sep 2009 / 05:00 h.

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En El Puche (Almería), dos imanes compiten por atraer fieles a sus mezquitas, en Cartuja (Granada) se celebra la fiesta del cordero y en Palma-Palmilla (Málaga) el negocio más común es un locutorio. Son barrios que concentran el 30% de los inmigrantes empadronados en la ciudad.

En los años sesenta y setenta se construyeron en las capitales barriadas obreras destinadas a acoger a las gentes procedentes del campo y de asentamientos chabolistas que se querían erradicar. Hoy, esos barrios, en su mayoría degradados por el abandono, acogen a los inmigrantes extranjeros porque son las viviendas que pueden pagar.

En ellos conviven los vecinos de siempre y los nuevos sin que los primeros consideren, en general, que los problemas que arrastran estos barrios -inseguridad, drogas, marginalidad...- se vean acrecentados por la llegada de inmigrantes.

Tampoco se puede hablar de una total interacción entre autóctonos e inmigrantes. En algunos empieza a surgir cierta competencia por los recursos sociales y ayudas, un recelo que flota en el aire pero que aún no ha dado pie a conflictos.

El Puche (Almería)

Almería es la capital andaluza con mayor tasa de población inmigrante. Casi uno de cada diez habitantes es extranjero, según el último padrón. En El Puche la proporción se dispara a seis de cada diez, fundamentalmente magrebíes.

"Los sociólogos dicen que a partir del 16% la población autóctona empieza a sentirse mal y aquí supera el 62%. Cierto es que ha habido conatos de violencia pero han sido los mismos vecinos los que han sabido cortarlos", explica el coordinador de la asociación de vecinos Alcalá, Luis Gómez.

El perfil ha cambiado: primero llegaron familias traídas por hombres que llevaban tiempo en la ciudad y necesitaban una vivienda para el reagrupamiento familiar "y sólo podían pagarla aquí, porque durante años las viviendas protegidas de El Puche no se han legalizado y han pasado de unos a otros sin documentación".

Ahora ya hay más personas solas que viven "hacinadas" porque les alquilan "habitaciones o camas". Se han producido suspicacias entre árabes y bereberes y algunos sectores "que siempre han vivido subsidiados expresan su recelo por las ayudas que reciben los inmigrantes". No participan mucho en la actividad vecinal pero la asociación mantiene una colaboración especial con los imanes de las dos mezquitas del barrio.

En las tiendas de ultramarinos y carne regentadas por inmigrantes "es más habitual ver clientes autóctonos, ellos compran en los grandes almacenes".

Extramuros (Cádiz)

Las históricas murallas sirven también de separación entre la población local e inmigrante. Los extranjeros no son muy numerosos en la capital pero los que hay viven extramuros, la zona nueva y más poblada en general porque tiene más parque de vivienda. El centro es reducto de la gente mayor que vive allí de siempre.

En general, los inmigrantes no suponen más del 1,5% de los vecinos de barrios como Cortadura, Loreto, La Laguna, la Zona Franca o el Cerro del Moro, cuyo nombre nada tiene que ver con la inmigración.

Ciudad jardín (Córdoba)

Ecuatorianos, peruanos y rumanos son las nacionalidades predominantes en Córdoba capital. Los barrios de Ciudad Jardín, Levante y Santa Rosa concentran el 44,3% de esos inmigrantes. La Federación de Asociaciones de Vecinos Al-Zahara creó hace unos meses un servicio de información y orientación para inmigrantes y su trabajadora social, Marina Pando, señala que el fenómeno "está empezando". "Son barrios obreros, con mucha vida, comercios y de momento no nos han llegado quejas de los vecinos", explica.

Los inmigrantes se involucran poco en el movimiento vecinal porque "están buscándose la vida", pero hay asociaciones que promueven cierta interrelación. "Una de mujeres celebra encuentros interculturales y se han organizado conferencias de sensibilización e intercambios, de comida típica", añade.

Cartuja (Granada)

En Granada, la población inmigrante se divide en dos distritos: los latinos son más numerosos en torno al Zaidín y los africanos en los barrios de Almanjáya, Cartuja y Casería de Montijo. Los vecinos de esta zona norte han creado una plataforma -en la que colaboran asociaciones que trabajan con los inmigrantes-, enfrentada con el Ayuntamiento para participar en la elaboración de un plan integral que acabe con el deterioro, la ilegalidad de las viviendas, la inseguridad, la suciedad o el tráfico de droga que padecen desde mucho antes de la llegada de los inmigrantes.

"No es una invasión, llevan años llegando porque es donde les alquilan las casas y se vive con normalidad, no se percibe como un problema, quizás porque son barrios de gente obrera, con mentalidad más progresista", explica Antonio Paniagua, de la plataforma. Sí reconoce que en las zonas más degradadas "hay un discurso en la calle, que todavía no se ha traducido en ningún conflicto, porque los inmigrantes concentran la mayoría de las ayudas y programas, pero el nivel de convivencia es aceptable".

Un local semiabandonado acoge la Mezquita de la Paz, lugar de culto y también de celebraciones como la fiesta del cordero. Fátima Eilhaddad actúa como portavoz las mujeres que desarrollan allí actividades culturales. "Vine hace 15 años y aquí el alquiler era más barato. Hay gente de muchas nacionalidades y siempre surgen problemas, como en todos lados, pero la convivencia es buena. No participo mucho en el movimiento vecinal por el trabajo, pero a nosotros también nos interesa que el barrio mejore", asegura.

El Carmen (Huelva)

En la capital onubense no se puede hablar de concentración porque los inmigrantes -más latinoamericanos que africanos- están muy repartidos. Algunos barrios como El Carmen, Marismas del Odiel, Pérez Cubillas, El Polvorín o Tartessos presentan una proporción mayor. De nuevo se repite el esquema de barriadas obreras, algunas rozando la marginalidad como El Carmen.

El Valle (Jaén)

Tampoco Jaén capital atrae mucho a los inmigrantes y se distribuyen por toda la ciudad, con cierto predominio en el distrito 05, que aglutina a uno de cada tres extranjeros. La mitad de los inmigrantes empadronados son latinoamericanos y pueblan barrios como El Valle, San Felipe, San Juan o Peñamefecit.

Palma-Palmilla (Málaga)

Dos barrios malagueños concentran el 44% de la población extranjera. Los latinoamericanos, sobre todo argentinos y colombianos, dominan en Cruz de Humilladero y los africanos en Palma-Palmilla, un barrio consciente de su deterioro pero que rehúsa el calificativo de marginal. "Aquí hay muchos trabajadores y no hay más problemas de drogas que en otras zonas, pero el barrio tiene 40 años y no se ha hecho nada, estamos luchando por su rehabilitación y limpieza", relata Pilar Duarte, de la asociación de vecinos Los Paraos.

La llegada de inmigrantes "ha afectado al color de las calles pero no hay conflictos, en mi mismo bloque tengo unos vecinos africanos y ningún problema. Es verdad que son culturas distintas pero los inmigrantes no han deteriorado el barrio. De hecho, muchos cuando mejoran se van y algunos ni quieren venir porque tiene peor fama de lo que es".

Macarena (Sevilla)

Casi la mitad de los inmigrantes de Sevilla son latinoamericanos y se concentran, sobre todo, en los barrios del distrito Macarena, como el Cerezo, donde ecuatorianos y bolivianos pueblan calles y comercios. Mediadores socioculturales nacionales y extranjeros trabajan desde hace años allí y reconocen que hay altibajos en las relaciones.
Foto: David Ruiz

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