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Cultura

Literatura desde la memoria en Castilblanco de los Arroyos

Un maestro recopila seis relatos del pueblo gracias a la tradición oral.

el 16 ene 2011 / 17:37 h.

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Balbino Manuel Macías posa con un ejemplar de su libro.

"La cultura de los pueblos no está sólo en las bibliotecas, en los monumentos, en la historia... sino también y, por encima de todo, en las palabras que se transmiten de padres a hijos", afirma uno de los personajes de El contador de leyendas de Castilblanco de los Arroyos. Esta novela es obra de Balbino Manuel Macías, un maestro del municipio, con más de 20 años de experiencia en la escuela pública, e implicado en las propuestas socioculturales del pueblo.

De hecho, dirigió el proyecto Castilblanqueños, un valioso archivo que recorre la historia gráfica de la población, desde sus primeras imágenes existentes hasta las fotografías de las últimas décadas. "Hago esto por afición y estoy satisfecho con algún buen comentario", explica el autor en relación a los recuerdos que despierta su nuevo libro en algunos lectores cercanos a estas historias.

Esta última publicación es un compendio de seis relatos puramente literarios, pero apoyados en la memoria de dos vecinos del pueblo, que ayudaron en la recuperación de estos cuentos y aparecen también recogidos en el libro como personajes. "Es una estructura novelada, a caballo entre la tradición oral y la ficción", asegura el autor. No obstante, el trabajo presenta una sólida documentación. "He tomado datos de mis lecturas en los archivos parroquiales, como el personaje de Aisa, esa mujer parda descendiente de moriscos, llegada tras la expulsión de Granada". Las leyendas se desarrollan desde principios del XIX hasta los años 50 del siglo pasado, siempre en Castilblanco de los Arroyos, recogiendo la toponimia singular de este pueblo de la comarca de la Sierra Norte.

"Mi intención es que Castilblanco de los Arroyos tenga también su literatura, que no existe", sostiene este experimentado maestro. Estas leyendas están narradas en un lenguaje claro y conciso. Con la fluidez y sencillez del lenguaje oral, las conversaciones de estas reuniones de vecinos en plena calle y las ya inexistentes tertulias de verano.

El anciano Pepín rememora, en los últimos días de su vida, aquellos encuentros a los que asistía cuando era un niño. Seis viejas historias que conforman un alegato a favor de la tradición oral: La cueva de Primocho, La casa de la sierpe, El risco de tía Divina, San Benito El Chico, La fuente de los chopos de Machaca y Las paredes de San Benito. La obra en su conjunto es, de hecho, otra forma de hacer novela histórica, pero en las distancias más cortas y a ras del suelo. "La incomunicación entre mayores y pequeños y la abundancia de herramientas multimedia que te relacionan con lo distante y te alejan de lo próximo, así como la deriva causada por una vida acelerada y sin espera han roto la transmisión de padres a hijos", escribe el autor en la presentación.

El libro es una autoedición de 100 ejemplares hecha por Bubok, una empresa de referencia en el sector digital, que trabaja con la Biblioteca Nacional. "Esto no es un negocio para mí, se vende a 10 euros, el precio de costo", confiesa el maestro, que realizó sus primeras publicaciones en Cauce, la revista de filología y didáctica que nació a finales de los años 70. Cabe recordar que el autor obtuvo en los últimos años diversos premios en certámenes de la comarca, como el de Guillena y el de Castilblanco de los Arroyos.

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