El curso 2010-2011 va a ser el primero en estas nuevas aulas de los casi 400 matriculados, una cifra que ya deja pequeño el edificio.
Situado en la calle Hospital, será inaugurado hoy. Está especialmente cuidada la ausencia de barreras arquitectónicas, ya que aquí estudian personas con edades que llegan a los 90 años, y que, en ocasiones, tienen problemas de movilidad. “Es un edificio muy deseado, ampliado y reformado pero con los problemas típicos del inicio del curso”, reconoce Pura Alcaide, directora del mismo. El centro de educación de adultos, que seguirá llevando el nombre de Miguel Hernández, puesto que este año se cumple un siglo del nacimiento del poeta, tiene una demanda muy elevada. “Tenemos unas 200 plazas y 379 matriculas, más 35 alumnos en reserva”, recalca.
Por otra parte, los 15 años que han pasado para que el Miguel Hernández volviera a abrir en un edificio propio –dejó la casa de la juventud y luego estuvo provisionalmente en el palacio de Alcántara– obligaron a adaptar el proyecto diseñado en 2003. “Ha cambiado el perfil del alumno y sus demandas de educación, como por ejemplo en materia de informática, ya que aunque damos clases de alfabetización digital ahora también tenemos clases no presenciales en las que internet es imprescindible”, agrega la responsable.
Para llegar a esta puesta de largo ha habido que esperar dos años desde el inicio de las obras. El edificio tiene dos plantas y nueve aulas con capacidad para 25 personas cada una. En él trabajan siete docentes “y medio”, según apunta su directora, quien aclara rápidamente: “Porque tenemos un profesor itinerante que trabaja aquí pero atiende también en la pedanía de Cerro Perea y en Cañada Rosal”.
