Los arroceros de Sevilla van a llevar a los tribunales a la Jefatura de Costas y al Puerto de Sevilla por el daño que los "continuos" dragados del Guadalquivir están infringiendo en un cultivo clave para la provincia. Los trabajos, afirman, han provocado que la sal del río se duplique, con lo que el agua queda inutilizada para un riego de calidad.
La Federación provincial de Arroceros hará pública una batería de acciones judiciales contra la Jefatura de Costas (dependiente del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino) y la Autoridad Portuaria de Sevilla, a las que culpa de provocar un aumento en las concentraciones de sal del Guadalquivir que están dañando seriamente la cosecha.
Según denuncian los arroceros, los "continuos dragados" del río están haciendo que las aguas sean cada vez más turbias y que se mezcle la dulce con la de mar, muy salada, lo que hace que los niveles de salinidad del río alcancen ya los cinco gramos por litro.
Naciones Unidas entiende que para poder hablar de "agua dulce" ese nivel debe ser inferior a los tres gramos por litro, con lo que, de ser cierta la denuncia de los agricultores, el Guadalquivir sufriría niveles que duplican lo recomendable para regar sin alteraciones en la producción. De ahí que los arroceros aseguren que semejantes concentraciones de sal hacen "inviable el cultivo desde el punto de vista agronómico", o sea, del cultivo de la tierra.
Será hoy cuando los agricultores especifiquen los delitos que imputarán a Costas y el Puerto y los daños que, según sus cálculos, están sufriendo, pero ya ayer la Autoridad Portuaria negó la mayor. Fuentes de la oficina que preside Manuel Fernández aseguraron que realizan dragados para mantener el río "en óptimas condiciones", pero que se trata de "pequeños dragados" que no incrementan de una forma tan "elevada" la salinidad de las aguas. "Se hacen depuraciones periódicas y rutinarias, desde siempre, que no han afectado al normal desarrollo de las cosechas".
El Puerto tiene previsto acometer un gran dragado del centro del río para hacerlo navegable, ganando una profundidad de 8,5 metros. Sin embargo, como puntualizan desde la Autoridad Portuaria, esas obras no comenzarán hasta que finalicen los trabajos de la esclusa, que se están desarrollando actualmente. Los cultivadores de arroz se oponen tajantemente al proyecto por el aumento de la salinidad que reportaría al dar entrada a más agua de mar. Los ecologistas avisan, además, del impacto en las comunidades vegetales de la orilla y en la avifauna de la zona.
