Ya no queda ninguna duda de que Rajoy ha descubierto las zonas más sensibles de esa clase media nada militante y menos idiologizada pero que responde como un resorte ante los pinchazos políticos viscerales. El líder del PP llama a esas gentes "artistas que se levantan a las siete de la mañana" (?) para elevarlas sobre esos otros miles de artistas de verdad que ya le han dicho públicamente que si él llega a La Moncloa será una pésima noticia para España. A Rajoy le ha dolido especialmente que el mundo de la cultura casi al completo se haya apuntado a la zeja de Zapatero. Pero fiel a su método, en lugar de tender puentes con ese colectivo intelectual que crea opinión lo descalifica llamándolo directamente 'estómago agradecido'. Parece estar seguro que los obreros, a los que trata de atrapar estos días, compensarán sobradamente la traición escenificada por los poetas. Siguiendo un plan meticulosamente trazado y habiendo despreciado el mensaje de centro definitivamente Rajoy pretende convencer a las clases medias/bajas que él y su partido de pobres serán los únicos capaces de solucionar los problemas. Para conseguirlo está convencido que le bastará manejar con suficiente demagogia asuntos que se posan directamente en el hígado de los menos informados. Arrancó con el terrorismo y el regalito de los malos datos económicos, está en plena campaña con el coco de la inmigración y leyes ejemplares de la legislatura de Zapatero como el matrimonio homosexual y su derecho de adopción. Y es seguro que su siguiente baza será la 'in-seguridad ciudadana'. Esos son los cimientos facilones de la campaña del candidato. Y en vista de que hoy se mantiene el empate técnico en intención de voto parecen estar dándole buenos réditos. A poco que se relaje la izquierda -que no está aprovechando la campaña electoral para poner donde se merecen los históricos hitos sociales de la legislatura como debería- el PP acabará por convencer a un montón de 'españoles de base' que su partido inventó el proletariado y por eso entiende sus miedos como nadie. Porque el desahogo que su líder muestra a estas alturas no deja atisbar límite alguno.
